En esta quinta cita del ciclo de
debates sobre periodismo cultural organizado por Casa del Lector y Fundación
Banco Santander, que cuenta además con la colaboración de la Universidad
Complutense de Madrid, intervinieron cuatro responsables de la crítica de otros
tantos importantes periódicos, como fueron Ángel Basanta (El Mundo), Juan Ángel
Juristo (ABC), Juan Antonio Masoliver (La Vanguardia) y Javier Rodríguez Marcos
(El País). La mesa redonda estuvo moderada por el poeta y periodista Carlos
Aganzo.
Rodríguez Marcos comenzó el
debate explicando la crucial importancia de la crítica en el pasado, poniendo
como ejemplo el caso que relata en sus memorias Per Olov Enquist, considerado
el mejor escritor sueco contemporáneo y eterno candidato al Premio Nobel. Según
cuenta Enquist en ‘Otra vida’, cuando se estrenó en Broadway ‘La noche de las
tríbadas’, la pieza sueca más traducida y representada en el mundo durante el pasado
siglo, esperaban con gran inquietud a poder leer al día siguiente la crítica en
The New York Times. Pero la crítica fue mala y la representación resultó un
fracaso. Esa crítica capaz de acabar con una obra ya no se da en la actualidad a
tal extremo. Como diría Machado, “ahora es más difícil distinguir las voces de
los ecos”. Rodríguez Marcos afirmó que cuantas más voces haya en Internet, más
necesaria será la crítica especializada, y recordó al crítico literario y
ensayista alemán Walter Benjamin, que dedicó muchas páginas a la publicidad y
la crítica. “Lo que yo le pido a un crítico como lector es que sepa más que yo
y que lea mejor que yo”, dijo Rodríguez Marcos, y continuó aclarando que “no
hay críticas sin criterio. La crítica debe reunir erudición e intuición”.
Juan Antonio Masoliver expresó con
cierto pesar que “los críticos cada vez lloramos más por lo que somos”. Asegura
que odia la palabra “crítica”. Sostiene que no hay ningún periódico que diga éste
es el estado de la literatura. Según Masoliver, “el crítico no debe ser
destructivo con el escritor que empieza, debe haber comunicación”. “El crítico
también debe ser escritor (como es su caso), incluso divertir”. “El sentido del
humor es vital, es un guiño al lector”. “No es verdad que el crítico tenga
independencia, un crítico está condicionado. En primer lugar, depende del
director del periódico en el que escribe; en segundo lugar, del editor. Y luego
están los autores”.
Por su parte, Juan Ángel Juristo
dijo que comenzó a trabajar como crítico cuando apareció la novela de Gabriel
García Márquez, ‘El otoño del patriarca’. Es decir, hace ahora justamente
cuarenta años. Sus críticas se publicaban por entonces en el diario
Informaciones y en Diario 16. Juristo declaró que “el crítico debe ser independiente”.
“Ahora es difícil establecer un canon en la crítica literaria tal y como se
entendía antes”. La mayoría de sus reseñas son de autores jóvenes; la capacidad
de juzgarlos representa juzgar a los escritores del futuro.
Ángel Basanta, que escribía desde
su Lugo natal, el “Finisterre”, comentó que paradójicamente fue tachado de crítico
centralista. Y subrayó la diferencia entre la crítica académica y la crítica de
urgencia, la crítica de prensa, la cultural. Según Basanta, “el problema más
común es la saturación del mercado. Todo va demasiado deprisa, no hay tiempo
para leerlo todo”. “Un autor debe en primer lugar conocer la historia de la
literatura; en segundo lugar, la teoría de la literatura; en tercer lugar, crítica
literaria; y por último literatura comparada”. Basanta explicó que “el único
miedo que ha sentido es que pase por sus manos una gran obra y no saber
reconocerla”. Y recordó el caso de Gide, cuando éste trabajaba para la
editorial Gallimard y rechazó a Proust. “Ese error es inherente al crítico”. Aclaró
que “la crítica debe tener la parte informativa, la analítica y la valorativa”.
Como decía Musil, el crítico tiene que “acercarse a esa capacidad de acertar”. Basanta
explicó que “todos los críticos que han acertado siempre es que no han apostado
nunca”. “Incluso Clarín, que fue uno de los mejores escritores de su tiempo
junto con Galdós, se equivocó como crítico: no entendió a Valle-Inclán”. Y
también afirmó que “Cervantes es más moderno que cualquier escritor actual”.
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Germán Sánchez Ruipérez