domingo, 12 de octubre de 2025

Robert Rauschenberg y el uso de las imágenes

En el centenario de su nacimiento, la Fundación Juan March expone en Madrid el trabajo de este pintor y artista estadounidense hasta el próximo 18 de enero

Cuando se cumplen cuarenta años de su primera exposición en la Fundación Juan March, las obras de Robert Rauschenberg (Port Arthur, Texas, 1925 – Captiva Island, Florida, 2008) regresan a la sede madrileña de la Fundación con una muestra que recoge las que el artista dedicó ex profeso a la fotografía. La exposición, realizada en colaboración con la Robert Rauschenberg Foundation, plantea revisitar toda su trayectoria como una práctica esencialmente fotográfica, situando la cámara en el centro mismo de su proceso creativo.

Rauschenberg, que como pintor alcanzaría popularidad en 1950 durante la transición del expresionismo abstracto al Pop–Art, del cual fue uno de los principales representantes en su país junto con Jasper Johns, demuestra que la fotografía no fue para él un medio auxiliar, sino una forma de pensamiento visual que acompañó cada una de sus metamorfosis artísticas. Rauschenberg difuminó las fronteras entre pintura, escultura, collage y performance, abriendo el camino hacia el arte conceptual y los actuales lenguajes híbridos. Detrás de sus célebres Combines, esas piezas que mezclaban imágenes, materiales y objetos cotidianos, había una sensibilidad fotográfica que ordenaba su particular forma de ver el mundo.

En los años del Black Mountain College, Rauschenberg aprendería los fundamentos de la fotografía con Hazel Larsen y Aaron Siskind, dos figuras clave de la vanguardia norteamericana. Esa formación temprana definió su relación con la imagen no como un mero documento, sino como un campo de experimentación técnica y conceptual. Para Rauschenberg la cámara era un dispositivo para captar el azar y la textura de lo cotidiano, un instrumento de observación que luego trasladaría a sus lienzos y objetos.

En los cincuenta, para Combines incorporó recortes de prensa, imágenes publicadas y fragmentos del entorno urbano, integrando el lenguaje mediático en el terreno de la pintura. Más tarde, en 1962, Rauschenberg daría un giro técnico decisivo al comenzar a utilizar la serigrafía en sus Silkscreen paintings, un procedimiento que le permitía transferir fotografías directamente al lienzo. De este modo, su pintura se volvió literalmente fotográfica, convirtiendo el acto de ver y reproducir imágenes en el núcleo de su trabajo.

En la serie Random order, Rauschenberg encontraba una poética del caos donde todas las imágenes coexistían sin una clasificación precisa: la cultura popular junto al arte clásico, la prensa junto al recuerdo personal. Esa falta de organización visual se refleja también en la distribución de la exposición, que propone un flujo continuo de imágenes y técnicas, como si toda su producción formara parte de un mismo carrete infinito.

La muestra reúne un recorrido que va desde sus primeras fotografías de los años cincuenta, realizadas durante su estancia en el experimental Black Mountain College, hasta la serie Ruminations (1999), donde el artista combina imágenes y recuerdos personales como si se tratara de un álbum introspectivo. Con Ruminations, una serie que denota cierta melancolía y en la que el artista retoma sus archivos fotográficos para confeccionar un autorretrato de la memoria, llega a término este trayecto visual.

Con esta exposición, la Fundación Juan March no solo celebra el legado de uno de los creadores más influyentes del siglo XX, sino que ofrece una lectura lúcida de su obra: la de un artista que, cámara en mano, reinventó el acto de mirar.

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Fundación Juan March.

Fotografía de Robert Rauschenberg en su estudio (Nueva York, 1968) © Shunk-Kender. Getty Research Institute, Los Angeles. Donación de la Roy Lichtenstein Foundation en memoria de Harry Shunk y János Kender © J. Paul Getty Trust

domingo, 28 de septiembre de 2025

Una retrospectiva del legendario Robert Capa

Una mirada a la historia de Europa del siglo XX a través de las fotografías del reportero autor de la instantánea ‘Muerte de un miliciano’. 

“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente.” Robert Capa.

