domingo, 30 de mayo de 2010

Los conquistadores de lo inútil


Recién inaugurada la 69ª Feria del Libro de Madrid, un año más, escritores, editoriales y libreros nos presentan sus innumerables novedades, de entre las cuales este año se da mayor protagonismo a las obras de autores nórdicos.

Es justo reconocer lo poco considerado que está –quizá por ir destinada a un sector de lectores más minoritario que el público en general al que van dirigidas la inmensa mayoría de novelas, ensayos o poesía publicada– el género que ha venido en denominarse literatura de montaña.

Una temática que para algún autor nacional, gran admirador de Stanislaw Lem, como es David Torres, supuso su inicio en la escalada hacia la cima de su escritura, pues podríamos decir que su reconocimiento como escritor lo alcanzó con la novela 'Nanga Parbat', con la que obtuvo en el año 1999 el Premio Desnivel de Literatura de Montaña, Viajes y Aventura.

La literatura de montaña es un género en el que, salvo el caso citado –en una ocasión el escritor me confesó que él nunca había sido montañero, si bien, como es sabido, ha colaborado como guionista para el programa de televisión 'Al filo de lo imposible'–, los autores, por lo general, son en realidad los auténticos protagonistas de las gestas alpinas referidas. Obviamente, su pasión por la montaña les lleva a narrar y documentar así al lector haciéndole sentir a él también la emoción de la aventura por ellos vivida.

Un brillante escritor en este campo es el experimentado montañero y explorador José Antonio Pujante, autor de numerosos libros de viajes y montañismo y uno de los pocos alpinistas en el mundo que han conseguido coronar las siete cimas más altas de los cinco continentes, incluidas las zonas polares. Plasmando en sus obras de forma elocuente y veraz las experiencias vividas en sus viajes y ascensiones a las montañas. Algunas de estas obras se encuentran publicadas en la vieja Editorial Juventud, fundada en 1923.

Pero, sin duda, en los años de juventud, para mí el autor de cabecera fue el surtirolés Reinhold Messner y aquel libro suyo titulado 'En los límites de la Tierra'. En él, en un escalofriante pasaje del libro, relata la muerte de su propio hermano cuando escalaban el Nanga Parbat, y cuya interesante lectura te impelía, más o menos modestamente, a pergeñar hazañas similares a las de este alpinista que en 1980 consiguió ser el primer hombre en ascender el monte Everest en solitario y sin ayuda de oxígeno suplementario; y no sólo con la imaginación, como ocurre con la mayoría de la literatura de salón, sentados en el confortable sillón de orejas, sino llevándonos de la afición a la lectura a la práctica deportiva, y viceversa.

Muchos otros engrosarían esta lista internacional de narradores de odiseas alpinas o viajeras, como por ejemplo el austríaco Kurt Diemberger. Uno de los dos únicos supervivientes en la trágica expedición al K2 de 1986, en la que Diemberger estuvo a punto de perder la vida en una caída que se produjo cuando descendían de la cumbre él y su compañera Julie Tullis, la cual moriría poco después, muy posiblemente a consecuencia de un edema pulmonar agudo.

Recuerdo ahora con claridad la mano curtida de Kurt Diemberger, a cuyos dedos les faltaban algunas falanges amputadas a consecuencia de la congelación, cuando tuve la oportunidad de estrechársela en una conferencia ofrecida en Madrid, a mediados de los noventa, con motivo de la publicación de uno de sus libros, 'Entre cero y ocho mil metros'.

Estos héroes de la montaña –o 'Conquistadores de lo inútil', como les llamaba Lionel Terray– han escrito con sus vidas la historia de este deporte desde que en 1760 Horace-Bénédict de Saussure, un científico de Ginebra, ofreciera un premio de tres guineas a quien fuese el primero en escalar la cumbre del Mont Blanc. Al fin, el día 8 de agosto de 1786, Jacques Balmat, un joven buscador de cristales, y el doctor Michel Gabriel Paccard, interesado en observar un barómetro a esa altitud, conseguían llegar a la cima.

Había nacido el alpinismo, y con él la literatura de montaña y sus protagonistas: Bonatti, Rebufatt, Whymper, Herzog…


Noticia de interés

El próximo martes 1 de junio, a las 17´00 horas, Reinhold Messner presentará en la Librería Desnivel la película ‘Nanga Parbat’.

Trailer del film ‘Nanga Parbat’


Más información

Librería y editorial Desnivel

'El Sendero del Chamán', prólogo de José A. Pujante

Página web oficial de la Feria del Libro de Madrid


Ilustración Lionel Terray fuente
skipass.com/photos/imagebank

domingo, 9 de mayo de 2010

La ‘Habitación en Roma’ de Medem

Basada en la cinta ‘En la cama’, del chileno Matías Bize, ‘Habitación en Roma’ es la última película del director Julio Medem. Una película que rebosa sensibilidad y sensualidad, no exenta de encanto y atractivo gracias a la belleza y simpatía andrógina de Alba (Elena Anaya), con la que ésta seduce a la guapa y complaciente Natasha (Natasha Yarovenko), a la que a menudo Alba llama “rusita”; y también, por supuesto, a Roma, la ciudad eterna, como marco y única panorámica parcial –si obviamos las imágenes de la ciudad vía satélite en Internet– visible desde la terraza de la habitación de hotel donde transcurre esta historia de amor cargada de erotismo explícito entre dos jóvenes y ardientes mujeres.

