Noam Chomsky, profesor del Massachussets Institute of Technology (MIT) de Boston desde el año 1955, es según el New York Times el más importante de nuestros pensadores contemporáneos.
Chomsky es uno de los intelectuales más críticos con el establishment de los EE UU, y un gran referente para todos los progresistas del mundo. Sus opiniones sobre la actual situación de crisis económica que ha venido atravesando EE UU y, por extensión, el mundo, o la promesa de cambio que representaba Barack Obama, sea éste una invención mediática o no, son muy respetadas en muchos círculos políticos como es el Foro Social Mundial y otros sectores de la sociedad y la prensa internacional. Ha estado muy involucrado en el movimiento antiglobalización y le preocupa enormemente la situación en la que se encuentra la sanidad en su país, pues no hay un sistema que garantice los servicios médicos a los ciudadanos americanos.
Hace algunos años, Chomsky aparecía en la portada de The American Prospect, una publicación dirigida a los inte-lectuales liberales de izquierdas, enfrentado a un también airado vicepresidente Dick Cheney. Con aquella portada se quería representar de una forma muy gráfica la amenaza de una quiebra en la ortodoxia liberal, pues los intelectuales de izquierdas son los garantes y custodios de los límites del sistema. Y eso incluye a los medios de comunicación, sobre los cuales hay un gran control ideológico, dándose una situación paradójica en la que, por un lado, hay mucha libertad de expresión y, por otro, al mismo tiempo, un gran control de las ideas.
La sociedad americana actual está dirigida por estrictos principios doctrinales que no permiten ninguna desviación que suponga una amenaza para el sistema que, en temas importantes, se posiciona, a través de la clase política, más a la derecha que el resto de la población, la cual, por ejemplo, en materia de sanidad, está a la izquierda de dicho establishment. Así es, por lo general, lo que ha ocurrido siempre en un país muy libre pero, al mismo tiempo, de muy controlada ideología.
A pesar de la impresión que se tiene fuera de los EE UU de que éstos poseen un sistema político muy estable, la verdad es que los medios de comunicación no se permiten oposiciones críticamente contrarias. De hecho, dicha estabilidad requiere en muchas ocasiones del secretismo u ocultación. Un ejemplo de ello son los papeles del Pentágono durante la guerra de Vietnam, documentos que no eran de dominio público y que, sin embargo, revelaban unos interesantes datos comprendidos en el periodo que finalizaba a mediados de 1968, y que convencieron a la clase política de que la guerra estaba resultando demasiado costosa. Cuando la gran mayoría de la población ya estaba absolutamente en contra del conflicto bélico –algo muy similar a lo ocurrido con el pueblo americano y la pasada guerra de Irak– y, por tanto, que se produjera una sublevación de peligrosas consecuencias para el establishment.
El panorama, al que esta vez se sumó la crisis económica, era muy parecido al de entonces, y fue el que propició la elección de Obama; aunque, según Noam Chomsky, “las elecciones se rigen por un sistema de marketing”. Pues en 2004, la mayoría de los votantes de Bush tenían una idea equivocada de lo que, se suponía, eran sus ideales, y de igual manera que se venden bienes de consumo se venden candidatos a la Casa Blanca. Y cuando ese marketing no es suficiente, se recurre al voto electrónico, como ocurrió en las elecciones del año 2000.
En el conjunto de técnicas que se emplean para conocer y satisfacer las necesidades del votante, es decir, lo compren-dido en el programa y campaña electoral para vender al por entonces candidato a presidente Barack Obama, se desplegaron eslóganes como ‘Cambio’, ‘Esperanza’, ‘Unidad’ y el célebre y optimista ‘Yes we can’. Palabras que habían devuelto la ilusión a los más desfavorecidos, movilizando a un gran número de votantes acuciados por la desesperanza.
