sábado, 27 de octubre de 2012

En recuerdo de Sylvia Plath



Tal día como hoy, 27 de octubre, nacía en Jamaica Plain, un suburbio de Boston, Sylvia Plath (1932-1962). La escritora de Massachussets que cumpliría ahora ochenta años, y que fuera más conocida como poetisa, aunque escribiera también obras en prosa, como la novela casi autobiográfica titulada ‘La campana de cristal’, obra que publicaría bajo el pseudónimo de Victoria Lucas. 

Procedente de una familia de ascendencia alemana, como poeta ejerció su talento y estilo en el género poético confesional iniciado por los americanos W. D. Snodgrass y Robert Lowell, pues ya desde pequeña mostró tener grandes aptitudes para la poesía, escribiendo sus primeros poemas a la edad de ocho años. Sin embargo, su sensibilidad y psique resultarían dañadas y muy pronto presentaría un grave trastorno bipolar que la llevó a cometer el primer intento de suicidio antes de los diecisiete años.  

Sometida a un intenso tratamiento psiquiátrico, Sylvia Plath se graduaría con honores en 1955 en el prestigioso Smith Collage, obteniendo una beca para la Universidad de Cambridge, donde  continuaría escribiendo poesía y conocería al también poeta Ted Hughes, con quien se casaría en 1956. 

Pero su delicada salud mental, sumada al divorcio de Hughes en 1962, la llevaron a quitarse la vida un año después. Y como ocurre en muchas ocasiones, su obra recibió el reconocimiento debido posteriormente, gracias al impulso recibido por parte de Hughes,  quien se encargaría de promoverla públicamente, pues él mismo supervisó y editó la publicación de sus manuscritos. La malograda Sylvia Plath fue la primera poetisa en recibir post mortem el Premio Pulitzer por el conjunto de su obra.


Otoño de ranas

El verano envejece, madre fría,
y los insectos son raros y escuálidos.
En este hogar palustre solamente
graznamos, nos ajamos.

Las mañanas se van en somnolencia.
El sol tardíamente nos alumbra
entre cañas sin nervio. Moscas fáltanos.
El helecho se muere.

La helada hasta la araña envuelve.
Cierto que el dios de la abundancia
por aquí anda. Nuestra gente
adelgaza, da pena.


Fotografía de Sylvia Plath con sus padres © Smith College Mortimer Rare Book Room

sábado, 20 de octubre de 2012

‘Los desorientados’ de Amin Maalouf


“Perdemos la memoria de las palabras, pero no la memoria de las emociones”.

En la novela Los desorientados el escritor Amin Maalouf narra la historia de un grupo de amigos, que estaban muy unidos en la universidad en torno a los años 70, y que ya se habían perdido de vista completamente. Estaban en un país de Oriente Próximo que no se nombra en la novela, a causa de los sentimientos complejos que al escritor le inspira todavía, si bien se puede adivinar que podría ser Líbano. Y después cómo los acontecimientos que tienen lugar en dicho país les han dispersado un poco por todo el mundo, pero que más tarde se reencuentran. Uno de ellos está en Brasil, otro en Estados Unidos, otro en los países del Golfo... Están diseminados por el mundo y cada uno de ellos ha seguido caminos muy diferentes: uno de ellos trabaja como empresario, otro es monje, otro profesor de historia, otro es estratega... Y luego están sus historias del pasado, sus amistades, sus amores que se han olvidado un poco, pero que renacen con ocasión de su reencuentro. Todos tienen nostalgia de un periodo de la historia de su país, de su región, que se revela hoy como una edad dorada que todos han perdido. En cierto modo han perdido el oriente, y este, según Maalouf, es un poco el sentido del título del libro.

“Llevo en el nombre a la humanidad naciente, pero pertenezco a una humanidad que se extingue”.

Adam, uno de los protagonistas, es alguien muy cercano a Maalouf sin llegar a ser él pues no tiene su misma historia. Aunque el escritor afirma que su mirada está muy cerca de la mirada de aquel. Ningún personaje representa del todo a ninguno de los conocidos de Amin Maalouf. Todos han sido transformados, todo ha sido modificado, los acontecimientos, los personajes... En la ficción Maalouf ha revisitado todo el conjunto de esa época. La novela es el reflejo de los tiempos de juventud que el autor vivió, pero sin llegar a ser una novela autobiográfica. Según el escritor, sería vano buscar referencias precisas a lugares o fechas.

“Mejor equivocarse en la esperanza que tener razón en la desesperación.”