Todo ello gracias al buen trabajo que realiza Medem con la dirección de las actrices, y a su elección de los planos. En un espacio muy reducido, pero iluminados como si cada uno de ellos fuera un cuadro de Caravaggio. De hecho, el arte está muy presente a través de los cuadros que decoran la habitación, y los frescos del techo, que aún se conservan y que ya ensalzara lleno de admiración, junto a mármoles y esculturas de lo que en otro tiempo fuera Teatro de Pompeyo, Casiodoro, canciller romano, consejero y amigo del rey ostrogodo Teodorico.

Esto es así salvo por la luz de la aséptica secuencia de sexo en la ducha; el surrealista flechazo de Cupido en la bañera, o los luminosos planos finales del momento del alba y ese envidiable desayuno en el balcón de la habitación del histórico Hotel Teatro di Pompeo, ubicado junto a la Piazza Campo di Fiori: una zona de mercado (desde tiempos del pontífice Pablo II llamado Mercato della Grascia) donde habitualmente se montaban ferias y se llevaban a cabo las ejecuciones públicas. Restaurado completamente en 1988 –e identificado en el film como ‘HOTEL POMPEIO’–, está situado a pocos pasos también de la popular Piazza Navona, en Largo del Pallaro (el topónimo de esta pequeña plaza proviene de “Pallaro”, un ciudadano romano gerente de una especie de lotería medieval, similar al actual juego de la Loto), que a primera hora de una mañana de comienzos del verano de 2008 el sol ya empieza a iluminar.

Uno de los momentos más mágicos y agradables de un día de estío en la vieja y cálida Roma, pero también el de la inevitable despedida que tiene lugar poco después. Devolviendo a cada una de las mujeres al curso de sus anteriores vidas personales, que en adelante vivirán compartiendo el secreto de aquella apasionada e inolvidable noche de amor a la que ninguna de las dos jóvenes quiso renunciar.

Filmografía

2010 - Habitación en Roma
2007 - Caótica Ana
2003 - La pelota vasca, la piel contra la piedra
2000 - Lucía y el sexo
1998 - Los amantes del círculo polar
1995 - Tierra
1993 - La ardilla roja
1992 - Vacas
1988 - Martín
1987 - Las seis en punta
1985 - Patas en la cabeza
1981 - Si yo fuera un poeta
1977 - El jueves pasado


Más información

http://www.juliomedem.org/

Trailer musical de ‘Habitación en Roma’

Fotografía fuente página web oficial de Julio Medem

sábado, 1 de mayo de 2010

El regreso de ‘La Iguana’

El autor de ‘Cry for love’, un lamento desgarrado; ‘The Passanger’, el vaivén rítmico del pasajero; ‘Candy’, la adorable y amorosa; o su personal versión de ‘China girl’ –que en mi opinión supera la de Bowie, con quien la compuso–, ofreció anoche un concierto en Madrid que ha supuesto el esperado regreso de ‘La Iguana’ a los escenarios.

Después del afrancesamiento demostrado en 2009 con su ‘Préliminaires’, el disco cuyas canciones estaban inspiradas en la novela de Michel Houellebeq, ‘La possibilité d´une île’ (‘La posibilidad de una isla’, editada en nuestro país por Alfaguara) –el disco comienza con ‘Les feuilles mortes’ (‘Las hojas muertas’), de Jacques Prévert, cantada en francés cual chansonnier–, el famoso y controvertido escritor francés con quien mantiene una gran afinidad –véase si no su común amor por los perros, o también el sexo, las drogas y lo políticamente incorrecto–, la buena nueva fue que “La Iguana de Detroit”, es decir, James Newell Osterberg, más conocido en el mundo de la música como Iggy Pop, reeditaba su legendario ‘Raw Power’ grabado con los Stooges en 1973. Un disco que produjo David Bowie y con el que, según cierta polémica, Iggy Pop no estuvo del todo satisfecho con el resultado final de la grabación. De hecho, en 1997 ya realizó una remezcla de ‘Raw Power’ para una reedición de su compañía discográfica, pues él, al parecer, siempre había preferido un sonido literalmente más “crudo” y “poderoso”. Más en “carne viva”, fiel a su estilo precursor del punk, e imagen, la cual mantiene hasta hoy, aunque a la edad de 63 años (el pasado 21 de abril celebró su cumpleaños), sin gastar un dólar en camisetas que oculten su cuerpo todavía atlético ante su público.

De los temas de ‘Raw Power’ es memorable el oscu- ro ‘Gimme danger’, una canción de ritmo lento y pesimista compuesta junto con el guitarrista de los Stooges, James Williamson, para el que el concierto de anoche ha significado una histórica vuelta a los escenarios.


Más información
Se reedita ‘Raw Power’
Página web oficial de Iggy Pop
Portada de la revista ‘Technikart’
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“A través de los perros rendimos homenaje al amor y a su posibilidad. ¿Qué es un perro sino una máquina de amor? Le ponen delante a un ser humano, le encargan la misión de amarlo y, por poco agraciado, perverso, deforme o estúpido que sea el ser humano, el perro lo ama…”. Iggy Pop

'King of the dogs', video. ‘King of the dogs’ , live version.
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Fotografía fuente nvivo.es