“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te
has acercado lo suficiente”. Robert Capa.
Hoy se cumple un siglo del
nacimiento del corresponsal gráfico Robert Capa (Budapest, Hungría, 22 de
octubre de 1913 – Thai Binh, Vietnam, 25 de mayo de 1954), seudónimo de Endre
Ernö Friedmann, conocido autor de la mundialmente célebre fotografía titulada ‘Muerte
de un Miliciano’, tomada en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936, y
que ha sido objeto de polémica en cuanto a su autoría. La icónica instantánea muestra
la muerte de Federico Borrell García, un miliciano anarquista. El soldado fue
capturado por la cámara de Capa en el mismo momento en que le impacta una bala,
y está ataviado con ropas de civil pero con un cinturón de cuero con
municiones. Borrel ya había sido retratado en varias ocasiones durante ese día pues
Capa realizaba un reportaje sobre su unidad. Realizada durante el periodo de la
Guerra Civil Española, para Robert Capa las únicas armas fueron sus viejas Rolleiflex
y Contax, que empleó siempre haciendo alarde de un gran talento y efectividad,
lo que le ha supuesto ser el reportero gráfico de guerra más famoso del siglo
XX.
Sin embargo, detrás de su oficio
y los comienzos como fotoperiodista hubo una mujer, a la que conocería en su
Budapest natal durante la depresión económica de 1929. Tanto es así que de no
ser por ella no habría llegado a ser el gran fotógrafo que ahora celebramos. El
nombre de esa mujer era Eva Besnyo, quien desde muy joven demostró un gran
interés por la fotografía. Para Eva resultaba más productivo el hacer
fotografías que cumplir con sus deberes escolares. Y muy pronto se dedicó a ello
empleando su cámara Kodak Brownie. Su pasión y un gusto especial por este arte influyeron
a Endre, que de esa forma tuvo el primer contacto con el mundo de la fotografía.
Otro factor determinante en la
vida de Endre a los diecisiete años y esperando acabar sus estudios, fue
conocer a uno de esos buenos amigos con una gran iniciativa en los proyectos
que emprendía, que le da excelentes consejos, le apoya económicamente y le pone
en contacto con las personas apropiadas. Ese gran amigo fue Lajos Kassák,
quien, con una ideología socialista, decidió ayudarle por su calidad de
artista, y dando a conocer la fotografía como medio social para denunciar las
injusticias del sistema capitalista y divulgando trabajos en sus seminarios
como los de Lewis Hine y Jacob Riis.
En aquellos días la situación
política empeoraba por momentos con la imposición de un gobierno fascista en
Hungría, lo que obligó al joven Endre a salir del país junto a un gran número de
jóvenes que se sentían oprimidos por la falta de un gobierno democrático y las
necesarias garantías económicas.
Tras su paso por Alemania, Endre
viaja a París, donde conoce al fotógrafo David Seymour quien le consigue un
trabajo como reportero gráfico en la revista ‘Regards’ para cubrir las
movilizaciones del Frente Popular.
Entre 1932 y 1936, tratando de
escapar del nazismo, Endre, establecido en Francia, conoce a la fotógrafa
alemana Gerda Taro, que acabaría siendo su compañera. Y para tratar de
potenciar la cotización de los trabajos de la pareja a menudo rechazados, se
inventan el nombre de un supuesto fotógrafo norteamericano de nombre Robert
Capa, utilizando indistintamente ambos dicho seudónimo. Esta invención propicia
la base de la polémica sobre quién de los dos tomó en realidad algunas de sus más
relevantes fotografías.
Al estallar la Guerra Civil
Española en julio de 1936, Endre, ya conocido como Robert Capa, se traslada a
España con su novia para cubrir los principales acontecimientos de la contienda
española. Implicado en la lucha antifascista y con la causa de la República por
bandera, estuvo presente, desde ese lado, en los principales frentes de
combate, desde los inicios en el frente de Madrid hasta la retirada final en
Cataluña.
Siempre en primera línea de
fuego, de aquellos días data la citada fotografía ‘Muerte de un Miliciano’, al
que un historiador de Alcoy identificó como el anarquista Federico Borrell
García. No obstante, un documental titulado ‘La sombra del iceberg’ (2007)
niega tal atribución con médicos forenses, testigos y documentos del archivo
local de Alcoy. Asimismo, muestra la inconsistencia de dicha tesis y aporta
nuevas fotos de la secuencia del miliciano que avalan una posible puesta en
escena, así como la posibilidad de que la instantánea no la tomara Capa, sino
su mujer.
Gerda Taro moriría en la batalla
de Brunete un año después de la realización de la mítica fotografía. “La
pequeña rubia” como la llamaban los milicianos españoles, había sido testigo de
la victoria republicana en Brunete, donde había realizado muchas fotografías.
Pero los nacionales llevaron a cabo un sorpresivo contraataque, y Gerda, que
había abandonado ya Brunete, decidió volver demostrando una indiscutible
valentía. En aquella batalla de Brunete los republicanos tuvieron que escapar
ante la barbarie nacionalista. Gerda lo hizo subida a un coche de un jefe de
las brigadas internacionales. Al ir de pie en el coche, en una curva salió
despedida y por desgracia un tanque le pasó por encima. Era el mes de julio de
1937. Poco después del fatal atropello, Gerda falleció cuando faltaba poco para
que cumpliera los 27 años.
Según la CNN, en enero de 2008 se
encontró una valija perdida por Capa donde se hallaron numerosos negativos de fotografías
que realizó en la Guerra Civil Española; un tesoro de un valor histórico incalculable.
Según un artículo publicado en la prensa, quedaría de manifiesto que dicho
grupo de instantáneas fueron tomadas a 10 kilómetros del frente, en la
localidad de Espejo, no en el Cerro Muriano como también se dijo que se efectuó
la del abatimiento del miliciano Borrell, donde en esas fechas tenían las
tropas republicanas su cuartel general.
Durante la II Guerra Mundial, Robert
Capa estaría presente en los principales escenarios bélicos de Europa. Desde
1941 a 1945 viaja por Italia, Londres y Norte de África. Del desembarco aliado
en Normandía, el 6 de junio de 1944, conocido como el día D, son clásicas sus
fotografías tomadas junto a los soldados que desembarcaban en la playa llamada
Omaha en la operación. Asimismo plasmó con su cámara la liberación de París. Por
su gran trabajo documental durante este conflicto, fue galardonado por el
general Eisenhower con la Medalla de la Libertad.
En 1947 creó, junto con los
fotógrafos Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, la agencia
Magnum Photos, donde Capa realizó una gran labor profesional, no solamente en lugares
en guerra sino también en el mundo artístico, en el que tenía grandes
amistades, entre las que se encontraban Pablo Picasso, John Steinbeck y Ernest
Hemingway.
En 1954, cuando Capa se
encontraba en Japón visitando a unos amigos de antes de la guerra, fue llamado
por la revista ‘LIFE’ para reemplazar a otro fotógrafo en Vietnam, durante la
Guerra de Indochina. En la madrugada del 25 de mayo, mientras acompañaba a una
expedición del ejército francés que se incursionaba en la espesura de una zona
boscosa, inesperadamente pisó una mina y murió, siendo el primer corresponsal
americano que moría en esa guerra, terminando así su valiente vida profesional.