El pasado 14 de noviembre, en el
marco de la XII Semana de la Ciencia –la cual convoca un gran número de
actividades gratuitas que ponen al alcance del público la ciencia y la
tecnología realizada en la Comunidad de Madrid, desde el mundo de las nuevas
tecnologías en materiales hasta las últimas investigaciones en robótica, o
desde las nuevas políticas energéticas hasta los últimos avances en la
astronomía, el transporte, las comunicaciones, las leyes del suelo o la
arqueología–, se celebró en la capital, a través de la UDIMA, una conferencia
sobre la masiva irrupción de las Redes sociales, el llamado “periodismo
ciudadano” o los periodistas –también– digitales de la actualidad, cuyo ponente
fue el profesor de dicha universidad, Álvaro de Diego González. El objetivo de
estas mesas redondas, conferencias o actividades varias es “alentar el
desarrollo de relaciones armoniosas entre ciencia y sociedad, así como
contribuir a que los científicos reflexionen de manera crítica y adopten una
actitud más receptiva ante las preocupaciones de la sociedad”.
Para que los logros de la ciencia
y la tecnología respondan a las necesidades de los ciudadanos y cuenten con su
adhesión, es necesario que dispongan de una información verdadera, comprensible
y de calidad, así como de un libre acceso a esta cultura científica a través de
los medios o empresas de comunicación. Los investigadores, las instituciones, empresas
u organismos de investigación y, en particular, las universidades, deben
desempeñar plenamente su papel fundamental de información al público. Un mundo
de conocimientos de la mano de los mejores expertos. Sin embargo, cualquier
persona puede ejercer el periodismo en la actualidad. Prueba de ello es, por ejemplo, la
noticia de la muerte de Bin Laden, anticipada por un ciudadano en Twitter. El
incremento de las redes sociales y su uso ha crecido de forma exponencial,
sobre todo en Israel, seguido de EE UU y Rusia. Un ejemplo de movilización
mediante las redes sociales fue la “Primavera árabe” y, posteriormente, el caso
de “Wikileaks”. Ha cambiado el paradigma de la comunicación; según el profesor
del MIT, Henry Jenkins, la cultura es ahora convergente, es decir, una convergencia
mediática, cultura participativa, e inteligencia colectiva.
Por otro lado, las redes sociales
y el periodismo digital –ya sea ciudadano o profesional– son la causa de la
desaparición de diarios o publicaciones emblemáticas como el semanario Newsweek
–lo que ocurrirá a finales de este mismo año–, o también el alemán BILD. Con lo
que ello conlleva, como son los despidos masivos o los ERE, como el realizado
recientemente en el periódico EL PAÍS, despidiendo a 129 trabajadores de su
plantilla. Aparte de la desaparición del periodista como intermediario de la
información, lo que antes era una simple fuente en la actualidad se salta al
profesional periodista que debe realizar su crónica. Un ejemplo claro de esto
es la reciente misión de exploración a Marte, la propia web de la NASA registró
225 millones de entradas, superando así las de cualquier otro medio de
información.
Otros inconvenientes, desventajas o contrapartidas que conlleva este tipo de
comunicación a través de las redes sociales son la extensión de los rumores, la “infoxicación”, la lesión de
los derechos individuales o colectivos, la banalización de la información
–véase Wikipedia–, la cultura mosaico, la adicción o el narcisismo. Por tanto,
las premisas del buen periodismo serían una propuesta etico-deontológica; una información
de calidad; interpretación y análisis y, quizá, ¿contenidos de pago?
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