viernes, 19 de julio de 2013

El fascinante mundo de la macrofotografía


La fotografía de aproximación o macrofotografía es aquella que nos permite obtener imágenes de objetos o seres vivos de muy pequeño tamaño, de modo que si por ejemplo fotografiamos un insecto cuya dimensión sea de 1 cm, este ocupará ese mismo tamaño en el encuadre de la pantalla o el visor. A esto se le llama relación 1:1. Sin embargo, si empleásemos lentes y accesorios apropiados conseguiríamos alcanzar la escala 1:10, es decir, aumentaríamos su tamaño real hasta diez veces, y es más, con todo lujo de detalles. En la mente de todos estarán las imágenes de los ojos de una mosca u otros insectos que gracias a estas fotografías tan definitorias, se nos mostrarán de una manera asombrosamente inhabitual, y que son muy útiles en otros campos como son los estudios científicos de los entomólogos, o los de los botánicos si la fotografía de la que se trate sea una planta o una flor.

Un pequeño pero apasionante mundo a descubrir y capturar con nuestras cámaras, que hasta ese momento nos pasaba desapercibido, y que en ocasiones no desmerece en belleza a las fotografías de paisajes tomadas con un objetivo gran angular u otros intermedios. Para ello trataremos de elegir el hábitat ideal, lugares con mucha vegetación, húmedos y soleados, a buen seguro en ellos hallaremos diversas especies. Por lo general, y sin llegar a los antes referidos niveles de aumento, en esta época estival y dados sus llamativos colores, una de las especies de insectos preferidas por los aficionados en este campo serán los lepidópteros, es decir, las múltiples variedades de mariposas; o los anisópteros, más conocidos como libélulas, unos fascinantes insectos esencialmente veraniegos, si bien suele aplicarse el nombre también en un sentido más amplio para designar a todos los odonatos. El término “odonato” proviene de la contracción de dos palabras griegas: odontos (diente) y gnathos (mandíbula). El apelativo fue acuñado por primera vez por el naturalista y economista danés Johan Christian Fabricius en 1792, y hace referencia a las potentes mandíbulas que tienen las especies de este primitivo orden de insectos alados integrado por libélulas y caballitos del diablo.

Como decíamos antes, el hábitat natural donde podremos observar y fotografiar a las libélulas o sus parientes cercanos así como a las pequeñas efémeras, lo encontraremos en los alrededores de lagos, ríos, arroyos o tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas. Las libélulas no producen picaduras a los seres humanos, y son excelentes como depredadores controlando las poblaciones de otros insectos como los mosquitos y las moscas que en ocasiones son transmisores de enfermedades como el dengue y la gastroenteritis. Por tanto debemos ser respetuosos y pensar que llevan a cabo una tarea importante para preservar el medio natural en el que vivimos o al que acudimos esporádicamente en nuestras excursiones fotográficas o senderistas.

Volviendo a la técnica fotográfica, ya sea con cámara de película o digital, compacta o réflex, deberemos seleccionar el modo “macro”, habitualmente representado por una flor. De esta manera la cámara nos permitirá acercarnos lo más posible al insecto, siempre y cuando esté posado. En el caso de las libélulas, estas suelen ser menos huidizas que las mariposas. Otro tanto ocurre con los caballitos del diablo, que efectúan vuelos cortos para regresar pronto a su percha, en la que permanecen unos minutos, tiempo suficiente para retratarlos. El truco, pues, está en conseguirlo aproximándonos sin que nuestro insecto se asuste y emprenda el vuelo de nuevo. Algo que deberemos aceptar si sucede y no por ello desmoralizarnos.

En cuanto a la composición de la fotografía cada fotógrafo tendrá su propio estilo, si bien por cuestiones estéticas habría que tener en cuenta ciertas premisas, como son que el insecto se vea íntegro, incluidas antenas y patas si se trata de una mariposa; dejar cuando encuadremos más espacio en la dirección en la que mira el sujeto, lo que en el gremio se llama “dejar aire”; y por último, no ajustarlo demasiado al encuadre, que aparezcan otros elementos del paisaje como serían hojas o ramas en las que se apoye. A no ser que se prefiera lo contrario por otras razones, ver más en detalle, por ejemplo.

La fotografía que ilustra este artículo, un zigóptero (Zygoptera), que son un suborden del orden Odonata, conocidos popularmente como los citados caballitos del diablo, fue tomada a mediados de este mes de julio junto a la Cascada de Rovellanos, en la población de Canencia (Madrid). Un lugar recóndito, apartado, que presenta cierta dificultad al subir por la empinada margen rocosa que remonta el arroyo Matallana por una senda a veces poco clara, que en ocasiones hay que intuir superando un desnivel acumulado de unos 220 metros, y por ello poco frecuentado, afortunadamente. Pero tras un refrescante baño en la poza situada al pie de la chorrera, resulta ser un sitio ideal para hacer unas magníficas fotos con macro de estos invertebrados.


Fotografía de zigóptero © Fernando Torres