sábado, 7 de octubre de 2017

La lomografía, una experiencia visual


En plena Era digital, en la que la fotografía experimenta cada día nuevos e importantes avances como son las excelentes prestaciones de las últimas cámaras réflex o el uso de los cada vez más sofisticados smartphones, asistimos también al resurgir de las cámaras instamáticas, como la emblemática Polaroid o la Lomo Instant. Y de igual forma se advierte una pujante vuelta a la fotografía analógica a tenor del reciente auge y las posibilidades que ofrece la lomografía.

Los mejores inventos nacen de las casualidades, pero también de una necesidad, como le ocurriría a Edwin Land con su Polaroid. Y es que el caprichoso azar propició que, a principios de los 90, Matthias Fiegl y Wolfgang Stranzinger, dos estudiantes austriacos, encontraran en un mercadillo de Praga por casualidad una curiosa cámara rusa llamada ‘LOMO’ (Lomo LC-A).

‘LOMO’ es el acrónimo de Leningradskoye Optiko-Mechanichesckoye Obyedinenie (Unión Mecánica Óptica de Leningrado), una compañía fundada en San Petersburgo en 1914. Sería el General Igor Petroviwitsch, mano derecha del Ministro de Defensa y de Industria de la Unión Soviética, quien en 1982 mostrara una mini cámara japonesa a su camarada Michael Panfilowitsch, director de la fábrica rusa especializada en armas y óptica. Panfilowitsch examinó la cámara observando la gran nitidez de su lente de cristal, su extrema sensibilidad a la luz y su robusto armazón.

La cámara en cuestión, objeto de aquel flagrante caso de espionaje industrial, no era otra que la nipona Cosina CX-1, que se copió con la intención de mejorar su diseño, creando así el primer prototipo de la rusa Lomo LC-A –que los espías de la KGB utilizaban para fotografiar planos secretos o armamento–, y que se exportó a países por entonces comunistas como Ucrania, Polonia, Checoslovaquia e, incluso, Cuba, dando lugar al fenómeno que vino después conocido como ‘lomografía’. Muy pronto el uso de estas máquinas fotográficas se extendería por Europa occidental.

Los descubridores que darían a conocer al mundo entero la Lomo Kompakt Automat (mejor conocida como Lomo LC-A), serían esos dos estudiantes de Viena que la adquirieron sin saber aún su trascendencia en el mundo de la fotografía experimental. En su recorrido por las calles de Praga realizaron fotografías fortuitas sin apenas mirar a través del visor de la cámara, de una forma casual y espontánea. A la vuelta de sus vacaciones, al revelar las fotos, para su sorpresa comprobaron que las instantáneas eran luminosas, de saturados colores, y transmitían con gran frescura la emoción del momento, advirtiendo las posibilidades artísticas que se derivaban de esa compulsiva práctica fotográfica.

Esa intensificación de los colores se debe a la lente gran angular llamada Minitar 1, que fue expresamente diseñada por el profesor Radionov. La singular lente se caracteriza porque da como resultado una mayor saturación de los colores en el centro de la imagen. Causa un efecto túnel, además de un oscurecimiento en las esquinas del encuadre, produciendo ese característico viñeteado. Mientras que su rudimentario mecanismo de enfoque, con sólo cuatro modos: 0,8 metros, 1,5 metros, 3 metros e infinito, hace que algunas fotos aparezcan algo desenfocadas, pero con un particular toque artístico. A lo que se suma la opción del disparador en modo ‘manual’, con largas exposiciones a baja luz, creando deliberadamente insólitas visiones.

El hallazgo de los estudiantes corrió de boca en boca y comenzaron a demandar cámaras al antiguo bloque soviético clandestinamente. Poco después se fundaría la Sociedad Lomográfica, que actualmente cuenta con más de 500.000 miembros.

A pesar de que en San Petersburgo la producción haya decaído, la Sociedad Lomográfica ha conseguido llevar las matrices de estos modelos a China, para evitar la escasez de máquinas en el mercado. Y está demostrando que la lomografía se ha convertido en algo más que una moda, es una popular forma experimental de expresión artística.

Más información

Página web oficial de Lomografía.

Enlace de interés


Fotografía ‘Otoño’ © Fernando Torres