El Círculo de Bellas Artes presenta en Madrid la mayor retrospectiva en España dedicada a Robert Capa, uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX. La muestra reúne más de 250 piezas originales entre fotografías de época, publicaciones y objetos personales procedentes de la Golda Darty Collection y de los archivos de Magnum Photos.

Endré Frieddman (Budapest, 1913 - Indochina, 1954), más conocido como Robert Capa, se convirtió en el gran referente del fotoperiodismo moderno. Su carrera, aunque breve, lo llevó a cubrir cinco conflictos decisivos: la Guerra Civil Española, la guerra chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra árabe-israelí y la guerra de Indochina. La célebre ‘Muerte de un miliciano’, símbolo de la Guerra Civil; las fotografías tomadas bajo fuego enemigo en Omaha Beach durante el Desembarco de Normandía; o los retratos íntimos de soldados y civiles, que revelan la dimensión más humana del conflicto, son imágenes que hoy forman parte de la memoria colectiva.

Esta exposición reúne un conjunto excepcional de fotografías originales reveladas en su momento por el propio Capa, lo que permite apreciar el modo en que circularon en periódicos y revistas de la época. Esas instantáneas conservan la inmediatez del momento, con toda la urgencia y las marcas de su tiempo, lejos de las copias posteriores más retocadas.

Junto a ellas, se muestran objetos personales —como una de sus cámaras Leica, su máquina de escribir o documentos de viaje— que permiten acercarse al día a día del fotógrafo. Estos elementos recuerdan que Capa fue, además de reportero, un hombre vitalista y curioso, apasionado por el cine, los viajes y la amistad.

Ligado a la fotografía de guerra, Robert Capa también retrató a grandes personalidades de la cultura como Picasso, Hemingway o Ingrid Bergman, y exploró otros géneros como la moda, el cine o la fotografía de viajes. Desde finales de los años treinta experimentó con el color, y tras la Segunda Guerra Mundial lo incorporó a menudo en sus reportajes para revistas internacionales.

Las escenas en color que pueden verse en la exposición ofrecen una mirada distinta: un Capa menos conocido, que captura la vitalidad de la vida cotidiana, los paisajes y los retratos con una frescura sorprendente.

Capa murió en 1954, a los 40 años, al pisar una mina mientras cubría la guerra de Indochina. Su vida corta y su compromiso con estar siempre “en el corazón de la acción” lo convirtieron en leyenda. Tras su muerte, su hermano Cornell Capa se dedicó a conservar y difundir su legado, al que también contribuyeron la agencia Magnum Photos —fundada por Robert junto con Henri Cartier-Bresson, David “Chim” Seymour y otros— y numerosos investigadores.

Actualmente sus imágenes siguen interpelando con la misma fuerza que hace décadas. No solo muestran lo que ocurrió, sino también cómo eligió mirarlo: con cercanía, humanidad y un claro compromiso con quienes sufrían la violencia de la guerra.

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Robert Capa Icons.

Fotografía (parcial) Robert Capa en China (1938)

jueves, 11 de septiembre de 2025

Leica, un siglo de momentos mágicos

Karin Rehn-Kaufmann inauguraba ayer en la sede de Leica Madrid la exposición que, paralelamente a la que se muestra estos días en el Centro Cultural de la Villa, celebra de forma conjunta el centenario de esta exclusiva marca alemana.

La recién inaugurada exposición ‘Magic Moments’ reúne en Leica Gallery Madrid una cuidada selección de fotografías realizadas con la emblemática Leica M por grandes maestros del siglo XX, como Elliott Erwitt, Inge Morath, René Burri, Marc Riboud y Henri Cartier-Bresson. El evento contó con la presencia de Rehn-Kaufmann, Directora de Arte de Leica Gallery International.

Karin Rehn-Kaufmann, nacida en Friburgo en 1957, estudió filología alemana y filosofía en la Universidad de Friburgo. También se diplomó en la Eurythmische Hochschule de Stuttgart, donde posteriormente ejerció como profesora entre 1982 y 1986. Además de graduarse en Gestión de Eventos en la Fernuniversität Hagen.

Después de que ACM Projektentwicklung GmbH, Salzburgo, adquiriera Leica Camera AG en 2005, su antigua pasión por la fotografía la llevó en 2008 a inaugurar en la capital austriaca la Leica Galerie. En la actualidad, Karin Rehn-Kaufmann es directora artística y representante principal de Leica Galleries International, así como la labor de gestión de las veinticuatro Leica Galleries en todo el mundo.

