sábado, 25 de julio de 2009

" B o t t u p f u m e i r o " 2 0 0 9

El grupo de Pepe Vaamonde y Gaiteros de Lisboa actúan hoy 25 de julio en la Plaza de la Quintana de Santiago de Compostela.

El Botafumeiro, ese enorme incensario que desafía la Ley de la Gravedad con sus vertiginosos vaivenes, es uno de los símbolos más populares entre el clero de la admirable Catedral de Santiago de Compostela. Pero, aunque esta ceremonia tiene un origen litúrgico, que sólo se puede admirar en el interior de la catedral en días señalados, la Historia nos revela que en la Catedral de Santiago, como en todas las que permitían dormir en su interior a los peregrinos —lo que provocaba un desagradable olor debido a tanta humanidad allí reunida—, se hacían necesarios incensarios de gran tamaño para disimular el irreverente hedor.

Desde 1554, fecha en la que se estima el origen del botafumeiro, elaborado en plata gracias a una ofrenda del rey Luis XI de Francia y que en 1809 nos fue robado por el ejército francés durante la Guerra de la Independencia, hasta hoy, 25 de julio, día del Apóstol, la ceremonia se repite invariable sobre las cabezas de los peregrinos que, fascinados, lo siguen con la mirada mientras, firmemente sujeto al extremo de la soga, va de uno a otro lado del interior de la catedral.

Hoy es el ‘día grande’, y con el nombre “Apóstolo 2009 Santiago de Compostela”, el cartel del programa de festejos aglutina diversos eventos y espectáculos para conmemorar al Santo.

La estrella del día, entre los numerosos eventos de la festividad, será el Pepe Vaamonde Grupo —un proyecto musical con una visión propia de la música tradicional nacido en el año 2001— que presenta esta noche los temas de su trabajo discográfico ‘Introterra’, a las 23’00 horas en la Praza da Quintana, una de las aledañas a la catedral, compartiendo también escenario con el grupo Gaiteros de Lisboa.

La Plaza de la Quintana es también conocida como “plaza de los literarios”, en recuerdo de la epopeya del batallón literario, aquellos jóvenes universitarios que combatieron contra las tropas de Napoleón hace ahora justamente poco más de cien años.

domingo, 12 de julio de 2009

Boris Vian, el trompetista de Saint-Germain

Fallecido en París en 1959 a la edad de 39 años, Vian fue un escritor, poeta, ingeniero, cantante y músico francés, cuya obra -a menudo controvertida- comprendió la novela, el teatro, el cuento y, por supuesto, la com- posición musical



El París de después de la guerra rebosaba libertad y fraternidad por sus fueros, pero más aún en el renacido barrio de Saint-Germain-des-Prés, situado en la Rive Gauche, y que se extendía a los pies de la iglesia homónima, pues allí era donde habitaba la intelectualidad francesa.

La generación que por entonces ocupaba las mesas de los cafés de Saint-Germain, y que escribía en las revistas de reciente aparición, festejaba a su manera la “victoria”. En las caves de jazz de la orilla izquierda la fiesta de la Liberación se celebraba todos los días, y ello dio lugar a un nuevo estilo de vida nocturna en París.

Eran los días en los que Sartre y sus coetáneos tomaban posesión de su territorio, pero también acudían al Quartier Latin una pléyade de periodistas, turistas o curiosos que invadían los emblemáticos cafés del barrio como el Flore, Les Deux Magots o el Lipp. Estos cafés ya no ofrecían a Sartre, Simone de Beauvoir, Camus y otros la tranquilidad y el anonimato necesarios para dedicarse a la escritura, pues ahora ya eran demasiado conocidos para frecuentarlos como solían hacerlo antes de la ocupación.

Marguerite Duras, por ejemplo, que tenía su apartamento en el 5, Rue Saint-Benoît, prefería el más prosaico y cercano Café Bonaparte. Otros se inclinaban por el austero Royal Saint-Germain, situado justo enfrente de Les Deux Magots. Sin embargo, las caves eran la novedad y crearon moda entre los parisinos de entonces, la cual perdura en nuestros días en lugares como la Caveau de la Huchette, entre otros.

En la Rue Dauphin se encontraba el nuevo Tabou, donde solía acudir Sartre para escuchar tocar la trompeta a Boris Vian. Era una madriguera donde el ruido, la gente que lo abarrotaba y el humo hacían de su atmósfera algo difícil de respirar, y donde ni siquiera era posible entenderse al hablar. Lo importante era bailar al ritmo sincopado del nuevo Be-bop.

Poco tiempo después, la multitud comenzó a frecuentar más el Club Saint-Germain, situado en el 13, Rue Saint-Benoît –hoy día conocido como Le Bilboquet, un elegante y selecto club parisino que ofrece actuaciones en directo y donde se dejan caer de vez en cuando personajes del mundo de la música como David Bowie o Liza Minelli– pues hace ya mucho tiempo que Saint-Germain-des-Prés había dejado de ser el pueblo que se arremolinaba bajo el campanario de su vieja iglesia de origen románico, para ir convirtiéndose poco a poco en el lujoso barrio de París que es en la actualidad.

Tras la ocupación nazi, el modesto apartamento de Marguerite Duras servía de improvisado campamento por el que pasaban escritores y poetas afines. Ella era la que se encargaba de cocinar, alternando a ratos para dedicarse a escribir sus libros. En el apartamento del 5, Rue Saint-Benoît se alojaron por temporadas gentes de la talla de Maurice Blanchot o George Bataille. Otros visitantes asiduos fueron Raymond Queneau o el propio Boris Vian.

Este tipo de reuniones de intelectuales en las casas de algunos de ellos eran muy habituales por entonces en el barrio de Saint-Germain-des-Prés. Fue precisamente en una fiesta celebrada en la casa de Boris Vian donde se produjo una discusión entre Sartre y Camus respecto a las ideas expuestas por Merleau-Ponty, quien se manifestaba en esos tiempos favorable al comunismo soviético. Camus abandonó el apartamento de Boris Vian dando un fuerte portazo. Ese fue el principio del fin de su gran amistad con Sartre.

El polifacético Boris Vian, que había conocido en Saint-Germain-des-Prés a grandes músicos como Charlie Parker, Duke Ellington o Miles Davis, repartía su tiempo entre su afición por el jazz y las fiestas y diferentes actividades como la Patafísica y la escritura. Además de novelas, empezó a escribir cuentos, algunos publicados en Les Temps Modernes, invitado por Sartre, donde también escribió crónicas y criticas sobre aspectos sociales de la vida. En el periódico ‘Combat’ –dirigido por Albert Camus– o en la revista musical especializada ‘Jazz Hot’ abordó la crítica de jazz en sus textos. Gracias a la popularidad que le dieron estos trabajos periodísticos, en 1946 publicó dos novelas: La espuma de los días y Escupiré sobre vuestra tumba, esta última con el pseudónimo de Vernon Sullivan. En 1947 publicó El otoño en Pekín, y más tarde fueron apareciendo Las hormigas, La hierba roja… etc.

Con su muerte, de la que se cumplen ahora 50 años, desaparece la figura viva de uno de los genios más notables de la orilla izquierda del Sena. En su lugar siempre perdurarán sus obras.