La fotógrafa Isabel Muñoz lleva
más de cuatro décadas recorriendo el mundo con su cámara Hasselblad, captando
imágenes que reflejan los sentimientos del ser humano en toda su esencia
intemporal. Y en ocasiones lo ha hecho en la más primitiva intimidad, retratándolo
para que trascienda el tiempo y sea capaz de transmitir las emociones que nos
son comunes, independientemente de la latitud, raza, credo o costumbres de los
fotografiados.
Isabel Muñoz, que el pasado año
expuso algunas de sus obras en Moscú, Buenos Aires, Santiago de Chile, México
D. F. o Montevideo, emplea para ello un antiguo proceso de copiado que,
utilizando sales de platino, produce imágenes de muy alto rango tonal. Todas
sus fotografías son contactos de gran formato, realizados directamente del
negativo. A este artesanal proceso del platino se le llama platinotipia. Más
tarde los negativos, que deben tener el mismo tamaño que la fotografía final,
se ponen en contacto directo con el papel preparado, para ser expuestas a la
luz bajo una gran prensa de contactos. Una vez terminado el proceso, las
imágenes son reveladas y lavadas a mano en grandes cubetas. Laborioso y minucioso,
este método proporciona a las imágenes una riqueza de tonos y textura
imposibles de conseguir por cualquier otro procedimiento. Para los fotógrafos
del siglo XIX ese tipo de revelado era considerado el más fiel y noble del arte de la fotografía.
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