Amin Maalouf nació en Beirut (Líbano) en 1949, en el seno de una familia árabe católica. Hijo de Ruchdi Maalouf, poeta, pintor y periodista, estudió economía, política y sociología y, como correspondía a la larga tradición familiar, se dedicaría a la profesión del periodismo. Trabajó en su país en el periódico An-nahar como responsable de la sección de Internacional, y ha viajado por países como India, Bangladesh, Etiopía, Somalia, Kenya, Yemen y Argelia, en algunos de ellos como corresponsal de guerra. En Vietnam fue testigo de la guerra en Saigón. En 1975, tras el estallido de la guerra del Líbano y al igual que alguno de sus personajes, Maalouf también se trasladaría a Francia como exiliado. En París, donde vive en la actualidad con su familia desde entonces, ejercería durante algún tiempo como periodista en Jeune Afrique y An-nahar Arabe et International.

Maalouf ha recibido el premio Maison de la Presse por su novela Samarcanda y el Goncourt por La roca de Tanios. Ambas fueron publicadas por Alianza Editorial en 1989 y 1994, respectivamente, junto al resto de su obra: León el Africano (1989), Las cruzadas vistas por los árabes (1989), Los jardines de Luz (1991), El primer siglo después de Beatrice (1993), Las escalas de Levante (1997), Identidades asesinas (1999), El viaje de Baldassare (2000), El amor de lejos (2002) Orígenes (2004) y El desajuste del mundo (2009). En 2010 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y recientemente ha sido elegido miembro de la Academia Francesa. Y sin duda también será de nuevo candidato al próximo premio Nobel de Literatura.

Con motivo de la reciente publicación de la novela Los desorientados, Casa Árabe y Alianza Editorial presentan un encuentro con el autor, que tendrá lugar el lunes 22 de octubre en el Auditorio de Casa Árabe en Madrid.


jueves, 11 de octubre de 2012

Roger Casement en Iberoamérica



La Embajada de Irlanda, la Casa de América y la Secretaría General Iberoamericana presentaron ayer en Madrid la exposición Roger Casement en Iberoamérica: El caucho, la Amazonía y el mundo atlántico. En dicho acto, que ha sido el preámbulo de la interesante muestra fotográfica que se podrá visitar desde hoy 11 de octubre al 18 de noviembre, participaron Enrique V. Iglesias, Secretario General Iberoamericano (SEGIB); Justin Harman, Embajador de Irlanda; Angus Mitchell, comisario de la exposición; Tomás Poveda, Director de Casa de América; Juan Cruz, periodista y escritor; y, por supuesto, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien disertó acerca de la figura del poeta y patriota irlandés e importante defensor de los derechos humanos y de los pueblos indígenas Roger Casement, protagonista de su última y exitosa novela, ‘El sueño del celta’, al que Joseph Conrad comparó con Bartolomé de las Casas, el fraile e historiador que fue todo un símbolo de la lucha por la justicia y los derechos de los amerindios.

Mediante una impactante serie de fotografías y documentos, el público podrá observar lo que fue parte de la vida de Roger Casement y su época, un hombre para muchos desconocido hasta la publicación de la novela de Vargas Llosa. Pero también contemplar el atroz mundo del que Casement fue testigo y lo que denunció de un modo incansable en sus escritos y testimonios, como fueron los abusos del sistema colonial en el Congo y Perú. La exposición quiere dejar constancia de lo que observara y denunciara Casement, por momentos de manera indignada y rabiosa, como un valioso compendio a veces a modo de apunte etnográfico o antropológico. Las instantáneas muestran en profundidad un mundo complejo y en muchas ocasiones injusto.

En 1906 Casement fue enviado a Santos, en Brasil, donde desarrolló un trabajo similar al que había realizado en el Congo. Allí fue comisionado por el Foreign Office para establecer la verdad de las denuncias contra la compañía cauchera Peruvian Amazon Company, de capital británico pero cuyo presidente era el peruano Julio César Arana, quien diera su nombre para que fuera conocida como Casa Arana. Casement reportó las atrocidades cometidas por la compañía contra los indígenas de la región del Putumayo en un documento conocido como The Putumayo Black Book y llevó un diario de esa época, que fue publicado póstumamente, mostrando los estragos y las masacres allí perpetradas.

Sin embargo, en 1916, tras estallar la Primera Guerra Mundial, Casement intentó asegurarse la ayuda alemana para la causa de la independencia irlandesa. Fue arrestado y acusado de traición, sabotaje y espionaje contra la Corona británica, además de ser exhibido públicamente por la prensa como homosexual promiscuo y pederasta. Condenado a muerte, fue ahorcado en la prisión de Pentonville, en Londres, el 3 de agosto de ese mismo año, a pesar de las peticiones de clemencia de, entre otros, Arthur Conan Doyle, William Butler Yeats y George Bernard Shaw.


Enlace de interés



Fotografía de Roger Casement en el Putumayo