jueves, 23 de abril de 2015

Juan Goytisolo, un exiliado de nacionalidad cervantina


“Me siento como un polizón en un gran transatlántico”, ha declarado con humildad el escritor galardonado por su obra con el merecido Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes. Justamente cuando el gran Cervantes y sus huesos han estado más presentes que nunca en todos los medios de comunicación. Goytisolo (Barcelona, 1931) explicó que “no se puede rechazar un premio con el nombre de Cervantes, sería rechazar a Cervantes”. Pero también manifestó, con su habitual serena ironía, que no lo iba a recoger ataviado con chaqué, puestos a disfrazarse acudiría con una chilaba. Según declaró, lo que más le ha alegrado del Premio es la alegría de sus amigos.

Preguntado por la elección de una primera lectura de entre sus novelas y ensayos, el autor sugiere comenzar leyendo el libro ‘Campos de Níjar’, un retrato de una España pobre, llena de analfabetos en una geografía inhóspita, cuyas maneras de hablar contrastaban enormemente con su Barcelona natal. Otra alternativa que nos ofrece sería ‘Telón de boca’, una ficción narrativa escrita mayormente en primera persona, con trazos autobiográficos en los que convergen autor, narrador y géneros literarios. Después de ésta, Goytisolo escribiría ‘El exiliado de aquí y de allá’, donde en el fondo se trata del mismo personaje que nace en ‘Señas de identidad’, se transforma en obras como ‘Makbara’ y, finalmente, adquiere mayor protagonismo en ‘Paisajes después de la batalla’. Respecto a su poesía señala el breve poemario titulado ‘Ardores, ceniza, desmemoria’, sobre el cual el autor aseguró que fue visitado por la poesía sin invitación y, por tanto, de forma imprevista y con escasa intervención por su parte, mientras paseaba, leía o escribía algún artículo. Sus diversos artículos periodísticos están compilados para el lector en los libros ‘Disidencias’ y ‘Contracorrientes’.

En España, dice el escritor, el problema fue el canon nacional católico; gracias a su estancia en Estados Unidos, donde impartió clases de literatura en universidades de California, Boston y Nueva York, pudo leer a Blanco White, por ejemplo, de manera que el canon literario era mucho más abierto. Goytisolo manifiesta estar en contra del concepto de literatura nacional, y bromea diciendo que él es de nacionalidad cervantina. El paso de la España franquista al París de los años sesenta supuso cambiar el miedo por la cultura. Era el París de Sartre, de Camus, de la Rive Gauche…, y recuerda con gracia la anécdota de su intermediación entre Cela y Sartre en lo que iba a ser una entrevista, y que, sin embargo, finalmente Goytisolo, que hacía las veces de traductor, acabó contando chistes al filósofo. Sartre se disculpó y les dejó alegando estar muy ocupado. De su periodo como exiliado en París, “del burgo (Barcelona) a la medina (París)”, residiendo en el multiétnico barrio de Sentier (algo parecido al madrileño Lavapiés actual) aclara que, haciendo suyas las palabras de Cortázar, pasear por él era como “dar la vuelta al día en ochenta mundos”. Por entonces comenzaba a trabajar como asesor literario de la editorial Gallimard en la capital gala.

Sobre sus autores, Goytisolo no quiso mojarse mucho y recomendó al recientemente fallecido Günter Grass; autores mediáticos como Michel Houellebecq no le interesan demasiado. Eso sí, confiesa que es un lector muy compulsivo y atento. Cuando llega al final de un libro siente la necesidad de releerlo. El Quijote lo leyó cuatro veces: a los veinte años, a los cuarenta, a los sesenta y a los ochenta. Y afirma que cada vez que lo ha hecho le ha parecido un libro distinto.

Hace veinticinco años, el que escribe estas líneas leyó ‘Aproximaciones a Gaudí en Capadocia’. Un libro para mí iniciático que me descubrió a un Goytisolo fascinado por aquellas torres cilíndricas de remate curvilíneo, que le hicieron imaginar a un Gaudí eremita y centenario alucinado ante aquel paisaje troglodita de la Capadocia, creado por las erupciones volcánicas y fenómenos climáticos en esa región del centro de Turquía.


Fotografía de Juan Goytisolo © Fernando Torres