Rehn-Kaufmann ha comisariado con éxito muchas exhibiciones prestigiosas, incluyendo, por ejemplo, el proyecto ‘Chinaflug’, una exposición que muestra espectaculares fotografías aéreas de la década de 1930 que se presentó en la Embajada de China en Berlín y en Photo Shanghai en 2015. Asimismo, es responsable de los conceptos de exposición para la Leica Galerie en las Photokina de los años 2012, 2014 y 2016, así como de la exposición ‘10x10’ con motivo del jubileo ‘100 años de fotografía Leica’ y ‘50 mejores para Leica’, una colección exclusiva de las fotografías más famosas tomadas por el destacado fotógrafo estadounidense de Magnum Elliot Erwitt.

Karin Rehn-Kaufmann es miembro del jurado de los Premios Leica Oskar Barnack desde 2008 y ha desempeñado un papel importante en la organización y el desarrollo de este prestigioso concurso fotográfico.

Leica Gallery Madrid es un referente en España para todos los coleccionistas y amantes de la fotografía que buscan adquirir o disfrutar de obras únicas y exclusivas producidas por los grandes maestros del arte fotográfico. La de la sede madrileña es la primera galería de Leica con un fuerte enfoque en la promoción de la fotografía latinoamericana y de artistas cuyo trabajo tiene un vínculo importante con América Latina.

Al mismo tiempo, Leica Gallery Madrid ofrece al mundo del arte su colección permanente ‘Leica/Sur-suroeste’, colección en constante crecimiento que cuenta con obras de los mejores y más representativos fotógrafos iberoamericanos.

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Exposición Leica ‘Magic Moments’.

Enlace de interés

Leica. Un siglo de fotografía’.

Fotografía de Rehn-Kaufmann © Fernando Torres

domingo, 17 de agosto de 2025

Kodak: “You press the button, we do the rest”

Con más de 130 años de antigüedad, la compañía que fundara George Eastman advertía en un comunicado reciente a sus inversores que podría verse obligada al cese de sus actividades.

Como ya ocurrió en 2012, cuando Kodak anunciaba su bancarrota abandonando sus negocios tradicionales y vendiendo sus patentes antes de resurgir casi cual ave fénix, pues en 2013 lo hacía pero ya como una empresa mucho más pequeña, de nuevo ha visto cerca el fantasma de la crisis debido a una deuda de 500 millones de dólares. 

Porque si bien Kodak a día de hoy sigue siendo el principal proveedor de película para la industria del cine, su principal negocio era la venta de carretes de película a los millones de usuarios en todo el mundo que con ellos cargaban sus cámaras fotográficas, y por ende, toda esa industria que la fotografía analógica llevaba aparejada: químicos de revelado, viradores, papel fotográfico, frente a la digitalización del sector: las nuevas cámaras, los teléfonos móviles, y prescindir de imprimir imágenes en favor de su publicación online para compartirlas así en plataformas como Instagram u otras redes sociales.

Al parecer, en este momento coyuntural, y a pesar de ese celebrado resurgimiento actual de la fotografía analógica por los fieles aficionados, ya sean entusiastas neófitos o nostálgicos del proceso químico, la segunda parte de aquel viejo eslogan (“Tú presionas el botón, nosotros hacemos el resto”) se ve envuelta de nuevo por la incertidumbre. Y esto, paradójicamente, habiendo sido creado por Steven Sasson, un ingeniero que en 1975 trabajaba para Kodak, el primer prototipo de cámara digital. Y la posterior inversión de miles de millones que realizaría Kodak para desarrollar una gama de cámaras digitales.

La compañía de Georges Eastman vivió un siglo de éxito fabricando cámaras y películas. Según el diario The Economist, en la década de 1970 Kodak era responsable del 90% de las ventas de películas y del 85% de las ventas de cámaras en Estados Unidos. En 1973, la famosa canción de Paul Simon ‘Kodachrome’ encabezaba las listas de éxitos.

