Este año la 64ª edición del Festival de cine de Cannes se iniciaba con la proyección de la película 'Midnight in Paris', del veterano director Woody Allen. Una agradable comedia –aunque para algunos peque algo de chauvinista– muy apropiada para el público asistente a este importante certamen francés.
Sería Jean Cocteau quien, en 1954, y a petición de una conocida orfebre de París, bosquejara lo que después fue –y sigue siendo– el emblemático galardón por el que de nuevo compiten este año veinte películas. Es decir, la llamada Palme d’Or o ‘Palma de Oro’ del festival, que en esta edición –en la que se presenta una versión en color, restaurada de ‘Viaje a la luna’ de George Méliès– ha recibido merecidamente en calidad de ‘Honor’ el cineasta italiano Bernardo Bertolucci.
Una carroza –en este caso una lujosa limousine con chófer tipo Quadrilette de la Belle époque– es la que, sólo a medianoche, transporta al escritor protagonista a esa nostálgica época dorada que vio la Ciudad Luz, para reencontrarse, en el París de entonces (del que Allen sólo muestra, además del modernismo, las costumbres y el glamour actual, lo atractivo de esos años y mitos que a él le interesa transmitir), con sus admirados literatos y artistas ya consagrados para la ilustre historia de esta ciudad universal, que vivieron en ese tiempo de entreguerras, como el polifacético Cocteau, un pendenciero Hemingway, los surrealistas Man Ray y Luis Buñuel, el genial Picasso, el elegante Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, la escritora y poetisa Gertrude Stein, el histriónico Salvador Dalí, o el gran torero Belmonte, entre otros.
Un fantástico divertimento a manera de viaje mágico en el tiempo al París de los felices años veinte, como el director ya hiciera de forma similar en ‘La Rosa Púrpura de El Cairo’ o ‘Alice’. Y que, como película, comienza con una larga serie de fotografías panorámicas de la capital gala; instantáneas de álbum de recuerdos de viaje de turista con buen ojo fotográfico, para enseñar así el mayor número de vistas de rincones en sugestivos encuadres que de otro modo sería imposible. Cafés –como el Select, que fascinaba a la bohemia parisina y en el que no sólo se podía encontrar a Hemingway, sino también a escritores como Henry Miller, Ezra Pound, Gertrude Stein o Scott Fitzgerald, y los habituales pintores de Montparnasse–, avenidas o bulevares como el de Saint-Germain; museos y monumentos, bucó-licos parques, la ineludible y celebrada Torre Eiffel y, por supuesto, el Sena, que, como dijera el gran Émile Zola, en sus aguas siguen reflejándose las alegrías y las penas de los parisinos. Lugares que, de forma grata, algunos revisita-remos en la ficción mediante esos mágicos saltos de época, entre efluvios de absenta, que hace cinematográficamente creíbles el siempre original Woody Allen. Los brillantes actores y la acertada y evocadora banda sonora de la película hacen el resto. ‘Let´s do it’.
Más información
Página web oficial del Festival de Cannes
Página web de ‘Midnight in Paris’ (Sony Pictures)
Cartel de la película basado en ‘Noche Estrellada’, de Vincent Van Gogh, y fotograma del film.
Sería Jean Cocteau quien, en 1954, y a petición de una conocida orfebre de París, bosquejara lo que después fue –y sigue siendo– el emblemático galardón por el que de nuevo compiten este año veinte películas. Es decir, la llamada Palme d’Or o ‘Palma de Oro’ del festival, que en esta edición –en la que se presenta una versión en color, restaurada de ‘Viaje a la luna’ de George Méliès– ha recibido merecidamente en calidad de ‘Honor’ el cineasta italiano Bernardo Bertolucci.
Una carroza –en este caso una lujosa limousine con chófer tipo Quadrilette de la Belle époque– es la que, sólo a medianoche, transporta al escritor protagonista a esa nostálgica época dorada que vio la Ciudad Luz, para reencontrarse, en el París de entonces (del que Allen sólo muestra, además del modernismo, las costumbres y el glamour actual, lo atractivo de esos años y mitos que a él le interesa transmitir), con sus admirados literatos y artistas ya consagrados para la ilustre historia de esta ciudad universal, que vivieron en ese tiempo de entreguerras, como el polifacético Cocteau, un pendenciero Hemingway, los surrealistas Man Ray y Luis Buñuel, el genial Picasso, el elegante Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, la escritora y poetisa Gertrude Stein, el histriónico Salvador Dalí, o el gran torero Belmonte, entre otros.
Un fantástico divertimento a manera de viaje mágico en el tiempo al París de los felices años veinte, como el director ya hiciera de forma similar en ‘La Rosa Púrpura de El Cairo’ o ‘Alice’. Y que, como película, comienza con una larga serie de fotografías panorámicas de la capital gala; instantáneas de álbum de recuerdos de viaje de turista con buen ojo fotográfico, para enseñar así el mayor número de vistas de rincones en sugestivos encuadres que de otro modo sería imposible. Cafés –como el Select, que fascinaba a la bohemia parisina y en el que no sólo se podía encontrar a Hemingway, sino también a escritores como Henry Miller, Ezra Pound, Gertrude Stein o Scott Fitzgerald, y los habituales pintores de Montparnasse–, avenidas o bulevares como el de Saint-Germain; museos y monumentos, bucó-licos parques, la ineludible y celebrada Torre Eiffel y, por supuesto, el Sena, que, como dijera el gran Émile Zola, en sus aguas siguen reflejándose las alegrías y las penas de los parisinos. Lugares que, de forma grata, algunos revisita-remos en la ficción mediante esos mágicos saltos de época, entre efluvios de absenta, que hace cinematográficamente creíbles el siempre original Woody Allen. Los brillantes actores y la acertada y evocadora banda sonora de la película hacen el resto. ‘Let´s do it’.
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Página web de ‘Midnight in Paris’ (Sony Pictures)
Cartel de la película basado en ‘Noche Estrellada’, de Vincent Van Gogh, y fotograma del film.