En otros tiempos si uno de esos ingenuos coleccionistas de reliquias, no de santos sino de pensadores o filósofos, refería el nombre de Voltaire a cualquier anticuario de París, quizá alguno cercano al café homónimo en donde fuera fotografiado por última vez el parnasiano Verlaine –aquel viejo café de la Place de l´Odeon que en su día asimismo acogiera al poeta Mallarmé en la época de los simbolistas, y del que fueran asiduos también Courteline, Bourget y Barrés– sería ladinamente atendido y guiado al interior del bazar, a un apartado rincón donde, con el mayor secretismo, le sería mostrado algo parecido a un corazón, duro como una piedra, guardado en el fondo de una urna de mármol, o tal vez encerrado en una jaula de oro, y por el que le pedirían un ojo de la cara en favor de la filosofía.
El poeta de Francia, François Marie Arouet, alias Voltaire, se caracterizaría por su tolerancia y defendería la convivencia pacífica entre hombres de distintas creencias y religiones, muy al contrario que, por ejemplo, Montesquieu, con el que discrepaba acerca del derecho legítimo de los pueblos a la guerra. Además, es un hecho conocido que en cierta ocasión Voltaire defendiera a un criminal convicto llamado Jean Calas, al que creía inocente con total convencimiento. Y claro es que Voltaire estaba en lo cierto, pues de esa forma consiguió limpiar el nombre de Calas a la vez que demostraba al mundo que París era una ciudad donde la justicia y la tolerancia siempre triunfarían, aun a pesar de que Calas fuera ajusticiado finalmente sin remedio.
Para el biólogo, escritor y ensayista Martí Domínguez, Voltaire sigue vivo y encarnaría mejor que cualquier otro gran nombre de la Ilustración el siglo XVIII, más incluso que Diderot o Rousseau. No en vano el Siglo de las Luces, denominado así por su finalidad declarada de despejar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón y la libertad, es también conocido como el siglo de Voltaire. Según se puede leer textualmente en L'Encyclopédie: “a medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad”.
El filósofo de Freney, primero en alcanzar esa hasta entonces utópica meta siendo el primer escritor libre, afirmaría: “Oigo hablar de libertad, pero no creo que haya habido en Europa un particular que se haya forjado una como la mía. Seguirá mi ejemplo quien quiera y pueda”. Voltaire fue el primer escritor totalmente libre, el primero que consiguió vivir de su trabajo, el primer profesional de la escritura, según explica Martí Domínguez.
En las dos conferencias que el escritor impartió, Martí Domínguez estudia la influencia de Voltaire en el Siglo de las Luces. La primera se centra en un rápido repaso de la obra de sus principales contemporáneos, y en la relación que mantuvieron con el filósofo, siempre complicada y espinosa. En la segunda divulga la obra y vida del filósofo, sus polémicas, sus desavenencias con el poder (su relación de amor odio con Federico II de Prusia), y su retiro en los Alpes franceses, hasta su regreso glorioso a París, poco antes de su muerte. Así, durante estas dos sesiones, se mostraría una visión poliédrica del siglo XVIII francés, del movimiento ilustrado y de su mayor faro intelectual, el gran Voltaire.
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Ciclo de conferencias de la Fundación Juan March
El poeta de Francia, François Marie Arouet, alias Voltaire, se caracterizaría por su tolerancia y defendería la convivencia pacífica entre hombres de distintas creencias y religiones, muy al contrario que, por ejemplo, Montesquieu, con el que discrepaba acerca del derecho legítimo de los pueblos a la guerra. Además, es un hecho conocido que en cierta ocasión Voltaire defendiera a un criminal convicto llamado Jean Calas, al que creía inocente con total convencimiento. Y claro es que Voltaire estaba en lo cierto, pues de esa forma consiguió limpiar el nombre de Calas a la vez que demostraba al mundo que París era una ciudad donde la justicia y la tolerancia siempre triunfarían, aun a pesar de que Calas fuera ajusticiado finalmente sin remedio.
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El filósofo de Freney, primero en alcanzar esa hasta entonces utópica meta siendo el primer escritor libre, afirmaría: “Oigo hablar de libertad, pero no creo que haya habido en Europa un particular que se haya forjado una como la mía. Seguirá mi ejemplo quien quiera y pueda”. Voltaire fue el primer escritor totalmente libre, el primero que consiguió vivir de su trabajo, el primer profesional de la escritura, según explica Martí Domínguez.
En las dos conferencias que el escritor impartió, Martí Domínguez estudia la influencia de Voltaire en el Siglo de las Luces. La primera se centra en un rápido repaso de la obra de sus principales contemporáneos, y en la relación que mantuvieron con el filósofo, siempre complicada y espinosa. En la segunda divulga la obra y vida del filósofo, sus polémicas, sus desavenencias con el poder (su relación de amor odio con Federico II de Prusia), y su retiro en los Alpes franceses, hasta su regreso glorioso a París, poco antes de su muerte. Así, durante estas dos sesiones, se mostraría una visión poliédrica del siglo XVIII francés, del movimiento ilustrado y de su mayor faro intelectual, el gran Voltaire.
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