La Kutxa Kultur Artegunea inaugura
una importante retrospectiva del gran poeta visual norteamericano Saul Leiter,
cuyo centenario de su nacimiento celebramos el pasado año.
Desde el 19 de julio y hasta el
10 de noviembre de 2024, el espacio Artegunea de Kutxa Fundazioa presenta en San
Sebastián una exposición dedicada a uno de los indudables grandes pioneros de
la fotografía en color americana. Aunque en esta ocasión, la muestra quiere
incidir también en ese importante trabajo previo que Leiter realizó
fotografiando en blanco y negro.
Saul Leiter (Pittsburgh, 1923 –
Nueva York, 2013) posee una obra heterogénea, inclasificable y de
una extrema densidad que abarca, además de la fotografía, también la pintura. Comisariada
por Anne Morin, la exposición presenta ahora más de 200 fotografías originales —de
las cuales la mayoría son en blanco y negro—, y unos cuarenta cuadros, una
proyección de sus fotografías en color, así como documentos, revistas,
cuadernos y cámaras fotográficas que en su día pertenecieron a Saul Leiter.
El foco de la muestra se centra
en ‘In my Room’, el corazón de la obra de Leiter. Esta serie es la única a la
que su autor puso título y es, además, la única pulsión de la vasta extensión que
es su obra. Imágenes fotográficas en blanco y negro, y ninguna en color a las
que Leiter regresa para pintarlas, cubrirlas borrando rostros y cuerpos con
color y fondos lisos. Así, en un formato muy pequeño podemos descubrir un
conjunto de 40 obras.
La exposición también incluye un fragmento de la película ‘In No Great Hurry: 13 Lessons in Life with Saul Leiter’, filmada en la intimidad de su estudio entre 2010 y 2011. El documental retrata al fotógrafo haciendo balance de su vida en su apartamento de la calle 10 de Nueva York, lo que nos permite conocer más la identidad del personaje, entender la figura que está detrás de esta obra.
Saul Leiter nace en el seno de
una familia judía practicante. Su padre, rabino ortodoxo de origen polaco,
erudito y políglota era muy respetado en su comunidad. Estaba previsto que Saul
también fuera rabino siguiendo los pasos de su padre y de su abuelo. Esa fue la
primera batalla que tuvo que librar ante la autoridad paterna, opresiva e
intransigente. Leiter convirtió esa imposición en un verdadero valor, ya que
este hecho que explicará muchas cosas más tarde, constituiría la persistente huella
del judaísmo en su obra.
En 1946 el joven Leiter se traslada a Nueva York, huyendo de aquel ambiente familiar que le resultaba tan asfixiante. Allí conocería al artista Richard Pousette-Dart, pintor expresionista abstracto que recientemente había comenzado a interesarse por la fotografía.
Leiter tenía 23 años y vivía en
condiciones de extrema precariedad. Se volvió una especie de vagabundo, un solitario
que prefería estar oculto. Esa es la razón por la que probablemente Leiter no
eligiera pertenecer a ningún grupo artístico, político o social. Aunque, por su
idiosincrasia, sí podría haber simpatizado con la Beat Generation, siempre en una constante búsqueda de la libertad.
El pintor Pousette-Dart le
presenta al fotógrafo y reportero William Eugene Smith, animándolo a dedicarse
a la fotografía como medio de vida. Más tarde, Smith le presentaría a otros
influyentes fotógrafos callejeros como Robert Frank, William Klein y Diane
Arbus, miembros del movimiento al que a veces se hace referencia como la
Escuela de Fotografía de Nueva York.
En gran parte autodidacta,
Leiter en sus inicios trabajó principalmente en monocromo, haciendo tanto Street photography como retratos, pero
fue uno de los primeros en adoptar el color. Las calles que rodean su casa en
Manhattan fueron, casi exclusivamente, el tema de su obra personal.
Desde 1948, fotografiar en
color se vuelve una práctica habitual para Leiter, e inmediatamente se le relacionará
con ello, lo que desafortunadamente contribuirá a eclipsar toda su creación en
blanco y negro, un archivo fotográfico tan sorprendente como el de su obra en
color.
Leiter pasó gran parte de su vida profesional como fotógrafo de moda, trabajando para una serie de publicaciones de renombre como Elle y Harper's Bazaar. Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo, era casi un total desconocido para el mundo del arte en general. Este relativo anonimato parecía adaptarse a él, un personaje modesto por naturaleza, que vio la fama como una distracción no deseada.
En 2006, Leiter, que entonces
tenía 82 años, con la ayuda del historiador del arte Martin Harrison y The Howard
Greenberg Gallery, publicó ‘Early colour’, una colección de fotografías
personales en color de su vasto archivo. Un gran éxito que condujo a la primera
gran retrospectiva de Leiter e innumerables exposiciones en todo el mundo,
incluida su primera exposición europea en la Fundación Henri Cartier-Bresson en
París, en 2008. En 2013, el cineasta británico Tomas Leach dirigió el
documental ‘In No Great Hurry’, un retrato íntimo de Leiter que recibió elogios
generalizados.
Leiter continuó tomando fotografías casi hasta su muerte a finales de 2013, a los ochenta y nueve años.
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Kutxa Fundazioa / Saul Leiter. Un mundo inacabado.
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