En aquellas elecciones del 4 de noviembre de 2008, el otro favorito era el republicano McCain, un héroe de Vietnam que fue colocado al otro lado de la balanza, para sondear así las necesidades políticas de la población. Un hombre cuyo heroísmo, experiencia y capacidad como estratega se sostenían en bombardear con su avión poblaciones vietnamitas; que fuera abatido, capturado y torturado. Pero nada de eso hacía de él un experto en política exterior y relaciones internacionales. Era otra creación de los especialistas que elaboran todo ese referido marketing, al que, según Chomsky, destinan una sexta parte del PIB.
El perfil y los ideales políticos de McCain conectaban con el otro segmento de la población, el republicano, que se inclinaba más por un nacionalismo radical. Y para Chomsky, McCain podía haber resultado peor aún que Bush.
Además de la crisis financiera, a Obama se le presentaban otras papeletas de carácter internacional, como eran, o aún siguen siendo, la supuesta amenaza que constituye Irán y su derecho o no a enriquecer uranio para crear energía nuclear; la retirada de las tropas de Irak –que tras la firma del acuerdo en 2008 se llevará a cabo por fin antes de que finalice el año, si bien probablemente permanecerá en el país un pequeño contingente de unos cinco mil soldados–, Afganistán, el Tercer Mundo, los Derechos Humanos… etc.
Noam Chomsky, que ha manifestado que no votó a Obama porque durante las primarias no tenía ninguna esperanza en él, escribió sobre éste opinando muy negativamente. Ahora, cuando se van a cumplir tres años de su mandato, y sucedido acontecimientos tan históricamente significativos como la revolucionaría ‘Primavera Árabe’ o la reciente captura y muerte del dictador Gadafi, aparece el libro ‘La Era Obama y otros escritos sobre el imperio de la fuerza’. Una nueva obra del Chomsky en estado puro, que con pasión mantiene su fe en la justicia y el estado de derecho, y en el que reúne una serie de entrevistas, conferencias y reflexiones que ponen en tela de juicio la política imperialista mantenida por los EE UU desde el trágico 11-S hasta la ejecución de Bin Laden, pasando por las guerras de Afganistán e Irak.
Fotografía de Noam Chomsky fuente ‘Eje crítico’
Chomsky es uno de los intelectuales más críticos con el establishment de los EE UU, y un gran referente para todos los progresistas del mundo. Sus opiniones sobre la actual situación de crisis económica que ha venido atravesando EE UU y, por extensión, el mundo, o la promesa de cambio que representaba Barack Obama, sea éste una invención mediática o no, son muy respetadas en muchos círculos políticos como es el Foro Social Mundial y otros sectores de la sociedad y la prensa internacional. Ha estado muy involucrado en el movimiento antiglobalización y le preocupa enormemente la situación en la que se encuentra la sanidad en su país, pues no hay un sistema que garantice los servicios médicos a los ciudadanos americanos.
Hace algunos años, Chomsky aparecía en la portada de The American Prospect, una publicación dirigida a los inte-lectuales liberales de izquierdas, enfrentado a un también airado vicepresidente Dick Cheney. Con aquella portada se quería representar de una forma muy gráfica la amenaza de una quiebra en la ortodoxia liberal, pues los intelectuales de izquierdas son los garantes y custodios de los límites del sistema. Y eso incluye a los medios de comunicación, sobre los cuales hay un gran control ideológico, dándose una situación paradójica en la que, por un lado, hay mucha libertad de expresión y, por otro, al mismo tiempo, un gran control de las ideas.
La sociedad americana actual está dirigida por estrictos principios doctrinales que no permiten ninguna desviación que suponga una amenaza para el sistema que, en temas importantes, se posiciona, a través de la clase política, más a la derecha que el resto de la población, la cual, por ejemplo, en materia de sanidad, está a la izquierda de dicho establishment. Así es, por lo general, lo que ha ocurrido siempre en un país muy libre pero, al mismo tiempo, de muy controlada ideología.
