“La fotografía debe ser más interesante o más hermosa de lo que fue
fotografiado”. Garry Winogrand.
La Fundación MAPFRE acoge desde
hoy hasta el 3 de mayo más de doscientas instantáneas del padre de la llamada “street photography” (fotografía callejera).
Sin embargo, el fotógrafo
estadounidense Garry Winogrand (1928-1984) diría al respecto: “Bueno, yo no voy a entrar en eso. Creo que
ese tipo de distinciones y las listas de títulos como “fotógrafo de la calle”
son tan estúpidos. Soy un fotógrafo, un fotógrafo todavía. Eso es todo”. Y
es mucho, pues cuando Winogrand muere en Tijuana (México) a causa de un cáncer,
dejaría más de 300.000 fotografías sin editar, muchas de las cuales ni siquiera
había revelado. En concreto y tal como consta en un texto del director de
fotografía del MOMA, John Szarkowski, publicado con motivo de una exposición en
Nueva York: unos 2.500 rollos de película expuesta sin revelar, 6.500 rollos
revelados sin contactos y 3.000 rollos cuyas hojas de contactos ni siquiera
había mirado. Lo que hace un total de 12.000 rollos que Winogrand había
expuesto pero no había visto en el momento de su muerte.
Y eso que su carrera como profesional
de la fotografía fue tardía. En sus comienzos, allá por los años 50, se dedicaría
a realizar encargos para revistas y periódicos. Posteriormente iría descubriendo
que era en la calle y en los espacios públicos donde estaba todo lo que buscaba.
“Cuando fotografío, veo la vida”,
manifestaba al tiempo que impresionaba la película de su cámara con escenas
cotidianas que reflejaban la condición humana. Con su personal estilo sentó las
bases de la fotografía moderna convirtiendo la fotografía callejera en todo un género.
En los años 60 revolucionó la fotografía hasta el punto de alcanzar el
reconocimiento definitivo como arte.
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Garry Winogrand en la Fundación MAPFRE
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