En 2020, tras su pasada gran crisis, Kodak tuvo un breve respiro cuando el Gobierno de Estados Unidos la seleccionó para transformarse en productor para la industria farmacéutica. En la siguiente sesión bursátil, el precio de las acciones de la compañía subió rápidamente.

En el reciente informe de resultados, la empresa advirtió que no cuenta con una financiación comprometida ni liquidez disponible” para pagar sus obligaciones de deuda pendientes, que ascienden a unos 500 millones de dólares. “Estas condiciones plantean dudas sustanciales sobre la capacidad de la empresa para continuar como negocio en marcha”, afirmaba Kodak en su comunicado.

La compañía pretende obtener efectivo dejando de pagar su plan de pensiones. También afirmó que no espera que los aranceles tengan “repercusiones significativas” en su negocio, ya que fabrica muchos de sus productos en Estados Unidos, entre ellos cámaras, películas y otros consumibles, además de los dividendos que le reporta la industria cinematográfica.

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Site oficial de Kodak

Fotografía Primera cámara Kodak de 35mm fabricada en 1938 © George Rose/Getty Images

sábado, 2 de agosto de 2025

Dennis Morris: Música y Vida

“En realidad, era muy tímido, pero con una cámara en la mano me sentía intocable; por eso creo que logré abrirme paso entre la gente y hacer que se sintieran cómodos. Uno encuentra la manera de ser invisible”. Dennis Morris.

Tras su paso por la MEP a principios de 2025, la exposición dedicada a Dennis Morris se trasladó a The Photographers Gallery de Londres, donde se presenta una obra que abarca la música y la fotografía, con imágenes icónicas de Bob Marley, los Sex Pistols y Marianne Faithfull, entre otros.

Inaugurada este verano en Londres, ‘Música + Vida’ se puede visitar hasta el próximo 28 de septiembre. La exposición celebra la obra del fotógrafo británico-jamaicano Dennis Morris (Jamaica, 1960), conocido por sus personales retratos de ídolos culturales como Bob Marley, los Sex Pistols o Marianne Faithfull, sus fotografías son una expresiva muestra de su tiempo a través de la música, la identidad y el cambio social.

En ‘Música + Vida’ se muestra cómo Morris captura la esencia de algunos de los momentos más determinantes de la cultura del siglo XX, desde la palpitante y seductora del reggae hasta la enérgica y rebelde del punk. Morris nos ofrece una mirada única en la vida de legendarios músicos, revelando la confianza y la conexión que forjó con sus sujetos. Sus espontáneas fotografías de Bob Marley, tanto en el escenario como fuera de él, o las que reflejan el caótico e irreverente mundo de Sex Pistols, ilustran su notable talento para captar las personalidades más allá de la música.

Su colaboración con Bob Marley fue fructífera y duradera en el tiempo, pues comienza cuando Morris tan solo tiene 14 años. Un buen día se escapa de la escuela y le pregunta a Marley si podía fotografiarlo. Sobre su colaboración de toda la vida, comentaría: “Fue mucho más que simplemente tomar fotos. Fue una enseñanza, un aprendizaje, un crecimiento”.

El trabajo de Morris con Marley llamó la atención del fanático del reggae John Lydon, más conocido como Johnny Rotten. Poco después se convertiría en el fotógrafo oficial de los Sex Pistols, capturando su espíritu anárquico, sus brutales actuaciones, y la vida entre bastidores.

Al describir su experiencia trabajando con Marley y el vocalista John Lydon, Morris comentó: “Bob Marley me dio una idea de mí mismo, me enseñó a mantener los pies en la tierra, me enseñó espiritualidad y mi historia como hombre negro. Y luego llegó el punk y me enseñó a derribar la puerta”.

La muestra ‘Música + Vida’ destaca el trabajo documental temprano de Dennis Morris, que refleja la vida en los barrios multiculturales del Londres de la posguerra. Su impactante serie fotográfica, como ocurre con ‘Creciendo Negro’, ‘Southall’ y ‘Esta Raza Feliz’, documenta la vida cotidiana y la cultura británica negra y asiática, y celebra el orgullo y la resiliencia de comunidades a menudo ignoradas, plasmando en imágenes sus desafíos y triunfos con autenticidad y respeto.

