La exposición antológica del Centro
Pompidou de París, dedicada al famoso fotógrafo francés que se clausuró en la
capital gala el pasado 9 de junio, se inaugura hoy en la Fundación MAPFRE de
Madrid, donde se podrá visitar hasta el próximo día 7 de septiembre.
Henri Cartier Bresson (1908-2004),
considerado por muchos el padre del fotorreportaje, creó la idea del “instante
decisivo” con sus imágenes tomadas a hurtadillas. La exposición que ahora
podremos admirar invita a revisitar la obra de este gran fotógrafo, popularmente
llamado “el ojo del siglo”, pues fue un indiscutible testigo de la historia del
siglo XX. La muestra que nos ocupa pone de manifiesto todo su caudal
fotográfico y las variaciones en su trayectoria como artista, desde la estética
surrealista hasta el fotorreportaje o su intimista estilo del final de su
carrera. De este modo, se explica la labor de este fotógrafo más allá del citado
concepto de “instante decisivo” que lo haría tan célebre.
El recorrido, que es a la vez
cronológico así como temático, gira en torno a tres ejes: el periodo
comprendido entre 1926 y 1935, en el que se aprecia su relación con el movimiento
surrealista; sus inicios como fotógrafo, y sus viajes por el mundo. Un segundo espacio
está dedicado a su compromiso político desde su regreso de los Estados Unidos
en 1936 hasta que regresa a Nueva York en 1946. La tercera propuesta está
representada en la creación de la agencia Magnum Photos en 1947, y abarca hasta
principios de la década de 1970, que fue cuando el autor decide abandonar la
práctica del fotorreportaje.
La exposición ha sido elaborada por
el referido Centre Pompidou de París en colaboración con la Fundación MAPFRE, y
cuenta también con la participación de la Fondation Cartier-Bresson. Las fotografías
provienen de más de veinte colecciones internacionales, entre las que cabe
destacar la citada Fondation Cartier-Bresson de París, el Musée d´art Moderne
de la Ville de Paris, la Cinémathèque Française, The Art Institute of Chicago,
The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el MOMA de Nueva York y el
Philadelphia Museum of Art.
La obra de Cartier-Bresson constituye
el fruto de diversos factores, a saber: una decidida vocación artística, un perseverante
proceso de aprendizaje, la influencia del espíritu de su tiempo, y sus aspiraciones
personales. Su trayectoria artística la inicia en los años veinte, en la doble
vertiente como pintor y fotógrafo, practicando ambas artes en calidad de
aficionado, pero perfeccionándose más tarde con los trabajos que realizaría en
grandes viajes como el que realizó a África en 1930-1931. Demuestra su amor por
el arte, pues pasaba horas leyendo y observando los cuadros en los museos. En su
formación hay también un marcado influjo debido a las enseñanzas del pintor
francés André Lhote y sus amigos norteamericanos, como Harry Crosby, Peter
Powel, Julien Levy, Caresse y Gretchen. Si bien con Lhote se inicia en el arte
de la composición, es gracias a los demás su descubrimiento de las fotografías
de Eugène Atget, entre otras.
En el trato con el escritor René
Crevel, a quien conoce en casa del pintor Jacques-Émile Blanche,
Cartier-Bresson empieza en 1926 a frecuentar a los surrealistas, asistiendo a
las reuniones a las que acudía André Breton, que se celebraban en los cafés de
la Place Blanche.
En esos encuentros el fotógrafo
asimilará emblemáticos conceptos y visiones del imaginario surrealista. Pero lo
que más le marca del surrealismo es su actitud, ese espíritu subversivo que lo
caracterizaba; el lugar que ocupaba la interpretación del inconsciente, y el
placer del flâneur urbano en su vagar
sin rumbo fijo, atraído por lo que pudiera propiciarle el azar.
Cartier-Bresson sería muy
propenso a los principios enunciados por Breton respecto a la belleza convulsiva
y los pondría en práctica a lo largo de los años treinta. Sin duda alguna fue uno
de los fotógrafos más surrealistas de su generación. Y como casi todos los afines a ese movimiento, Cartier-Bresson compartiría muchas de las posturas políticas
de los comunistas, como un riguroso anticolonialismo, el compromiso con los
republicanos españoles y la profunda convicción de la necesidad de “cambiar la
vida”.
En febrero de 1947 inaugura su
primera gran retrospectiva institucional en el Museum of Modern Art (MOMA) de
Nueva York. Unos meses después, junto con Robert Capa, David Seymour, George
Rodger y William Vandivert, funda la agencia Magnum, que pronto se convertiría
en uno de los referentes mundiales en el campo del fotorreportaje de calidad.
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Fotografía de Cartier-Bresson © Jane Bown