domingo, 3 de junio de 2012

Simposio sobre el pintor Edward Hopper


Nacido en 1882 en el seno de una familia burguesa y culta residente en Nyack, una pequeña ciudad a orillas del río Hudson, Edward Hopper cursó estudios de arte aplicado al campo de la publicidad, para seguidamente, en 1900, matricularse en la New York School of Arts. En esta escuela coincidiría con otros pintores que más tarde fueron protagonistas de la vanguardia artística estadounidense de principios de los años cincuenta, como fueron George Bellows, Rockwell Kent, Guy Pène du Bois y Eugene Speicher.

Tras obtener su titulación académica, Hopper consiguió su primer empleo trabajando como ilustrador publicitario. Sin embargo, y tras sus viajes a la Europa en la que se consolidaban el fauvismo, el cubismo y el arte abstracto (París en 1906, Londres, Berlín y Bruselas en 1907, o de nuevo París en 1909), el pintor se siente más atraído por Degas, Manet, Pissarro, Monet, Sisley, Courbet, Daumier o Toulouse-Lautrec, siendo sobre todo un original autor de paisajes naturales y espacios urbanos con un estilo personal e inconfundible en los que la figura humana aparece por lo general en un contexto de soledad y melancolía.

El éxito alcanzado con una exposición de acuarelas en 1923, y otra de lienzos un año después, consagran a Hopper como el autor de referencia para otros colegas realistas que pintaban escenas estadounidenses.

Testigo consciente de la Gran Depresión de 1929, el crack de la primera gran crisis del capitalismo que en la época dejaría en la calle a millones de trabajadores y una oleada de suicidios, sus personajes destilan esa tristeza y desesperanza que tanto ha caracterizado su pintura desde que su vocación pictórica evolucionase hacia un marcado realismo, resultante de la unión de su visión figurativa y el sentimiento poético que el pintor percibe en las personas y objetos retratados.

El próximo 12 de junio el Museo Thyssen-Bornemisza presentará la mayor exposición en Europa dedicada al artista norteamericano más representativo del siglo XX. Así como un interesante simposio en el que habrá conferencias, mesas redondas y proyecciones de documentales y películas, que tendrá lugar del 19 al 22 de junio en el Salón de Actos del Museo.


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lunes, 14 de mayo de 2012

Alejandro Calderón, poeta en París


Era ya noche cerrada y fresca en París. Una de esas noches en las que se diría que el invierno, por la destemplanza, quería dar un último coletazo entre tormentas y chaparrones primaverales. Fue la noche previa a la jornada de reflexión ante las elecciones francesas que se celebraron el pasado domingo día 6 de mayo, y que finalmente contaran con el triunfo de monsieur Hollande. Mi amigo, el poeta Alejandro Calderón, me acompañaba en esta ocasión en una pequeña plaza con parque junto a la Sorbonne, París III. Allí degustamos un afrutado merlot mientras charlábamos de todo un poco, de lo humano y de lo divino, pero sobre todo de la desgraciada muerte acaecida a Greg, un joven amigo californiano al que yo también conocía de un corto viaje anterior; pintor bohemio, que hacía algunos recados aquí y allá, vecino del barrio, del Hotel Esmeralda y la Shakespeare & Co, que encontraron muerto en su casa, tendido en el frío suelo a causa de una cirrosis fulminante. Los tratos desmedidos con el alcohol traen a veces estos fatales desenlaces. Poco tiempo después, según me dijo Alejandro, sin grandes ceremonias él y algunas pocas personas más esparcieron sus cenizas mortales en Père Lachaise. En París continuaba la vida.

