jueves, 10 de octubre de 2013

Recordando a Edith Piaf y su himno al amor


Una vez estuve en casa de Edith Piaf. En realidad un minúsculo apartamento en el parisino barrio de Ménilmontant. Me presenté allí sin avisar y llamé a la puerta de ese inmueble del 5, Rue Crespin du Gast con la sana intención de visitar lo que hoy es su museo. Me abrió la puerta un hombre que al principio me recriminó el no haber llamado por teléfono para pedir cita, a lo que yo le expuse mi ignorancia, pues en la oficina de turismo no me habían advertido de nada, dándome solo la dirección en la que se encontraba la casa de esta buena mujer. Finalmente, aquel hombre me dejó pasar sin más reparos y, una vez dentro, me permitió curiosear solo por el domicilio, retirándose tras poner un disco de la Piaf en el tocadiscos de época para una mejor ambientación de la pequeña residencia y acogida al visitante como debía tener por costumbre.

Allí estaban el oso raído de peluche ya deslucido y algo sucio que recibió Piaf en vida como regalo, y que aparece en la película biográfica estrenada hace algunos años; o los viejos guantes de boxeo de su novio, el marroquí Marcel Cerdan, apodado el “Bombardero de Marruecos”, entre una serie de objetos entrañables que recordaban los años de su corta vida. Pues Edith Giovanna Gassion moriría a los 47 años de edad debido a causa de un cáncer hepático. Sus restos mortales descansan en el parisino cementerio de Père Lachaise.

Di un repaso rápido con la vista a todos los demás recuerdos de la cantante que allí reposaban, pero me quedó persistente en la memoria el que me había despertado la visión del adminículo pugilístico del malogrado Cerdan, que fallece en un trágico accidente aéreo cuando se trasladaba de París a Nueva York para reunirse con su amada Edith, un 27 de octubre de 1949. Dos meses después tenía que pelear en la revancha contra Jake LaMotta. Pero desgraciadamente su avión se fue a estrellar en una montaña de las Azores.

Después de una vida de denodada lucha y lejos de ser color de rosa, Edith Piaf moriría también ese mismo mes del año 1963; un 10 de octubre, tal día como hoy hace 50 años. Aunque se dio como fecha oficial la de su traslado a París, es decir, el día 11 de este otoñal y para ella fatal mes. Por cierto, el mismo día en que muere su gran amigo, el polifacético Jean Cocteau, quien al enterarse de su muerte, y antes de morir él mismo, diría que nunca había conocido un ser más desprendido de su alma: “Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las ventanas”.