domingo, 20 de abril de 2014

El adiós a “Gabo” García Márquez


Postrado en la cama, pues este mismo mes Gabriel José de la Concordia García Márquez ingresó en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición de México, D. F., debido a una recaída producida por el cáncer linfático que le fue diagnosticado en 1999, no como lo retrató en esta instantánea el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski, Gabo fallecía el pasado jueves 17 de abril a la edad de 87 años a causa de su temida enfermedad, la cual había afectado ya un pulmón, ganglios e hígado.

El apodo de Gabo, por el que era conocido siendo apócope de su nombre de pila, siempre fue empleado para referirse a él por todos los que lo apreciaban desde que Eduardo Zalamea Borda, subdirector del diario El Espectador, comenzara así a llamarlo cariñosamente. “Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”, afirmaría el escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano, agasajado con  el Premio Nobel de Literatura en 1982, en la entrega de los premios de su Fundación en Monterrey (México) en septiembre de 2008.

Pero mucho antes de su ejercicio como periodista, además de su clara vocación como escritor pues como estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia eran habituales sus malas calificaciones, y donde tuvo especial dedicación a la lectura, su abuela Tranquilina, a quien Gabo llamaba la abuela Mina y a la cual describía como “una mujer imaginativa y supersticiosa”, sería quien le llenaría la cabeza con historias de fantasmas, augurios o premoniciones y signos. Tanto fue así que el escritor la señaló como su primera y crucial influencia literaria, pues la abuela le inspiró la original forma en que ella trataba lo extraordinario como algo verosímil y natural cuando le contaba fábulas sin importar cuán fantásticas o poco probables fueran sus relatos. Siempre los refería como si de una verdad irrefutable se tratara. Además del estilo literario de Gabo, su abuela Mina le inspiraría también el personaje de Ursula Iguarán que, unos treinta años más tarde, el nieto incluiría en su obra ‘Cien años de soledad’, la más popular de sus novelas.

Por otro lado, su abuelo moriría en 1936, cuando el niño Gabriel contaba ocho años de edad. Debido a la ceguera de su abuela, García Márquez se va a vivir con sus padres en la población de Sucre (Colombia), donde su padre trabajaba como farmacéutico. Su niñez está descrita con detalle en sus memorias ‘Vivir para contarla’. Tras 24 años de ausencia, en 2007 el escritor regresa a Aracataca, su ciudad natal, para recibir un merecido homenaje que le rinde el gobierno colombiano al cumplir sus 80 años de vida y los 40 desde la primera edición de ‘Cien años de soledad’.

Después de su graduación en 1947, García Márquez permanece en Bogotá, donde  leería ‘La metamorfosis’ de Franz Kafka, en la singular traducción que hizo de ella Jorge Luis Borges. La de Kafka fue una obra que le inspiró especialmente. Se sentía decidido a escribir, no como literatura tradicional sino narraciones en un estilo similar a las historias de su abuela Tranquilina, en las que aparecen sucesos extraordinarios o inconcebibles como si simplemente formaran parte de lo cotidiano de la vida. Poco después publicó su primer cuento, ‘La tercera resignación’, que apareció el 13 de septiembre de 1947 en el periódico El Espectador. Su deseo de ser escritor iba en aumento. Con el tiempo García Márquez fue considerado, junto al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, un gran exponente del género literario denominado realismo mágico, donde en sus relatos se yuxtaponen la fantasía y el mito con los acontecimientos más cotidianos u ordinarios.

Fotografía de García Márquez © Daniel Mordzinski

domingo, 13 de abril de 2014

Ciclo de cine “Escritores en imágenes”


Dentro de las actividades de la Semana del libro, organizadas por la Casa del Lector en Madrid, cabe destacar entre ellas el interesante ciclo de cine que se inició el pasado día 4 de este mes con la película ‘Julia’, de Fred Zinnemann (1977), y que se extenderá más allá de los eventos propios de la referida semana dedicada a libro y, por ende, a la literatura. El siguiente film de este ciclo, rodado en 1979 por el director y guionista francés André Téchiné, será ‘Las hermanas Brontë’ (Les soeurs Brontë), que podrá verse en versión original subtitulada en español el próximo lunes 21 de abril en el Auditorio de la Casa del Lector a las 19:00 h.

De ascendencia española, el cineasta André Téchiné realizó sus estudios en París. Desde niño fue un gran aficionado al cine, en el que comenzaría como ayudante de dirección de Jacques Rivette y Marc-Gilbert Guillaumin. Después trabajaría como crítico para Cahiers du cinéma (1964-1967).

En 1970, Téchiné realizó ‘Paulina s'en va’, la que fuera su primera película. En 1975, rodó ‘Recuerdos de nuestra Francia’, un film dramático que sigue la vida de una familia durante décadas, con la participación de la actriz Jeanne Moreau. Un año más tarde, filmaría ‘Barocco’, película sobre crímenes con dos brillantes actores: Isabelle Adjani y Gérard Depardieu.

Sus películas se caracterizan por examinar las relaciones humanas con un estilo intimista, cuidadoso y poco sentimental. En su biopic sobre las hermanas Brontë que ahora tendremos la oportunidad de ver, el sombrío ambiente carente de color sirve para subrayar la monotonía y la carencia de atractivos en la vida de las tres hermanas. Como curiosidad, hay que decir que en la película haría el papel de Thackeray el célebre escritor y filósofo francés Roland Barthes.

Téchiné nos narra con maestría cómo Patrick Brontë, pastor de la iglesia anglicana desde 1806, se casa en 1812 con Mary Branwell. El matrimonio se instalaría en Yorkshire, donde nacen las tres hermanas Brontë: Charlotte, Emily y Anne. La película esboza una semblanza de la reprimida educación victoriana que sufrieron las escritoras, víctimas las tres de una penosa existencia. Fruto de su imaginación y deseos de una vida mejor, sus obras literarias, tan apasionadas y sensibles, difieren mucho de la realidad en la que les ha tocado vivir, sometidas a las discusiones con el padre y al cuidado de su hermano menor.

En este ciclo, en el que también se proyectaron con anterioridad ‘La vida de Emile Zola’, de William Dieterle (1937), o ‘Días sin vida’, de Henry King (1959), se observa cómo a lo largo de la Historia del Cine, las biografías de literatos ocupan un lugar destacado. El interés por la vida y la obra de diversos autores relevantes de varios países se ha visto trasladado a la pantalla, ya sea desde la ficción o como documental. Pero es en el primer aspecto, el de la ficción, aunque se haga referencia a sucesos más o menos extensos de índole biográfica, en el que se centra el citado ciclo “Escritores en imágenes”. Se trata, pues, de mostrar en la simbiosis entre literatura y cine cómo éste  ha revelado esas biografías, con mayor o menor fidelidad según qué casos, pero siempre con el debido respeto a esas figuras y haciendo gala de una calidad cinematográfica.

Así, Émile Zola, Scott Fitzgerald, Lillian Hellman, Dashiel Hammett, Charlotte Brontë, Mary Shelley, Lord Byron, San Juan de la Cruz, Henry Miller, Anaïs Nin, Franz Kafka, T.S. Elliot, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Knut Hamsun, Oscar Wilde, Iris Murdoch, Virginia Woolf, Truman Capote, Miguel de Cervantes, William Shakespeare, John Keats, León Tolstoi, Lope de Vega o Hannah Arendt, han pasado o pasarán sucesivamente por el Auditorio. Un magnífico elenco literario servido gracias a la inspiración de importantes cineastas, la mayoría británicos o norteamericanos, que se han valido de su talento en imágenes para recrear las vidas de estos escritores de renombre.