martes, 22 de octubre de 2013

100 años del nacimiento de Robert Capa


“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente”. Robert Capa.

Hoy se cumple un siglo del nacimiento del corresponsal gráfico Robert Capa (Budapest, Hungría, 22 de octubre de 1913 – Thai Binh, Vietnam, 25 de mayo de 1954), seudónimo de Endre Ernö Friedmann, conocido autor de la mundialmente célebre fotografía titulada ‘Muerte de un Miliciano’, tomada en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936, y que ha sido objeto de polémica en cuanto a su autoría. La icónica instantánea muestra la muerte de Federico Borrell García, un miliciano anarquista. El soldado fue capturado por la cámara de Capa en el mismo momento en que le impacta una bala, y está ataviado con ropas de civil pero con un cinturón de cuero con municiones. Borrel ya había sido retratado en varias ocasiones durante ese día pues Capa realizaba un reportaje sobre su unidad. Realizada durante el periodo de la Guerra Civil Española, para Robert Capa las únicas armas fueron sus viejas Rolleiflex y Contax, que empleó siempre haciendo alarde de un gran talento y efectividad, lo que le ha supuesto ser el reportero gráfico de guerra más famoso del siglo XX.

Sin embargo, detrás de su oficio y los comienzos como fotoperiodista hubo una mujer, a la que conocería en su Budapest natal durante la depresión económica de 1929. Tanto es así que de no ser por ella no habría llegado a ser el gran fotógrafo que ahora celebramos. El nombre de esa mujer era Eva Besnyo, quien desde muy joven demostró un gran interés por la fotografía. Para Eva resultaba más productivo el hacer fotografías que cumplir con sus deberes escolares. Y muy pronto se dedicó a ello empleando su cámara Kodak Brownie. Su pasión y un gusto especial por este arte influyeron a Endre, que de esa forma tuvo el primer contacto con el mundo de la fotografía.

Otro factor determinante en la vida de Endre a los diecisiete años y esperando acabar sus estudios, fue conocer a uno de esos buenos amigos con una gran iniciativa en los proyectos que emprendía, que le da excelentes consejos, le apoya económicamente y le pone en contacto con las personas apropiadas. Ese gran amigo fue Lajos Kassák, quien, con una ideología socialista, decidió ayudarle por su calidad de artista, y dando a conocer la fotografía como medio social para denunciar las injusticias del sistema capitalista y divulgando trabajos en sus seminarios como los de Lewis Hine y Jacob Riis.  

En aquellos días la situación política empeoraba por momentos con la imposición de un gobierno fascista en Hungría, lo que obligó al joven Endre a salir del país junto a un gran número de jóvenes que se sentían oprimidos por la falta de un gobierno democrático y las necesarias garantías económicas.

Tras su paso por Alemania, Endre viaja a París, donde conoce al fotógrafo David Seymour quien le consigue un trabajo como reportero gráfico en la revista ‘Regards’ para cubrir las movilizaciones del Frente Popular.

Entre 1932 y 1936, tratando de escapar del nazismo, Endre, establecido en Francia, conoce a la fotógrafa alemana Gerda Taro, que acabaría siendo su compañera. Y para tratar de potenciar la cotización de los trabajos de la pareja a menudo rechazados, se inventan el nombre de un supuesto fotógrafo norteamericano de nombre Robert Capa, utilizando indistintamente ambos dicho seudónimo. Esta invención propicia la base de la polémica sobre quién de los dos tomó en realidad algunas de sus más relevantes fotografías.

Al estallar la Guerra Civil Española en julio de 1936, Endre, ya conocido como Robert Capa, se traslada a España con su novia para cubrir los principales acontecimientos de la contienda española. Implicado en la lucha antifascista y con la causa de la República por bandera, estuvo presente, desde ese lado, en los principales frentes de combate, desde los inicios en el frente de Madrid hasta la retirada final en Cataluña.

Siempre en primera línea de fuego, de aquellos días data la citada fotografía ‘Muerte de un Miliciano’, al que un historiador de Alcoy identificó como el anarquista Federico Borrell García. No obstante, un documental titulado ‘La sombra del iceberg’ (2007) niega tal atribución con médicos forenses, testigos y documentos del archivo local de Alcoy. Asimismo, muestra la inconsistencia de dicha tesis y aporta nuevas fotos de la secuencia del miliciano que avalan una posible puesta en escena, así como la posibilidad de que la instantánea no la tomara Capa, sino su mujer.

Gerda Taro moriría en la batalla de Brunete un año después de la realización de la mítica fotografía. “La pequeña rubia” como la llamaban los milicianos españoles, había sido testigo de la victoria republicana en Brunete, donde había realizado muchas fotografías. Pero los nacionales llevaron a cabo un sorpresivo contraataque, y Gerda, que había abandonado ya Brunete, decidió volver demostrando una indiscutible valentía. En aquella batalla de Brunete los republicanos tuvieron que escapar ante la barbarie nacionalista. Gerda lo hizo subida a un coche de un jefe de las brigadas internacionales. Al ir de pie en el coche, en una curva salió despedida y por desgracia un tanque le pasó por encima. Era el mes de julio de 1937. Poco después del fatal atropello, Gerda falleció cuando faltaba poco para que cumpliera los 27 años.

Según la CNN, en enero de 2008 se encontró una valija perdida por Capa donde se hallaron numerosos negativos de fotografías que realizó en la Guerra Civil Española; un tesoro de un valor histórico incalculable. Según un artículo publicado en la prensa, quedaría de manifiesto que dicho grupo de instantáneas fueron tomadas a 10 kilómetros del frente, en la localidad de Espejo, no en el Cerro Muriano como también se dijo que se efectuó la del abatimiento del miliciano Borrell, donde en esas fechas tenían las tropas republicanas su cuartel general.

Durante la II Guerra Mundial, Robert Capa estaría presente en los principales escenarios bélicos de Europa. Desde 1941 a 1945 viaja por Italia, Londres y Norte de África. Del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944, conocido como el día D, son clásicas sus fotografías tomadas junto a los soldados que desembarcaban en la playa llamada Omaha en la operación. Asimismo plasmó con su cámara la liberación de París. Por su gran trabajo documental durante este conflicto, fue galardonado por el general Eisenhower con la Medalla de la Libertad.

En 1947 creó, junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, la agencia Magnum Photos, donde Capa realizó una gran labor profesional, no solamente en lugares en guerra sino también en el mundo artístico, en el que tenía grandes amistades, entre las que se encontraban Pablo Picasso, John Steinbeck y Ernest Hemingway.

En 1954, cuando Capa se encontraba en Japón visitando a unos amigos de antes de la guerra, fue llamado por la revista ‘LIFE’ para reemplazar a otro fotógrafo en Vietnam, durante la Guerra de Indochina. En la madrugada del 25 de mayo, mientras acompañaba a una expedición del ejército francés que se incursionaba en la espesura de una zona boscosa, inesperadamente pisó una mina y murió, siendo el primer corresponsal americano que moría en esa guerra, terminando así su valiente vida profesional.