A pesar de la impresión que se tiene fuera de los EE UU de que éstos poseen un sistema político muy estable, la verdad es que los medios de comunicación no se permiten oposiciones críticamente contrarias. De hecho, dicha estabilidad requiere en muchas ocasiones del secretismo u ocultación. Un ejemplo de ello son los papeles del Pentágono durante la guerra de Vietnam, documentos que no eran de dominio público y que, sin embargo, revelaban unos interesantes datos comprendidos en el periodo que finalizaba a mediados de 1968, y que convencieron a la clase política de que la guerra estaba resultando demasiado costosa. Cuando la gran mayoría de la población ya estaba absolutamente en contra del conflicto bélico –algo muy similar a lo ocurrido con el pueblo americano y la pasada guerra de Irak– y, por tanto, que se produjera una sublevación de peligrosas consecuencias para el establishment.
El panorama, al que esta vez se sumó la crisis económica, era muy parecido al de entonces, y fue el que propició la elección de Obama; aunque, según Noam Chomsky, “las elecciones se rigen por un sistema de marketing”. Pues en 2004, la mayoría de los votantes de Bush tenían una idea equivocada de lo que, se suponía, eran sus ideales, y de igual manera que se venden bienes de consumo se venden candidatos a la Casa Blanca. Y cuando ese marketing no es suficiente, se recurre al voto electrónico, como ocurrió en las elecciones del año 2000.
En el conjunto de técnicas que se emplean para conocer y satisfacer las necesidades del votante, es decir, lo compren-dido en el programa y campaña electoral para vender al por entonces candidato a presidente Barack Obama, se desplegaron eslóganes como ‘Cambio’, ‘Esperanza’, ‘Unidad’ y el célebre y optimista ‘Yes we can’. Palabras que habían devuelto la ilusión a los más desfavorecidos, movilizando a un gran número de votantes acuciados por la desesperanza.
En aquellas elecciones del 4 de noviembre de 2008, el otro favorito era el republicano McCain, un héroe de Vietnam que fue colocado al otro lado de la balanza, para sondear así las necesidades políticas de la población. Un hombre cuyo heroísmo, experiencia y capacidad como estratega se sostenían en bombardear con su avión poblaciones vietnamitas; que fuera abatido, capturado y torturado. Pero nada de eso hacía de él un experto en política exterior y relaciones internacionales. Era otra creación de los especialistas que elaboran todo ese referido marketing, al que, según Chomsky, destinan una sexta parte del PIB.
El perfil y los ideales políticos de McCain conectaban con el otro segmento de la población, el republicano, que se inclinaba más por un nacionalismo radical. Y para Chomsky, McCain podía haber resultado peor aún que Bush.
Además de la crisis financiera, a Obama se le presentaban otras papeletas de carácter internacional, como eran, o aún siguen siendo, la supuesta amenaza que constituye Irán y su derecho o no a enriquecer uranio para crear energía nuclear; la retirada de las tropas de Irak –que tras la firma del acuerdo en 2008 se llevará a cabo por fin antes de que finalice el año, si bien probablemente permanecerá en el país un pequeño contingente de unos cinco mil soldados–, Afganistán, el Tercer Mundo, los Derechos Humanos… etc.
Noam Chomsky, que ha manifestado que no votó a Obama porque durante las primarias no tenía ninguna esperanza en él, escribió sobre éste opinando muy negativamente. Ahora, cuando se van a cumplir tres años de su mandato, y sucedido acontecimientos tan históricamente significativos como la revolucionaría ‘Primavera Árabe’ o la reciente captura y muerte del dictador Gadafi, aparece el libro ‘La Era Obama y otros escritos sobre el imperio de la fuerza’. Una nueva obra del Chomsky en estado puro, que con pasión mantiene su fe en la justicia y el estado de derecho, y en el que reúne una serie de entrevistas, conferencias y reflexiones que ponen en tela de juicio la política imperialista mantenida por los EE UU desde el trágico 11-S hasta la ejecución de Bin Laden, pasando por las guerras de Afganistán e Irak.
Fotografía de Noam Chomsky fuente ‘Eje crítico’