Los ilustres académicos reunidos
como todos los años en el Börshuset,
el palacio de la Bolsa de la ciudad vieja de Estocolmo, anunciaron la buena
nueva: el cantautor americano Bob Dylan era esta vez el merecedor del Premio
Nobel de Literatura. Galardón que según la Academia Sueca se le concede “por
haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana
de la canción”.
Un año más, Haruki Murakami, Philip Roth,
Don DeLillo, Thomas Pynchon, Richard Ford o Cormac McCarthy, entre otros menos
esperados, no tuvieron la suerte de ser el elegido. Pero es que el nombre de
Dylan también se barajó en otras ocasiones con motivo de los premios que
instaurara en su testamento Alfred Nobel. Y en justicia, y a pesar de los que
opinan que para él son más propios otros agasajos o nominaciones como los
Grammy, Robert Allen Zimmerman, pues cambió su nombre inspirándose en el poeta
Dylan Thomas, ha pasado a engrosar la lista de insignes con su flamante Premio Nobel
de Literatura 2016.
Como ha dicho Leonard Cohen, otro
gran poeta, “el Nobel a Dylan es como ponerle una medalla al Everest”. A sus 75
años y ya reconocido anteriormente con varios Grammy, el Pulitzer, un Oscar de
Hollywood o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, como dijera de él su
amigo Allen Ginsberg, el más mediático de los miembros de la Beat Generation, “es uno de los más
grandes bardos y juglares norteamericanos del siglo XX y sus palabras han
influido en varias generaciones de hombres y mujeres de todo el mundo”. Sin
embargo, hay opiniones para todos los gustos; entre los no conformes con la
decisión tomada está el novelista escocés Irvine Welsh, por ejemplo, quien se ha
indignado mucho por el premio otorgado a Dylan.
Por su parte, la Academia Sueca a
través de su portavoz y secretaria permanente, Sara Danius, elogió al genio de
Minnesota diciendo que “si miramos atrás, en el pasado descubrimos a Homero y a
Safo, que escribieron textos poéticos hechos para ser escuchados, a veces
representados acompañados con música. Y aún hoy leemos a Homero y a Safo y los
disfrutamos. Con Bob Dylan ocurre lo mismo: puede y debe ser leído también”.
Para Bob Dylan la lectura de la
obra del poeta surrealista francés Arthur Rimbaud supuso un punto de inflexión
en su lírica forma de componer textos para sus canciones, pues leyó mucha
poesía antes de escribir la suya. Otro componente de su cóctel creativo eran
los sucesos sociales que ocurrían en su tiempo y transcendían a la prensa que
leía diariamente. Por lo que fue siempre un cronista abanderado de la
contracultura.
El premio a Bob Dylan le será
entregado el 10 de diciembre en el luctuoso aniversario del fundador de los
premios, Alfred Nobel, fallecido en 1896.
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