sábado, 14 de abril de 2012

‘El beso de Doisneau’


En este día, mes y año en que se cumplen cien de su nacimiento, no he podido dejar de recordar al grabador litográfico, tipógrafo y, sobre todo, gran fotógrafo francés Robert Doisneau. Y lo hago con este fragmento, ahora a manera de microrelato elíptico, extraído de la novela ‘Sincronías del destino’. Pues, como suscitara Hemingway, es el lector con su imaginación quien debe rellenar el posible vacío argumental. Porque siempre hay algo que no se cuenta, pero se han de dar las claves para sobrentenderlo, ya que suele ser determinante para la totalidad de una historia. Algo semejante ocurre con la fotografía del famoso beso frente al Hôtel de Ville, muchos pensaron que se trataba de una fotografía espontánea que el autor había realizado en su recorrido por las calles de París. Sin embargo, tiempo después se ha sabido que la pareja la formaban dos estudiantes de arte dramático, llamados Françoise y Jacques, a los cuales Doisneau había contactado en un café de la ciudad. Desde entonces, además de algún que otro pleito por parte de los actores, la foto simboliza el amor y representa a París como ciudad romántica, y aún hoy más que nunca el famoso beso vende cientos de miles de copias al año.


‘El beso de Doisneau’ (microrelato)

Las fotografías que vendía Maurice en su puesto del muelle no eran tanto de Man Ray como algunas de las más famosas de Doisneau, Brassai o Boubat que, entre las de otros colegas, se incluyen en el conjunto de obras de la llamada Photographie humaniste; precisamente, estos últimos días, mientras esperaba la llegada de algún turista ávido de esas panorámicas del viejo París o de cualquier otro souvenir de los que él vendía, sentado en su vieja silla de lona plegable, la estampa que más contemplaba de todas ellas era la popular fotografía de Robert Doisneau, en la que aparecen dos amantes besándose frente al Hôtel de Ville. Cuando miraba la instantánea durante largo tiempo, se recreaba en ella, y en su imaginación fantaseaba poniéndoles mentalmente a los rostros de esos enamorados el semblante de su amiga, una pintora española, y el suyo, causándole este disimulado anhelo una mayor desazón.

Lamentablemente, cuando la pintora llegó y hubieron acordado que la llave se la entregaría a la portera de su finca después de consignar allí el nuevo cuadro, se despidió de él con un simple beso en la mejilla que muy poco o nada tuvo que ver con el de la reproducción de Doisneau. La pintora y el bouquiniste mantenían esa relación pactada viéndose de vez en cuando sin que hasta ahora ella se hubiera sincerado mostrándole sus verdaderos sentimientos, antes bien ponía alguna excusa o simplemente no le daba ninguna explicación que justificara sus viajes a España –aunque a Maurice le resultara fácil adivinar la razón–. Sin embargo, a Helena le gustaba gastarle bromas llamándole Maurice Quentin de La Tour –como el célebre retratista oficial de Luis XV– cuando, a ratos perdidos, le veía garabatear al pastel alguna cartulina. Por su parte, Maurice, haciendo gala siempre de una gran discreción, tampoco le hacía preguntas que pudieran dar la impresión de querer inmiscuirse en su vida privada y, claro está, en esta ocasión no fue diferente. Así pues la deseó un bon voyage. (…)


Fotografía ‘Le baiser de l’Hôtel de ville’, 1950 © Robert Doisneau

domingo, 1 de abril de 2012

Perec, un inventario de cosas


Una exposición en Madrid reúne obras del escritor francés provenientes de la Bibliothèque de l’Arsenal de Paris, seleccionadas todas ellas por la Association Georges Perec, junto a otras de diversos artistas españoles.

El escritor Georges Perec (1936-1982), que obtuvo en 1965 el premio Renaudot con su primera novela ‘Las cosas’, estudió sociología y colaboró en diversas revistas literarias. Su ecléctica personalidad le predispuso a ser también ensayista, poeta, dramaturgo, guionista de cine o aficionado a los juegos de palabras como acrósticos, “sopas de letras”, o los crucigramas que elaboraba para el magazín Le Point. También fue miembro del célebre “OuLiPo”, acrónimo de Ouvroir de Littérature Potentielle (Taller de literatura potencial), fundado por el también literato Raymond Queneau.

Ganador del premio Médicis en 1978 por ‘La vida, instrucciones de uso', una especie de puzzle compuesto por 107 historias que conforman el relato de los vecinos de un inmueble –planteamiento que recuerda la viñeta de Ibáñez, '13, Rue del Percebe'–, publicó entre otras 'Un hombre que duerme', 'El gabinete de un aficionado' y 'La desaparición', obras que han sido traducidas a quince idiomas.

Si en su novela ‘La desaparición’ asumió el reto de escribir sin emplear la letra e –la letra más frecuente en el francés– sin menoscabo de la coherencia en la narración, la traducción al español, que se tituló 'El secuestro', supuso un doble salto mortal, pues siguiendo el mismo principio, se tradujo sin usar la letra a.

Esta nueva exposición del escritor, titulada ‘Perec. Tentativa de inventario’, y comisariada por Alberto Ruiz de Samaniego, reúne varios fondos provenientes de la Bibliothèque de l’Arsenal de Paris, que han sido seleccionados por la Association Georges Perec, y que se presenta como una serie de obras realizadas por artistas amigos del escritor como fueron Saul Steinberg, Bernard Plossu, Robert Bober y Bernard Queysanne, reflejando su gran influencia en ellos. Asimismo forman una parte importante de la muestra los trabajos de artistas españoles relacionados o próximos a la obra y poética del escritor francés, como son las obras de Eduardo Scala, Ignasi Aballi, Isidoro Valcárcel Medina, Alfonso Berridi, Los Torreznos, Anne Heyvaert, Manuel Saro y Amaya González Reyes.



Más información

Círculo de Bellas Artes de Madrid


Enlaces de interés

Association Georges Perec

Conferencia sobre el secuestro de Georges Perec