Sin embargo, esa misma noche, llegado el momento y dejando a un lado las malas noticias, Alejandro me sorprendía gratamente sacando del bolsillo de su chaqueta –como el mago de su chistera– unos papeles que resultaron ser unos magníficos poemas suyos inspirados en sus últimos viajes a Roma y Florencia. Pertenecientes a una nueva compilación presentada tiempo atrás en París con la asistencia del también poeta peruano Américo Ferrari, y que seguidamente me recitó enfatizando cada palabra, cada verso. El poema comenzaba diciendo así:

Expansión diáfana de la penumbra / polarizando tenue luz de cuarzo blanco / escalonada por alcantarillas de meteoros / foro de poliedros, orquídeas, rombos, cilindros / abnegación pendiente de la cascada / lamparario de sauce (…) (Ver vídeo de la presentación).

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El poeta del Hotel Esmeralda

CENTELLA

Acelero la extinción. Consigo

fijar velas en tus quejidos;

algunos se suceden como ecos,

otros son balsas que transbordan

escamas de las estrellas. Hago

que sin fintas veas los procesos,

y si las uvas urden aliviarte,

ágil multiplico las pepas y

tiño el orin. Así logro reducirte

al tic que, si no estalla,

fusiono a mi velo vil.

Aceleras la fantasía. Evasivo

abres mis cortinas de humo

y te alejas por la escalera azul.

Sencillamente careces de fin,

y el otoño te erige como hoja

o te recuerda como centella.

Alejandro Calderón

martes, 1 de mayo de 2012

30 de abril, Día Internacional del Jazz


La Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, junto al Embajador de Buena Voluntad, el pianista y compositor Herbie Hancock, inauguraron el pasado viernes en París los actos del primer Día Internacional del Jazz, que se festeja en todo el mundo el día 30 de abril. La celebración reúne una gran variedad de eventos entre los cuales se incluyen las actuaciones en vivo, pero también clases magistrales y debates. Contando con la participación de Marculs Miller, Dee Dee Bridgewater, Wynton Marsalis, Barbara Hendricks o Hugh Masekela, entre otros muchos músicos más. Asimismo las actuaciones comenzaron el domingo con un concierto en la cuna del jazz, la ciudad estadounidense de Nueva Orleáns, y se clausuran esta noche con una actuación musical en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.

El Día Internacional del Jazz quiere resaltar el diálogo intercultural y el entendimiento de los pueblos a través de este ampliamente apreciado género musical, una de las más importantes contribuciones de los Estados Unidos a la música en el mundo.

Los conciertos son transmitidos en directo a través de la página web de las Naciones Unidas y de la UNESCO. Por tanto, en la ciudad de París, sede de la organización, tampoco podían faltar las actuaciones, que dieron comienzo, como ya se ha dicho, el pasado viernes.

Pero mirando hacia atrás en el tiempo, en la ciudad del Sena fue en el periodo entreguerras, con la llegada de un gran número de afroamericanos a la capital –en concreto al sórdido distrito de Montmartre– cuando comenzó a tocarse jazz en los locales o clubes. Louis Mitchell actuó allí acompañado de su grupo, The Seven Spades, en noviembre de 1917, y el mismo año, The Jazz Kings, una orquesta de color, tocó en el casino que había en el 16 de la Rue de Clichy. En 1924, Eugene Bullard dirigía un club llamado ‘Le Grand Duc’, uno de los muchos que habían proliferado en Montmartre a mediados de los años veinte, y al que solía acudir Scott Fitzgerald, si bien éste, según el momento, prefería ir a emborracharse al bar del Hotel Ritz. Posteriormente, en clubes como ‘La Rose Rouge’ y el emblemático ‘Le Tabou’, en la esquina de las calles Dauphine y Christine, del que fuera asidua más tarde Juliette Gréco, comenzaba a oírse tocar un nuevo estilo de jazz, el vertiginoso be-bop.