La exposición reúne un selecto grupo de leyendas y estrellas de la música de los años 70, 80 y 90. Entre ellas, además de los ya nombrados, aparecen pioneros del reggae como Lee ‘Scratch’ Perry y The Abyssinians; renovadores del punk como Public Image Ltd y The Slits; grupos como Oasis y The Stone Roses, o cantantes como Grace Jones, Patti Smith, The Prodigy…, y muchos más. También se exponen discos, objetos de merchandising y diseño gráfico creados por Morris, incluyendo la icónica PiL Metal Box.

Más información

The Photographers Gallery.

Enlace de interés

Maison Européenne de la Photographie.

Fotografía Cartel de la exposición Dennis Morris: ‘Música + Vida’ © The Photographers Gallery basado en la fotografía ‘Babylon by van’, Londres, 1973 © Dennis Morris

lunes, 28 de julio de 2025

‘Después de todo. Fotografía en la Colección Helga de Alvear’ y PHotoESPAÑA 2025

Finalizó esta exposición organizada por el Ayuntamiento de Madrid, el Espacio Cultural Serrería Belga y el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear como parte de la sección oficial de PHotoESPAÑA. 

El Espacio Cultural Serrería Belga acogió la exposición que, en el marco de la edición de PHotoESPAÑA 2025, trazó la historia visual de la transformación europea a través de su arquitectura recorriendo un siglo de rupturas y renacimientos en el que la fotografía documenta los ecos de la guerra, la industria y la memoria.

La muestra incluía fotografías de grandes artistas como Eugène Atget, Bernd & Hilla Becher, Mario von Bucovich, Janos Frecot, Hein Gorny, Andreas Gursky, Candida Höfer, Axel Hütte, Thomas Ruff, Hugo Schmölz, Josef Stoffels, Cami Stone, Sasha Stone, Thomas Struth, Frank Thiel, y Paul Wolff.

El conjunto de fotografías mostraban la herida abierta que dejó la I Guerra Mundial, la crisis industrial que vivió Alemania Occidental desde 1950 y que azotaría a Europa y Estados Unidos y la reconfiguración del orden político mundial tras la caída del muro de Berlín, que habría de marcar el inicio de la sociedad contemporánea con todas sus contradicciones y conflictos, simbolizan algunos de esos momentos que en sus respectivas épocas han representado el fin de algo, el después de todo.

De cada una de estas tres etapas de la historia había una imagen que fotográficamente estaba representada en los fondos de la Colección Helga de Alvear. El inicio lo marcan los autores de la Nueva objetividad de los años 20 y 30, precedidos por Eugène Atget, quienes prescindieron de cualquier atisbo de optimismo y abandonaron todo rastro de subjetivismo y pictorialismo para representar el período de entreguerras con precisión técnica y exactitud formal, al tiempo que abrían el debate sobre la veracidad de la fotografía.

La siguiente etapa se inicia en 1959, año en que Bernd y Hilla Becher comenzaron el titánico inventario de edificios y estructuras industriales marcados con la inminencia de su propia muerte; constituyendo la huella de un tiempo histórico desde el mismo instante en que son atrapados por el objetivo. Un archivo melancólico de tipologías, series y sistemas –que habían de favorecer su entrada en el mundo del arte de la mano de conceptuales y minimalistas–, conformados con un método preciso e imperturbable en el tiempo. Documentos de una crisis industrial y económica, pero sobre todo social, a pesar de o a causa de la deshumanización de que es objeto el registro de estas “esculturas anónimas”.

Por último, ese nuevo tiempo que los alumnos de los Becher representaron, tornando explícito el conflicto entre la memoria y el futuro que se conceptualiza a través de sus edificios, interiores y fachadas, y de su espacio urbano, desierto o agitado por las relaciones sociales que en él se establecen. Una diversidad de singularidades arropadas por una designación, la Escuela de Düsseldorf, en la que prosigue imparable el deseo de inventariar. Ya no bajo la premisa del documento y la objetividad, sino asumiendo totalmente la naturaleza de construcción que distinguirá a la fotografía, su naturaleza de imagen. Procesos de distanciamiento, deshumanización o ensimismamiento son puestos en práctica junto a operaciones de apropiación, producción o manipulación digital, dejando a la fotografía suspendida entre la más radical objetividad y la ficción.

