miércoles, 5 de marzo de 2014

Tocilovac, una caricia y castigo


PARÍS (Francia)/ El escritor Goran Tocilovac nació en Belgrado el 27 de agosto de 1955. Y si bien ostenta la nacionalidad serbia por haber nacido en la antigua Yugoslavia, reside en París de forma permanente desde 1977. Hijo de un diplomático yugoslavo, debido a la profesión de su padre Tocilovac vivió durante su juventud en ciudades tan dispares como Nueva York, Buenos Aires y Lima. Es autor de novelas negras y cuentos que ha escrito siempre en castellano, la lengua romance que decidió adoptar desde el principio para crear su literatura. Obviamente esa decisión se debe en buena parte a que Tocilovac se licenciaría en Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima (1972-1976), doctorándose posteriormente en Literatura Iberoamericana en la Sorbona, París (1977-1981). Su tesis doctoral la basó en la obra ‘Los siete locos’, del argentino Roberto Arlt, novelista, dramaturgo y periodista bonaerense a quien Cortázar consideró su maestro.

‘Una caricia y castigo’ es la sexta novela que ahora publica. La historia se desarrolla en el París superviviente a una suerte de cataclismo ambiental que impone al resto del mundo reinventar sus principios éticos, políticos y económicos. En la distopía se describe una sociedad que, a resultas de las tendencias sociales de la actualidad, llega a una situación totalmente indeseable. Por tanto, esta sociedad no se correspondería con un mundo paralelo al nuestro, sino a la posibilidad de un futuro que, incluso ficticio, deja entrever las fatales consecuencias del actual calentamiento global como son una serie de inundaciones. En este escenario y estado de cosas el lector conocerá a Herman y Ona, protagonistas de la novela.

Con cierto influjo de Kafka, Herman, un hombre casi septuagenario, se nos muestra como el adalid del nuevo poder judicial, cuyo procedimiento penal se ve subordinado entre el azar y la opción de rectificar. Así, cinco delincuentes son recluidos en una mansión vigilados por un juez durante veinticuatro horas, transcurridas las cuales el juez ordenará liberar a cuatro de ellos y ejecutar al restante.  

Por otra parte, Ona, de origen indígena, no es otra que la esclava de Herman, algo posible en virtud del nuevo orden social en el que, si bien la trata de seres humanos es condenable, se torna permisivo con quienes adquieren un esclavo siempre y cuando no sean ellos sus captores. La relación entre los dos protagonistas se origina, pues, basada en esa humillación de la que es objeto Ona, compelida a los requerimientos de Herman.
 
El meollo del relato gira alrededor del nuevo proyecto de administración de justicia que Herman elaborará y expondrá al Consejo (órgano supervisor de la gerencia de justicia del nuevo sistema de democracia participativa) y que consiste en hacer que un esclavo, que es visto como un ser inocente privado de libertad, sea el encomendado para que se haga justicia en cada una de las vistas semanales del órgano judicial, siendo él y Ona los primeros en probar lo efectivo del método.   

‘Una caricia y castigo’ discurre como una original novela futurista y de ciencia ficción, evocando influencias de narradores como George Orwell, Philip K. Dick, Ray Bradbury o el ya citado Franz Kafka, llevando al lector por derroteros donde se fusionan la filosofía existencial y la tensión policíaca, cuyo pulso narrativo alcanza en algunos momentos una estética sublime.   


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Fotografía de G. Tocilovac © Manuel Gonzales Olaechea