“En noviembre de 2011, durante la Conferencia General de la UNESCO, la comunidad internacional proclamó el 30 de abril como el Día Internacional del Jazz. Esta jornada tiene como objetivo sensibilizar al público general sobre las virtudes de la música jazz como herramienta educativa y como motor para la paz, la unidad, el diálogo y el refuerzo de la cooperación entre pueblos. Gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, instituciones educativas y ciudadanos parti-culares ya implicados en la promoción de la música jazz aprovecharán esta oportunidad para fomentar la idea de que no se trata tan sólo de un estilo de música, sino de que el jazz contribuye también a la construcción de sociedades más inclusivas.”  Fuente: UNESCO


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Día Internacional del Jazz

sábado, 14 de abril de 2012

‘El beso de Doisneau’


En este día, mes y año en que se cumplen cien de su nacimiento, no he podido dejar de recordar al grabador litográfico, tipógrafo y, sobre todo, gran fotógrafo francés Robert Doisneau. Y lo hago con este fragmento, ahora a manera de microrelato elíptico, extraído de la novela ‘Sincronías del destino’. Pues, como suscitara Hemingway, es el lector con su imaginación quien debe rellenar el posible vacío argumental. Porque siempre hay algo que no se cuenta, pero se han de dar las claves para sobrentenderlo, ya que suele ser determinante para la totalidad de una historia. Algo semejante ocurre con la fotografía del famoso beso frente al Hôtel de Ville, muchos pensaron que se trataba de una fotografía espontánea que el autor había realizado en su recorrido por las calles de París. Sin embargo, tiempo después se ha sabido que la pareja la formaban dos estudiantes de arte dramático, llamados Françoise y Jacques, a los cuales Doisneau había contactado en un café de la ciudad. Desde entonces, además de algún que otro pleito por parte de los actores, la foto simboliza el amor y representa a París como ciudad romántica, y aún hoy más que nunca el famoso beso vende cientos de miles de copias al año.


‘El beso de Doisneau’ (microrelato)

Las fotografías que vendía Maurice en su puesto del muelle no eran tanto de Man Ray como algunas de las más famosas de Doisneau, Brassai o Boubat que, entre las de otros colegas, se incluyen en el conjunto de obras de la llamada Photographie humaniste; precisamente, estos últimos días, mientras esperaba la llegada de algún turista ávido de esas panorámicas del viejo París o de cualquier otro souvenir de los que él vendía, sentado en su vieja silla de lona plegable, la estampa que más contemplaba de todas ellas era la popular fotografía de Robert Doisneau, en la que aparecen dos amantes besándose frente al Hôtel de Ville. Cuando miraba la instantánea durante largo tiempo, se recreaba en ella, y en su imaginación fantaseaba poniéndoles mentalmente a los rostros de esos enamorados el semblante de su amiga, una pintora española, y el suyo, causándole este disimulado anhelo una mayor desazón.

Lamentablemente, cuando la pintora llegó y hubieron acordado que la llave se la entregaría a la portera de su finca después de consignar allí el nuevo cuadro, se despidió de él con un simple beso en la mejilla que muy poco o nada tuvo que ver con el de la reproducción de Doisneau. La pintora y el bouquiniste mantenían esa relación pactada viéndose de vez en cuando sin que hasta ahora ella se hubiera sincerado mostrándole sus verdaderos sentimientos, antes bien ponía alguna excusa o simplemente no le daba ninguna explicación que justificara sus viajes a España –aunque a Maurice le resultara fácil adivinar la razón–. Sin embargo, a Helena le gustaba gastarle bromas llamándole Maurice Quentin de La Tour –como el célebre retratista oficial de Luis XV– cuando, a ratos perdidos, le veía garabatear al pastel alguna cartulina. Por su parte, Maurice, haciendo gala siempre de una gran discreción, tampoco le hacía preguntas que pudieran dar la impresión de querer inmiscuirse en su vida privada y, claro está, en esta ocasión no fue diferente. Así pues la deseó un bon voyage. (…)


Fotografía ‘Le baiser de l’Hôtel de ville’, 1950 © Robert Doisneau

domingo, 1 de abril de 2012

Perec, un inventario de cosas


Una exposición en Madrid reúne obras del escritor francés provenientes de la Bibliothèque de l’Arsenal de Paris, seleccionadas todas ellas por la Association Georges Perec, junto a otras de diversos artistas españoles.

