sábado, 13 de marzo de 2021

El monstruo del Barrio rojo

Filmin suma a su catálogo una película dura y repulsiva ubicada en el Hamburgo de los años 70 que retrata los peores años del asesino de Sankt Pauli.

El distrito de St. Pauli, en el Hamburgo de principios de la década de los 70, era un sórdido barrio de ambiente nocturno lumpen frecuentado por borrachos, ludópatas, vagabundos, prostitutas, marineros y almas solitarias. En los alrededores de St. Pauli residía por entonces el serial killer Fritz Honka.

Esta espeluznante historia real se convirtió en literatura gracias a Heinz Strunk y su novela The golden glove (2016), ganadora del prestigioso premio Wilhelm Raabe, uno de los galardones literarios más respetados de Alemania. La manera en que su autor retrata el sombrío mundo de Fritz Honka, sumido en un empedernido consumo de alcohol, patologías sexuales y violentos crímenes, atrajo la atención del director turco-alemán Fatih Akin quien, en 2019, hizo una adaptación cinematográfica del libro no apta para estómagos emocionalmente sensibles.  Estrenada en la Berlinale con polémica incluida, la brutal película de Fatih Akin no escatima en sangre y vísceras.

El título elegido para la novela (The golden glove) hace referencia a Zum goldenen Handschuh (Al guante dorado), un sucio antro del Barrio rojo situado en Hamburger Berg 2 que regenta un ex boxeador, y del que Fritz “Fiete” Honka es asiduo. A simple vista, este hombre cuyo rostro presenta una deformidad causada por un accidente de tráfico en 1956, es un perdedor más que deambula por allí por las noches buscando mujeres solitarias. Nadie entre la clientela habitual de este tugurio, próximo a la calle Reeperbahn, sospecha que el aparentemente inofensivo “Fiete” esconde un secreto oscuro y letal. A ojos de los parroquianos, es un tipo extraño, del que se desconoce su verdadera naturaleza. Pero Fritz Honka es en realidad un psicópata asesino.

Friedrich Paul Honka nació el 31 de julio de 1935 en Leipzig (Alemania), en el seno de una familia numerosa, el tercero de diez hijos. Su padre trabajaba como carpintero y su madre como sirvienta. Pero los salarios de ambos no eran suficientes para mantener a tantos hijos. Y esta situación empeoró con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su padre, conocido por sus ideas comunistas, fue arrestado por los nazis y llevado a un campo de concentración. Lo mismo le pasó al pequeño Fritz que, según relataría años después, tanto él como su padre fueron liberados por los rusos.

El regreso a una vida normal después de este período en los campos nazis fue una locura. Especialmente para el padre, que se refugió en el alcohol. Su adicción y los efectos de su encarcelamiento resultaron en su muerte en 1946. Debido a las dificultades de la madre, Fritz fue enviado a un orfanato. Allí pasaría la mayor parte de su adolescencia sin saber siquiera qué eran los afectos hasta que empezó a trabajar. Tenía quince años cuando el joven comenzó como albañil, luego se fue a Alemania Occidental como obrero en varias granjas.

En 1967, el enfermizo y dipsómano Fritz Honka se traslada de Neuwiedenthal, en el distrito de Hausbruch, a Zeißstraße 74, en Ottensen, que es la dirección y la época en la que transcurre la película. En diciembre de 1970, por entonces vigilante nocturno en las oficinas de la compañía Shell, cometió su primer asesinato comprobado. Estranguló en su piso a Gertraud Bräuer, peluquera de 43 años y trabajadora sexual ocasional; cortó el cadáver en pedazos que luego envolvió y escondió en varios lugares en un área cercana. Las partes del cuerpo fueron encontradas e identificadas por la policía de Hamburgo, pero su investigación no encontró al asesino.

Durante algún tiempo, Honka vivió en el inmundo apartamento de Zeißstraße 74 con una mujer llamada Irmgard Albrecht. El verano de 1972 obligaría a Ruth Dufner a tener relaciones sexuales con él e Irmgard. Pero Ruth huyó desnuda del piso de Honka y lo denunció a la policía.  

En el momento del incidente, Honka tenía un alto nivel de alcohol en sangre. Un tribunal le ordenó pagar una multa de 4.500 marcos alemanes, pero se retiró el cargo de violación. En los años posteriores, sus problemas con el alcohol le impidieron mantener relaciones con mujeres, y recurrió a las prostitutas que conocía en los pubs o en los alrededores de Reeperbahn para tener relaciones sexuales.

Honka volvió a asesinar, cuatro años después, cuando estranguló a la trabajadora sexual de 54 años Anna Beuschel en su piso en agosto de 1974. En diciembre de ese mismo año mató de la misma forma a Frieda Roblick, de 57 años, y en enero de 1975 a la trabajadora sexual de 52 años, Ruth Schult.

En los tres casos, Honka cortó los cadáveres en pequeños pedazos y los escondió en su piso y en el ático de la casa. La desaparición de las tres mujeres no fue denunciada a la policía. Las quejas de otras personas que viven en la casa debido al fuerte hedor que producían los cadáveres en descomposición fueron ignoradas. En un intento de enmascarar el olor, Honka usaba una gran cantidad de aerosol con aroma a pino.

El 15 de julio de 1975, una llamada a los servicios de emergencia advirtió de un grave incendio en el edificio de apartamentos de Zeißstraße. Mientras varios bomberos intentaban apagar rápidamente el fuego, otros buscaban posibles víctimas. Para su sorpresa, cuando acaba de colapsar el techo del ático, encuentran entre los escombros cuatro bolsas que contienen los cadáveres desmembrados de cuatro mujeres. Honka estaba en el trabajo en ese momento y fue arrestado cuando regresó a casa.

El tribunal lo declaró culpable de un cargo de asesinato y tres cargos de homicidio involuntario. Fue condenado a 15 años de prisión en un hospital psiquiátrico. Su abuso habitual de alcohol fue considerado un factor atenuante, ya que disminuyó su capacidad mental.

Una vez finalizada su condena, fue puesto en libertad y vivió bajo la identidad de Peter Jensen en una residencia de ancianos en Scharbeutz. Frizt Honka murió de un infarto el 23 de octubre de 1998 a la edad de 63 años.

La peculiar adaptación que Fatih Akin hace de la novela de Heinz Strunk, que cuenta con una impecable actuación y caracterización del actor Jonas Dassler, va dirigida a un público muy reducido a causa de su crueldad narrativa y desagradable puesta en escena.

Fotografía ‘Zum goldenen handschuh’ © Warner Bros / Gordon Timpen