Hasta el próximo 28 de mayo, en
la sede de la Fundación Juan March de Madrid, podremos admirar las obras que
comprenden la trayectoria completa del singular Lyonel Feininger, pintor
imprescindible del panorama artístico de las vanguardias.
Aunque Feininger nació en Nueva
York, sus padres, músicos de origen alemán, quisieron que se trasladara a
Hamburgo para completar su formación musical cuando tenía tan solo dieciséis
años. Ese doble origen, americano y alemán, marcó su vida y obra.
En Alemania, Feininger decidió
abandonar la música para dedicarse a lo que era verdaderamente su pasión: el
dibujo y la ilustración. Tras recibir clases de dibujo en la Allgemeine Gewerbeschule, la Escuela
Pública de Artes y Oficios de Hamburgo, el artista se adentró en un género
entonces incipiente, del que sería uno de sus primeros creadores: el tebeo. Pronto
sus viñetas fueron publicadas, aunque de manera puntual, en publicaciones alemanas
y americanas. Esta actividad se consolidaría en 1895 con la firma de contratos
para la revista alemana Ulk, en Lustige Blätter (Páginas cómicas) al año
siguiente y, en 1906, en el Chicago
Sunday Tribune; para este último, Feininger creó The Kin-der-Kids (Los niños Kin-der) y Wee Willie Winkie's World (El mundo de Willie Winkie), que fueron sus
historietas más relevantes.
Tras afianzar su carrera como
ilustrador, Feininger se planteó el buscar un medio de expresión que le
permitiera desarrollar libremente su talento artístico. De una manera natural y
progresiva, fue dejando las tiras cómicas para dedicarse a la pintura.
Y aunque en sus primeros cuadros mantuvo todavía una relación con la caricatura,
centrándose en escenas callejeras y personajes exagerados, entre 1906 y 1908,
tras residir en París, trabajaría en una pintura más abstracta abandonando
prácticamente la figura y empleando una técnica basada en las líneas rectas y
los planos fragmentados de color que tanto le caracterizan.
En 1919 Walter Gropius lo invitó
a formar parte de la Bauhaus para que dirigiera el taller de grabado, en el que
Feininger impartió clases hasta su clausura por los nazis en 1932. Esta
experiencia le hizo desarrollar en profundidad la xilografía, técnica que le
permitió ahondar en sus lienzos en el juego de los distintos planos. Con la
llegada del nazismo, su arte fue tachado de “degenerado”. En 1937, decidió
regresar de nuevo a Estados Unidos, donde viviría hasta su muerte.
Dentro de la línea expositiva en
la que la Fundación Juan March lleva años trabajando para mostrar artistas,
épocas o aspectos insuficientemente explorados de la cultura moderna, la
exposición Lyonel Feininger (1871-1956) es una suerte de “retrospectiva
concentrada” de la obra del artista. La muestra reúne cerca de cuatrocientas
obras procedentes de diversas colecciones públicas y privadas de Europa y
Estados Unidos, a través de las cuales se plantea un recorrido por su obra
articulado en torno a las diferentes técnicas en las que Feininger trabajó
(dibujo, obra gráfica, pintura, fotografía y construcción de juguetes) y a los
principales temas de su producción: la caricatura y los dibujos satíricos; los
lugares emblemáticos que le inspiraron como París, Deep, Halle, Gelmeroda o
Manhattan; su fijación por los puentes, las torres, los paisajes marinos y la
vida urbana.
Obra ‘Carrera de bicicletas’ ©
Lyonel Feininger