El escritor Georges Perec (1936-1982), que obtuvo en 1965 el premio Renaudot con su primera novela ‘Las cosas’, estudió sociología y colaboró en diversas revistas literarias. Su ecléctica personalidad le predispuso a ser también ensayista, poeta, dramaturgo, guionista de cine o aficionado a los juegos de palabras como acrósticos, “sopas de letras”, o los crucigramas que elaboraba para el magazín Le Point. También fue miembro del célebre “OuLiPo”, acrónimo de Ouvroir de Littérature Potentielle (Taller de literatura potencial), fundado por el también literato Raymond Queneau.

Ganador del premio Médicis en 1978 por ‘La vida, instrucciones de uso', una especie de puzzle compuesto por 107 historias que conforman el relato de los vecinos de un inmueble –planteamiento que recuerda la viñeta de Ibáñez, '13, Rue del Percebe'–, publicó entre otras 'Un hombre que duerme', 'El gabinete de un aficionado' y 'La desaparición', obras que han sido traducidas a quince idiomas.

Si en su novela ‘La desaparición’ asumió el reto de escribir sin emplear la letra e –la letra más frecuente en el francés– sin menoscabo de la coherencia en la narración, la traducción al español, que se tituló 'El secuestro', supuso un doble salto mortal, pues siguiendo el mismo principio, se tradujo sin usar la letra a.

Esta nueva exposición del escritor, titulada ‘Perec. Tentativa de inventario’, y comisariada por Alberto Ruiz de Samaniego, reúne varios fondos provenientes de la Bibliothèque de l’Arsenal de Paris, que han sido seleccionados por la Association Georges Perec, y que se presenta como una serie de obras realizadas por artistas amigos del escritor como fueron Saul Steinberg, Bernard Plossu, Robert Bober y Bernard Queysanne, reflejando su gran influencia en ellos. Asimismo forman una parte importante de la muestra los trabajos de artistas españoles relacionados o próximos a la obra y poética del escritor francés, como son las obras de Eduardo Scala, Ignasi Aballi, Isidoro Valcárcel Medina, Alfonso Berridi, Los Torreznos, Anne Heyvaert, Manuel Saro y Amaya González Reyes.



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Círculo de Bellas Artes de Madrid


Enlaces de interés

Association Georges Perec

Conferencia sobre el secuestro de Georges Perec

sábado, 24 de marzo de 2012

XII edición del Festival de jazz Saint-Germain-des-Prés


Un año más, en plena primavera parisina, tendrá lugar la duodécima edición del Festival de jazz Saint-Germain-des-Prés, que se celebra del 20 de mayo al 3 de junio del presente año.

Un festival cuyo origen se remonta a 2001, año en que su co-fundador, Charbaut Frederick, un periodista especializado en música de jazz, pusiera la primera piedra en la organización del musical evento, en el que, durante dos semanas, brillantes músicos provenientes de distintas partes del mundo ofrecen sus conciertos en el Barrio Latino de París. En diferentes escenarios de la capital, como son la Église Saint-Germain-des-Prés, el Hotel Madison, el Kiosque du Jardin du Luxembourg, los Salons Starbucks Coffee o la Fnac Montparnasse, pues una de las características del festival es la variada combinación de lugares en donde se lleva a cabo, desde iglesias y plazas públicas hasta cafés, hoteles y, por supuesto, en los locales especializados en dar conciertos.

Charbaut Frederick es un periodista que abandonó la carrera de ingeniero aeronáutico para crear una emisora de radio llamada ‘Jazzland’, colaborando en programas de radio para Rock Boulevard, Chic FM, Kiss FM o Superloustic, entre otros; así como también en revistas de jazz como es la celebrada ‘Jazz Hot’, y asimismo como miembro del jurado del Festival de jazz de La Défense, Victoires du Jazz o el del Djangodor. También contribuye a la programación del ‘Tanjazz’, el Festival de jazz de Tánger. Y ha invitado a grandes músicos como Norah Jones, Brad Mehldau, Abd Al Malik, Jacky Terrasson, Michel Portal, Aldo Romano, Kenny Barron o Milton Nascimento.

