Bajo un manto de cielo salpicado de las mismas estrellas que contemplase Johannes Kepler cuando en 1609, hospedado en una pequeña posada de Praga, escribiera su famosa obra titulada ‘Astronomía Nova’; y antes de que una vez más, como colofón de su Concierto de Año Nuevo, la Orquesta Filarmónica de Viena interprete la consabida Marcha Radetzky con la que Johann Strauss inmortalizara al célebre militar checo, los espectaculares fuegos artificiales, que tradicionalmente despiden el año sobre los tejados góticos de la ciudad bohemia ante la alucinada mirada de los turistas, explosionaban en la noche como supernovas en el fir-mamento, reflejándose en las oscuras y gélidas aguas del Moldava como en un deslumbrante espejo, que era surcado a esas horas por los pintorescos y siempre completos barcos restaurantes bajo el puente de Carlos.
El popular Staroměstský orloj, o Reloj Astronómico de Praga, fabricado por el maestro relojero Hanuš, quien según cuenta la leyenda fue cegado para que no pudiera jamás construir otro reloj igual, que el pasado 2010 cumpliera 600 años señalando las horas desde el muro de piedra de la casa del ayuntamiento, en la Plaza de la Ciudad Vieja, había dado las campanadas que anunciaban el nuevo año mostrando sus figuras animadas a los atentos visitantes que, espe-cialmente en estas fiestas, colman las calles del corazón de esta bonita capital europea. Según es costumbre, para los locales y en todo el país, los más supersticiosos repetirán ritos o tradiciones como son el lanzamiento de un zapato para encontrar pareja, o poner bajo el plato las escamas de una carpa, típico plato navideño, para tener un año de bienestar y prosperidad económica.
También en la plaza se sucederán los conciertos que de nuevo atraen a jóvenes turistas de toda Europa, para los que la animada Praga es el lugar ideal para recibir el nuevo año. Pero antes, durante la tarde y noche, los numerosos cafés del centro serían los que acogiesen en sus cálidos salones a todos aquellos asiduos amantes de estos confortables estable-cimientos, tan de agradecer con temperaturas bajo cero en el exterior, y por los que todavía parece que se paseara la sombra de Kafka. Como el literario Café Louvre, situado en la concurrida Národní třída (Calle Nacional), uno de los cafés de la época de la vieja Austria a cuyo círculo filosófico perteneció, junto a sus amigos Max Brod, Hugo Bergmann y Felix Weltsch, el escritor Franz Kafka; influidos todos ellos por las enseñanzas del filósofo Brentano, y en el que, como una extensión de su oficina, el autor de la ‘Metamorfosis’ afirmó haber pasado allí “bellas y agradables horas”.
Otra propuesta de la Nochevieja en Praga seguirá siendo siempre la de los numerosos locales que ofrecen actuaciones en directo. Emblemáticos clubes de jazz tales como el ‘Agharta’, en el 16 de la céntrica calle Železná. Cuyo nombre nos hace evocar aquel mítico reino subterráneo que detenta la tradición oriental, al que la ocultista Helena Blavatsky denominaba “Logia blanca”, pues el club, además, está enclavado en la cava de una casa gótica del siglo XIV, y donde diariamente se puede disfrutar de la buena música en vivo mientras se brinda con champagne, se saborea en buena compañía una cerveza Pilsner Urquell o, si se prefiere, para entrar en calor, una copa del conocido aguardiente de 38 grados Becherovska.
Feliz Año Nuevo. Šťastný Nový Rok.
El popular Staroměstský orloj, o Reloj Astronómico de Praga, fabricado por el maestro relojero Hanuš, quien según cuenta la leyenda fue cegado para que no pudiera jamás construir otro reloj igual, que el pasado 2010 cumpliera 600 años señalando las horas desde el muro de piedra de la casa del ayuntamiento, en la Plaza de la Ciudad Vieja, había dado las campanadas que anunciaban el nuevo año mostrando sus figuras animadas a los atentos visitantes que, espe-cialmente en estas fiestas, colman las calles del corazón de esta bonita capital europea. Según es costumbre, para los locales y en todo el país, los más supersticiosos repetirán ritos o tradiciones como son el lanzamiento de un zapato para encontrar pareja, o poner bajo el plato las escamas de una carpa, típico plato navideño, para tener un año de bienestar y prosperidad económica.
También en la plaza se sucederán los conciertos que de nuevo atraen a jóvenes turistas de toda Europa, para los que la animada Praga es el lugar ideal para recibir el nuevo año. Pero antes, durante la tarde y noche, los numerosos cafés del centro serían los que acogiesen en sus cálidos salones a todos aquellos asiduos amantes de estos confortables estable-cimientos, tan de agradecer con temperaturas bajo cero en el exterior, y por los que todavía parece que se paseara la sombra de Kafka. Como el literario Café Louvre, situado en la concurrida Národní třída (Calle Nacional), uno de los cafés de la época de la vieja Austria a cuyo círculo filosófico perteneció, junto a sus amigos Max Brod, Hugo Bergmann y Felix Weltsch, el escritor Franz Kafka; influidos todos ellos por las enseñanzas del filósofo Brentano, y en el que, como una extensión de su oficina, el autor de la ‘Metamorfosis’ afirmó haber pasado allí “bellas y agradables horas”.
Otra propuesta de la Nochevieja en Praga seguirá siendo siempre la de los numerosos locales que ofrecen actuaciones en directo. Emblemáticos clubes de jazz tales como el ‘Agharta’, en el 16 de la céntrica calle Železná. Cuyo nombre nos hace evocar aquel mítico reino subterráneo que detenta la tradición oriental, al que la ocultista Helena Blavatsky denominaba “Logia blanca”, pues el club, además, está enclavado en la cava de una casa gótica del siglo XIV, y donde diariamente se puede disfrutar de la buena música en vivo mientras se brinda con champagne, se saborea en buena compañía una cerveza Pilsner Urquell o, si se prefiere, para entrar en calor, una copa del conocido aguardiente de 38 grados Becherovska.
Feliz Año Nuevo. Šťastný Nový Rok.