Las imágenes de Höfer, Struth, Gursky, Hütte y Ruff cierran con la representación de un tiempo que se destruye y renace incesantemente a través de su arquitectura. Un ritmo tan rápido y nuevo que no deja lugar a la ruina, únicamente a su imagen transitoria conservada en el objetivo de Thiel. Ruina enfrentada a su reverso, la construcción de una nueva identidad y un nuevo tiempo histórico, tan complejos como la acumulación de detalles que las imágenes recogen.

En esta selección quedaron a un lado retratos y paisajes, para centrar la exposición en el espacio urbano, sus edificios y sus interiores, aprovechando el contexto que la Serrería Belga proporciona. Un espacio que es, en sí mismo, un ejemplo magnífico de espacio industrial que acumula estratos de historia y sobrevive a partir de su reconversión como espacio cultural.

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PHotoESPAÑA 2025.

Fotografía ‘Hong Kong’ (1994) © Andreas Gursky  (Cortesía Museo Helga de Alvear, Cáceres)
 

lunes, 14 de julio de 2025

Catalá-Roca. ‘La elocuencia de la imagen’

Hay que visitar un lugar, pensar luego en él (...) buscarlo de nuevo y encontrar allí el ángulo o la visión que (...) lo exprese de la manera más elocuente. Catalá-Roca en América.

Francesc Catalá-Roca (1922-1988) fue uno de los más grandes fotógrafos españoles del siglo XX. Durante sus años de trabajo logró construir un pensamiento propio sobre la fotografía. Según él, las imágenes forman parte de la realidad y el fotógrafo las sustrae para construir un relato. Esta exposición se compone de algunas de las imágenes que él capturó en sus viajes a América en los 70, a partir del encargo de la Editorial Blume, y busca articular un relato sobre el arte popular americano, desde la perspectiva de quien supo observar una realidad que, sin duda, le interpeló.

La muestra no pretende ser omnicomprensiva en cuanto al territorio ni con relación a la diversidad de su arte popular. Se encontrarán, principalmente, imágenes de la vida de sus artífices. Los objetos los guardarán los museos -pensaba-, pero lo demás podría desaparecer algún día. En este gesto hay una intención: narrar, desde la imagen, unas condiciones y unas formas de vida.

Asimismo, se presenta una faceta poco conocida: la del encuentro entre las culturas populares e indígenas americanas -especialmente las de Latinoamérica- y el ojo ávido de este fotógrafo a quien nada le era ajeno. No parece haber extrañeza del autor por estas realidades, es más, se percibe cierta cercanía, pues la España de los años 50 y 60, quizá, no debía ser tan diferente. De otro lado, se muestra un Catalá-Roca en color, cuando -dicho por él mismo- el siglo monocromático estaba acabando y volvía el color a la imagen.

La exposición ha sido concebida a partir de una serie de ejes: imágenes de las personas, sus formas de vida y sus condiciones de producción. En el recorrido se alcanza a reconocer ciertas agrupaciones: los cargadores -la tracción a sangre humana-, los mercados, las personas retratadas, la práctica del arte popular –el trabajo-, sus condiciones de producción, el uso utilitario y ritual de la producción estético-poética de las comunidades campesinas e indígenas. La muestra incluye un espacio dedicado al viaje y a las publicaciones resultantes.

Además de la mirada propia del fotógrafo, se intuye una escucha. Un hondo respeto de lo que significaba en ese momento -y significa hoy- el trabajo artesanal, relacionado con valores comunitarios, del que se desprenden las ideas sobre el arte popular, cuyas bases teóricas más sólidas se estaban elaborando casi en el mismo momento en el que Catalá-Roca, en el medio del mercado, del taller o del entorno doméstico, capturaba una imagen.

Las 225 fotografías que componen la muestra, en formato impreso y proyecciones, son una selección del material que el autor realizó durante los años 70, comenzando en México en 1973 y acabando en Ecuador en 1979, retratando una sociedad tradicional en vías de desaparición, y que son imágenes que pertenecen al archivo personal del artista.

Esta exposición podrá visitarse hasta el 27 de julio en el Centro Cultural Gaya Nuño de Soria.

Más información

Ayuntamiento de Soria/Centro Cultural Gaya Nuño.

Fotografía exposición Catalá-Roca © Fernando Torres