viernes, 17 de mayo de 2024

‘Elliott Erwitt. La comedia humana’

La Fundación Canal presenta una exposición coproducida con Magnum Photos que reúne 135 copias de época del fotógrafo estadounidense Elliott Erwitt.

Dividida en tres secciones, la exposición muestra tres de los ámbitos icónicos que fueron objeto de inspiración para Erwitt: las personas, los animales y las formas. Procedentes de su estudio, son fotografías que él mismo positivó y que reflejan su pulsión característica por capturar la esencia de lo cotidiano, desde el humor, el ingenio y el corazón.

Elliott Erwitt (1928-2023) ha pasado a formar parte de la historia de la fotografía por su capacidad de encontrar y capturar lo extraordinario en lo ordinario y de mostrar la comicidad que se encuentra en la humanidad. La narrativa de su obra es la historia de la vida misma. Para él, la fotografía “cuando es buena, es bastante interesante, y cuando es muy buena, es irracional e incluso mágica […] Cuando surge la fotografía, lo hace fácilmente, como un regalo que no debe ser cuestionado ni analizado”.

Las ocurrencias visuales que inundan sus fotografías despiertan una sonrisa cómplice en el espectador, haciéndole partícipe del espectáculo de la comedia humana. A lo largo de la exposición, se puede observar cómo encontraba el humor en lo peculiar del comportamiento humano, en sus escenas callejeras o en la intimidad de lo doméstico que inmortalizó con su cámara.

La humanidad de sus obras hace referencia a la mirada del fotógrafo, por la conexión emocional que crea con lo retratado. Lejos de la planificación y de una metodología inmutable, el trabajo de Erwitt es fruto del placer diario de salir al encuentro de la imagen, combinado con una maestría absoluta de la técnica fotográfica.

Son el uso del blanco y negro, junto a la ironía, las señas de identidad de este artista. Aunque una pequeña parte de su producción fotográfica es en color –la más comercial, aquello que consideraba “trabajo”–, según Erwitt, “el color es descriptivo. El blanco y negro es interpretativo”. En sus instantáneas, el color se reduce para dejar paso a lo esencial: las intensidades de los tonos, que ocultan una cosa y resaltan otra, y ofrecen una interpretación más libre, más expresiva y emotiva de la realidad. Es por ello, por lo que también sus fotografías están tituladas solo con la ubicación y el año, invitando al espectador a leer la imagen de forma más “pura”, para que pueda sacar sus propias conclusiones.

De las 135 copias de época que componen la exposición, 122 son impresiones de pequeño formato, a menudo denominadas “impresiones de trabajo”, ya que fueron utilizadas originalmente por el propio Erwitt para el desarrollo de libros o revistas. Junto a estas fotografías, la exposición también acoge 13 copias de gran formato (76 x 101 cm) a las que Erwitt denominó “impresiones maestras” y que fueron directamente supervisadas por él con el fin de exhibirlas en museos o galerías. Juntas, las “impresiones de trabajo” y las “impresiones maestras”, forman una colección única que proviene directamente del estudio de Elliott Erwitt y que se presentan por primera vez ante el público con esta disposición.

Más información

Fundación Canal/ Elliott Erwitt. La comedia humana.

Fotografía Shreveport, Luisiana, EE.UU. (1962) © Elliott Erwitt / Magnum Photos      

viernes, 3 de mayo de 2024

El último invierno de Paul Auster

El escritor norteamericano Paul Auster murió el pasado martes 30 de abril a los 77 años en su residencia de Brooklyn, Nueva York, a causa del cáncer de pulmón que sufría desde hacía más de dos años. 

Según informaría The New York Times, fue su amiga, Jacki Lyden quien confirmó la noticia. Su esposa, la también escritora estadounidense Siri Hustvedt, anunciaba en marzo del pasado año a través de Instagram, que su marido, el novelista Paul Auster, padecía la fatal enfermedad. De hecho, su última novela, ‘Baumgartner’ (Seix Barral), la finalizó durante el tratamiento oncológico al que se estaba sometiendo.

Con ocasión de la visita que Auster nos haría en 2012 para la promoción del por entonces su último libro, ‘Diario de invierno’, y a colación de la lapidaria frase extraída de él, “has entrado en el invierno de tu vida”, fue preguntado si a sus 65 años se sentía mayor. Auster, que supo ser uno de esos escritores con un estilo propio, único, gran narrador, inventor del azar, al que atribuye un papel determinante en nuestras vidas, explicó que “si lo consideramos desde un punto de vista matemático, si ves la vida dividida en cuatro estaciones –primavera, verano, otoño e invierno–, si tienes en cuenta que la gente vive más o menos 80 años, matemáticamente, me encuentro en la última estación de mi vida. Espero que dure mucho tiempo. Podría ser un invierno muy largo o muy corto. Pero lo que es innegable es que ya no soy joven”.

Se trataba de un libro en el que Auster desvelaba, a modo de diario desde la infancia a la madurez, pero no en ese estricto sentido cronológico, sus cotidianas peripecias y devenires haciendo un íntimo y veraz ejercicio de introspección. Narración de la que él es protagonista, como ya apuntase en ‘El cuaderno rojo’ y continuara con ‘A salto de mata’ o su ‘Crónica de un fracaso precoz’. Aunque, según sus propias palabras, “en el proceso de escribir o pensar sobre uno mismo, uno se convierte en otro”.

Ya se lo decía Rimbaud, a la edad de 16 años, a su amigo Paul Demeny en su Letres du Voyant (Cartas del vidente): “Je est un autre”, que para el poeta simbolista y decadentista significaba la disociación del ser del percibir o hacer de ese mismo ser. Separar de la trompeta el bronce que la integra, decía el propio Rimbaud. Limpiar de polvo y paja la memoria para extraer en conciencia el recuerdo y convertirlo en literatura.

Ahora, ya disociada su alma literaria de sus restos mortales, Auster nos deja para siempre un admirable legado. Una extensa bibliografía que, después de su aclamada novela ‘4 3 2 1’, concluye con el último regreso del escritor al mundo literario. ‘Baumgartner’ es una novela en la que Auster presenta al protagonista, un catedrático emérito de Filosofía llamado Sy Baumgartner, que se encuentra en un constante diálogo con su pasado. Como un reflejo de la vida del propio Auster, pues a veces comparte semejanzas con el autor.

En esta novela Auster se hace eco de las voces de otros autores, tejiendo un tapiz de referencias literarias que reflejan un estilo narrativo más directo y menos artificioso. Este planteamiento supone un cambio en su escritura, donde su propia vida parece dialogar con la de sus personajes.

Fotografía de Paul Auster © Joyce George