La Sala Alcalá 31 reúne en Madrid
algunas de las obras más icónicas de Juan Muñoz. Una muestra que ha sido
prorrogada hasta mediados del próximo mes de julio.
El titulo de esta exposición,
‘Todo lo que veo me sobrevivirá’, es una cita de la poeta rusa Anna Ajmátova
que el artista Juan Muñoz (1953-2001) recogió en una de las notas de su
cuaderno durante la preparación de su última instalación, en una de las salas
de la Tate Modern de Londres, en el año 2001.
Ningún artista había alcanzado
en las últimas décadas su notoriedad internacional, en una brillante
trayectoria desde su primera exposición en 1984 hasta su prematura muerte a los
48 años de edad, cuando se encontraba en un momento de máximo apogeo.
Esa última década de producción
del artista estuvo marcada por el dominio del espacio y por la recuperación de
la figura humana como elemento central de su trabajo. Su vocación
existencialista, su cualidad emocional y su reivindicación del engaño visual,
de la suspensión de la incredulidad, determinaron que la ficción fuera una
característica fundamental del arte contemporáneo, avanzando un cambio que será
esencial dentro del arte en el siglo XXI.
Desde mediados de los años
ochenta, Juan Muñoz se había propuesto recuperar la figuración en la escultura,
pero fue gradualmente la magnitud de la instalación y la vocación
arquitectónica lo que llevó su trabajo a una escala cada vez más monumental, al
tiempo que sus obras se volvían psicológicamente más complejas.
Manuel Segade, comisario de la exposición y director del Museo Centro de Arte Dos de Mayo, ha conseguido sintetizar en esta muestra uno de los mensajes más potentes de Juan Muñoz: la fusión entre la ficción y la realidad, uno de los temas principales que trataba el escultor, sobre todo en la etapa de los 90.
Muñoz consigue crear obras de
carácter narrativo rompiendo con los límites de la escultura tradicional. La
expresividad de las figuras humanas es tan minuciosa como fascinante, y
consigue que el espectador viva las emociones de los personajes y considere sus
interacciones como reales.
Un ejemplo de esto es la obra Two seated on the wall, que muestra a
dos individuos sentados
colgando de la pared, aparentemente riéndose de la posibilidad
misma de caerse, tan realistas que pareciera que las risas pudieran escucharse.
Como una extensión de la anterior, hasta el próximo mes de enero y en conmemoración de los 70 años del nacimiento del artista, también el Museo Centro de Arte Dos de Mayo expone ‘En la hora violeta’, la exposición que recorre su primera década de trayectoria.
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Museo Centro de Arte Dos de Mayo.
Fotografía ‘Two Seated on
the Wall’. Juan Muñoz © 2001