El pasado día 3 de septiembre se cumplieron setenta años del viaje del Winnipeg, el barco que arribó a las costas de Valparaíso, Chile, procedente de Francia y con 2200 inmigrantes españoles refugiados republicanos o comunistas huidos de España con la llegada de Franco al poder.
La travesía se llevaría a cabo por iniciativa del poeta chileno Pablo Neruda, que consigue ver cómo el viejo carguero zarpa desde el puerto francés de Trompeloup-Pauillac, gracias al auspicio del Presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, al que Neruda escribe desde París contándole la penosa situación en la que se encontraban los exiliados españoles, y al que le parece magnífica la idea de traer trabajadores a su país, nombrando a Neruda cónsul especial de emigración española en el país galo.
Cuando estalla la Guerra Civil española, Neruda, que había trabajado en Francia y más tarde como cónsul de Chile en España, solidario con aquellos republicanos que se encontraban en el país vecino en las inhumanas condiciones de los campos de concentración, decide acometer la empresa del traslado en un buque de mercancías sin acondicionar, y en el que no habían viajado nunca más de veinte personas, a más de dos mil hombres desde Francia hasta la chilena Valparaíso.
La noche que el Winnipeg suelta las amarras en el puerto de Trompeloup-Pauillac, Pablo Neruda escribió algo que ha sido recordado en sus Memorias:
“Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece.
Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.
La mayoría de los españoles que desembarcaron del Winnipeg permanecieron en Chile. Y les seguirían años después sus descendientes para reunirse con ellos y afincar sus vidas en América.
El día 10 de septiembre, en la Casa de América de Madrid, el Gobierno de Chile rindió un merecido homenaje a la memoria de todos estos exiliados a los que el poeta Pablo Neruda ayudó a trasladarse a su país, como “reconocimiento al aporte que todos ellos brindaron al país en todos los ámbitos”.
De esta forma lo manifestó el embajador chileno en España, Gonzalo Martner, en presencia de tres de las protagonistas femeninas de la diáspora, a saber: Montserrat Julió, de 80 años; Elvira Magaña, de 96, y su hija, Elena Castedo, esposa e hija de Leopoldo Castedo, historiador amigo de Neruda.
Una de las pasajeras del 'Winnipeg', Elvira Magaña, doctora en filosofía y letras que trabajó también como periodista y que se encontraba entre el público asistente al acto, comentó que después de “la huida tremenda” de España los exiliados emprendieron el viaje hacia Chile “entre la tristeza y la alegría; éramos todos tan jóvenes y en medio de la tristeza vivíamos una aventura, una aventura en medio de mucho calor y la escasez de agua”. Y recordó su regreso a España “después de la muerte de Franco”, en 1975.
Como colofón al acto de homenaje en el que también se leyó una carta de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se presentó una adaptación reducida de la obra de teatro del dramaturgo chileno Jorge Díaz “Winnipeg, el Confín de la Esperanza”.
A la conmemoración asistió también el concejal Pedro Zerolo y el escritor y periodista Diego Carcedo, autor de un libro sobre la travesía del Winnipeg publicado en 2006.
Fotografía de Elvira Magaña © Fernando Torres
La travesía se llevaría a cabo por iniciativa del poeta chileno Pablo Neruda, que consigue ver cómo el viejo carguero zarpa desde el puerto francés de Trompeloup-Pauillac, gracias al auspicio del Presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, al que Neruda escribe desde París contándole la penosa situación en la que se encontraban los exiliados españoles, y al que le parece magnífica la idea de traer trabajadores a su país, nombrando a Neruda cónsul especial de emigración española en el país galo.
Cuando estalla la Guerra Civil española, Neruda, que había trabajado en Francia y más tarde como cónsul de Chile en España, solidario con aquellos republicanos que se encontraban en el país vecino en las inhumanas condiciones de los campos de concentración, decide acometer la empresa del traslado en un buque de mercancías sin acondicionar, y en el que no habían viajado nunca más de veinte personas, a más de dos mil hombres desde Francia hasta la chilena Valparaíso.
La noche que el Winnipeg suelta las amarras en el puerto de Trompeloup-Pauillac, Pablo Neruda escribió algo que ha sido recordado en sus Memorias:
“Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece.
Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.
La mayoría de los españoles que desembarcaron del Winnipeg permanecieron en Chile. Y les seguirían años después sus descendientes para reunirse con ellos y afincar sus vidas en América.
El día 10 de septiembre, en la Casa de América de Madrid, el Gobierno de Chile rindió un merecido homenaje a la memoria de todos estos exiliados a los que el poeta Pablo Neruda ayudó a trasladarse a su país, como “reconocimiento al aporte que todos ellos brindaron al país en todos los ámbitos”.
De esta forma lo manifestó el embajador chileno en España, Gonzalo Martner, en presencia de tres de las protagonistas femeninas de la diáspora, a saber: Montserrat Julió, de 80 años; Elvira Magaña, de 96, y su hija, Elena Castedo, esposa e hija de Leopoldo Castedo, historiador amigo de Neruda.
Una de las pasajeras del 'Winnipeg', Elvira Magaña, doctora en filosofía y letras que trabajó también como periodista y que se encontraba entre el público asistente al acto, comentó que después de “la huida tremenda” de España los exiliados emprendieron el viaje hacia Chile “entre la tristeza y la alegría; éramos todos tan jóvenes y en medio de la tristeza vivíamos una aventura, una aventura en medio de mucho calor y la escasez de agua”. Y recordó su regreso a España “después de la muerte de Franco”, en 1975.
Como colofón al acto de homenaje en el que también se leyó una carta de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se presentó una adaptación reducida de la obra de teatro del dramaturgo chileno Jorge Díaz “Winnipeg, el Confín de la Esperanza”.
A la conmemoración asistió también el concejal Pedro Zerolo y el escritor y periodista Diego Carcedo, autor de un libro sobre la travesía del Winnipeg publicado en 2006.
Fotografía de Elvira Magaña © Fernando Torres