viernes, 16 de septiembre de 2011

Muere Walter Bonatti, el héroe del K 2


Walter Bonatti falleció en Roma en la madrugada del pasado día 13 de septiembre, a la edad de 81 años, debido a una enfermedad. El féretro del alpinista, escritor y periodista fue trasladado a la ciudad alpina de Lecco, donde se instaló la capilla ardiente, según informó a la agencia EFE la editorial Dalai, que ha publicado el grueso de su obra literaria, basada en sus viajes y ascensos a las cimas de sus montañas.

Una noche de crudo invierno, estando en su vieja casa de la Rue des Grands-Augustins, Gaston Rébuffat se asomaba a la ventana de la estancia para contemplar una vez más el firmamento estrellado. Aunque en aquella ocasión, en la escueta panorámica de cielo que le permitían observar los edificios y la ausencia de nubes, las estrellas que viera festonearan solo los abuhardillados tejados del céntrico distrito 6º, y no las cimas de sus amadas montañas. Sin embargo, en ese silencio y con aquel frío del invierno de París, Rébuffat quería imaginar, como de seguro así sería, que la nieve de los Alpes estaría helada.

En el centro de la gran ciudad, pero junto a los árboles y al río Sena, inspirar el gélido aire de la noche a través de la ventana abierta le hacía recordar la naturaleza a la que se sentía tan íntimamente unido en su pasión por el alpinismo.

En aquellos precisos momentos, en los que, como él lo hacía desde su habitación, los alpinistas atisban el cielo nocturno para saber el tiempo que hará cuando de madrugada emprendan la escalada, Rébuffat se encontraba redactando sobre su escritorio unas líneas que había interrumpido para el prólogo de su libro Étoiles et tempêtes (Estrellas y borrascas’). El célebre libro en el que inmortalizaría las famosas seis caras norte alpinas: Grandes Jorasses, Drus, Piz Badile, Cima Grande di Lavaredo, Cervino y Eiger.

Montañas que, en la misma estela y vocación alpinística que Rébuffat, pues también fue guía alpino de alta montaña al igual que éste, el legendario escalador italiano Walter Bonatti ascendería en condiciones muy extremas, dejando su impronta en las paredes del por entonces aún virgen granito de los Alpes.

Nacido el 22 de junio de 1930 en la ciudad de Bérgamo (Lombardia), en el seno de una familia trabajadora, Bonatti pronto dejaría su vida en aquellas calles señoriales de la elegante capital lombarda que le vio nacer para trasladarse a Monza; y desde allí, en sus vacaciones veraniegas, a Vertova de Valseriana, donde tomaría contacto con la montaña por primera vez atraído por el monte Alben, que tanto le fascinaba. Una pequeña cima de poco más de dos mil metros de altitud situada en los Prealpes Bergamascos, que a una edad temprana avivó en él su espíritu de montañero y su amor por la naturaleza y los grandes espacios, salvajes escenarios para la práctica del alpinismo.

Considerado por muchos aficionados y otros escaladores expertos el mejor alpinista de la historia, tan míticas como él son sus aperturas, ascensiones y vivacs. La cara norte de las Grandes Jorasses en 1949; la cara este del Grand Capucin en 1951; las caras norte de las Tres Cimas de Lavaredo en el invierno de 1953; la controvertida expedición al K2 y su forzoso vivac al raso a 8.100 metros de altitud, con el hunza Mahdi en 1954; la primera en solitario al pilar suroeste del Petit Dru en 1955, tras cinco días en la pared, progresando entre diedros y placas de granito vertical, llamada desde entonces y para siempre ‘Pilar Bonatti’; el Gasherbrum IV en el Himalaya en 1958; el complicado 'Pilar rojo de Brouillard' en el Mont Blanc, con Oggioni en 1959; el Rondoy North en la Patagonia en 1961; la ‘Directa’ del Freney en 1962, una vía de 800 metros de longitud entre el Pilar Central y la cresta de Peuterey, que culmina directamente en la cima del Mont Blanc; la primera invernal de la ‘Walker’ en las Grandes Jorasses, que realizara en enero de 1963, junto a su compañero de cordada, el camarada Zapelli, o la ascensión que realizó en solitario en pleno invierno del año 1965 a la pared norte del monte Cervino o Matterhorn, conocida como ‘Bonatti’ y su Travesia degli Angeli, tras cinco días de dura escalada, cuatro vivacs y un frío insoportable. 

Hazaña épica del montañismo tras la cual colgaría las botas y se retiraría del alpinismo, a los 35 años de edad, para dedicarse al periodismo. Pero gracias a su consecución, redimido ya del inmerecido descrédito granjeado injustamente tras la polémica expedición al K2.

Bibliografía

‘Montañas de una vida’, Walter Bonatti.

‘Estrellas y borrascas’, Gaston Rébuffat.


Fotografía Bonatti en el vivac del Cervino © Paris Match