Además de contar con la presencia de importantes músicos, el Festival de jazz Saint-Germain-des-Prés brinda una oportu-nidad a las jóvenes promesas con la convocatoria del certamen de nuevos talentos, denominado ‘Tremplin Jeunes Talents’, para incentivar el talento de los jóvenes compositores de jazz franceses. Los días de selección serán el 27 y el 28 de mayo.

Esta primavera, al llegar la noche en París, la música rebosará en el Barrio Latino así como en sus calles rebosan los típicos volquetes repletos de frutas y cajones colmados de flores y ostras frescas como aderezo.



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Festival de jazz Saint-Germain-des-Prés

domingo, 11 de marzo de 2012

El siglo de Voltaire, su vida y su obra


En otros tiempos si uno de esos ingenuos coleccionistas de reliquias, no de santos sino de pensadores o filósofos, refería el nombre de Voltaire a cualquier anticuario de París, quizá alguno cercano al café homónimo en donde fuera fotografiado por última vez el parnasiano Verlaine –aquel viejo café de la Place de l´Odeon que en su día asimismo acogiera al poeta Mallarmé en la época de los simbolistas, y del que fueran asiduos también Courteline, Bourget y Barrés– sería ladinamente atendido y guiado al interior del bazar, a un apartado rincón donde, con el mayor secretismo, le sería mostrado algo parecido a un corazón, duro como una piedra, guardado en el fondo de una urna de mármol, o tal vez encerrado en una jaula de oro, y por el que le pedirían un ojo de la cara en favor de la filosofía.

El poeta de Francia, François Marie Arouet, alias Voltaire, se caracterizaría por su tolerancia y defendería la convivencia pacífica entre hombres de distintas creencias y religiones, muy al contrario que, por ejemplo, Montesquieu, con el que discrepaba acerca del derecho legítimo de los pueblos a la guerra. Además, es un hecho conocido que en cierta ocasión Voltaire defendiera a un criminal convicto llamado Jean Calas, al que creía inocente con total convencimiento. Y claro es que Voltaire estaba en lo cierto, pues de esa forma consiguió limpiar el nombre de Calas a la vez que demostraba al mundo que París era una ciudad donde la justicia y la tolerancia siempre triunfarían, aun a pesar de que Calas fuera ajusticiado finalmente sin remedio.

Para el biólogo, escritor y ensayista Martí Domínguez, Voltaire sigue vivo y encarnaría mejor que cualquier otro gran nombre de la Ilustración el siglo XVIII, más incluso que Diderot o Rousseau. No en vano el Siglo de las Luces, denominado así por su finalidad declarada de despejar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón y la libertad, es también conocido como el siglo de Voltaire. Según se puede leer textualmente en L'Encyclopédie: “a medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad”.

El filósofo de Freney, primero en alcanzar esa hasta entonces utópica meta siendo el primer escritor libre, afirmaría: “Oigo hablar de libertad, pero no creo que haya habido en Europa un particular que se haya forjado una como la mía. Seguirá mi ejemplo quien quiera y pueda”. Voltaire fue el primer escritor totalmente libre, el primero que consiguió vivir de su trabajo, el primer profesional de la escritura, según explica Martí Domínguez.

En las dos conferencias que el escritor impartió, Martí Domínguez estudia la influencia de Voltaire en el Siglo de las Luces. La primera se centra en un rápido repaso de la obra de sus principales contemporáneos, y en la relación que mantuvieron con el filósofo, siempre complicada y espinosa. En la segunda divulga la obra y vida del filósofo, sus polémicas, sus desavenencias con el poder (su relación de amor odio con Federico II de Prusia), y su retiro en los Alpes franceses, hasta su regreso glorioso a París, poco antes de su muerte. Así, durante estas dos sesiones, se mostraría una visión poliédrica del siglo XVIII francés, del movimiento ilustrado y de su mayor faro intelectual, el gran Voltaire.


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Ciclo de conferencias de la Fundación Juan March