“Cuando pierdes la razón alcanzas el conocimiento perfecto”. Jack Kerouac
El controvertido y prolífico escritor de relatos y novelas de ciencia ficción estadounidense, Philip Kindred Dick, se caracterizó por el tratamiento psicológico que daba habi-tualmente en sus obras a los personajes. Generalmente, alternando siempre un tono pesimista con algunos matices hilarantes, en una trama donde los protagonistas se debaten en la eterna pugna entre el destino y el libre albedrío.
Con frecuencia sus historias resultan surrealistas fantasías en las que los actores van descubriendo que sus vidas cotidianas son realmente una ilusión creada por poderosas entidades exteriores, por grandes complots o conspiraciones políticas, o simplemente por los acontecimientos que son dictados por un inverosímil narrador omnisciente, al que deben enfrentar el determinismo y la voluntad propia sin olvidar la baza que juega siempre el inescrutable azar.
Philip K. Dick declaró abiertamente que muchas de sus obras y pensamientos estuvieron influidos por los trabajos del suizo Carl G. Jung, fundador de la teoría de la psique humana denominada psicología analítica, opuesta a la doctrina freudiana del psicoanálisis. El propio Dick –más tarde visiblemente esquizofrénico a tenor de sus relatos– estuvo en tratamiento con un psicoterapeuta discípulo de Jung durante su adolescencia. Si bien en sus últimos años sufrió de una paranoia aguda que reflejó de forma patente en novelas como ‘Una mirada a la oscuridad’, ‘Ubik’ o ‘Fluyan mis lágrimas, dijo el policía’.
Las especulaciones junguianas que más inquietaban a Dick eran los paradigmas de lo inconsciente colectivo, las alucinaciones o proyecciones colectivas, las sincronías del destino y su teoría de la personalidad. Por ello, de una manera u otra, Jung ha estado siempre muy presente en sus obras; los personajes de sus historias analizan la realidad y sus percepciones en esos términos junguianos que el autor conocía tan bien.
Dick estudió en la Universidad de Berkeley, y allí participó en programas de radio y simpatizó con el mundo de la contracultura al que pertenecían, entre otros, los adeptos al movimiento ‘Beat’, experimentando con drogas psicoactivas. Aunque, muy al contrario que Aldous Huxley, por ejemplo, Dick negaría que éstas hubieran influido en su obra. No obstante, es sabido que el autor de la ucrónica ‘El hombre en el castillo’, ganadora del Premio Hugo en 1963 (el mismo año de la muerte de Huxley), fue un adicto a las anfetaminas y, en menor medida, consumió LSD iniciado por su colega Ray F. Nelson. Si bien, curiosamente, lo hizo después de escri-bir ‘Los tres estigmas de Palmer Eldritch’, novela “lisérgica” por excelencia.
Una vez más, en esta ocasión dirigida por George Nolfi, ha sido llevada al cine otra de las novelas de este escritor perturbado, cuyo titulo original en inglés era ‘The Adjustment Bureau’ (La oficina de ajustes), y que aquí figura con el rótulo de ‘Destino oculto’.
Más información
Página web oficial de Philip K. Dick
Premio Philip K. Dick
Enlace de interés
Trailer de la película ‘Destino oculto’
Fotografía del trailer © G. Nolfi / Universal Pictures
El controvertido y prolífico escritor de relatos y novelas de ciencia ficción estadounidense, Philip Kindred Dick, se caracterizó por el tratamiento psicológico que daba habi-tualmente en sus obras a los personajes. Generalmente, alternando siempre un tono pesimista con algunos matices hilarantes, en una trama donde los protagonistas se debaten en la eterna pugna entre el destino y el libre albedrío.
Con frecuencia sus historias resultan surrealistas fantasías en las que los actores van descubriendo que sus vidas cotidianas son realmente una ilusión creada por poderosas entidades exteriores, por grandes complots o conspiraciones políticas, o simplemente por los acontecimientos que son dictados por un inverosímil narrador omnisciente, al que deben enfrentar el determinismo y la voluntad propia sin olvidar la baza que juega siempre el inescrutable azar.
Philip K. Dick declaró abiertamente que muchas de sus obras y pensamientos estuvieron influidos por los trabajos del suizo Carl G. Jung, fundador de la teoría de la psique humana denominada psicología analítica, opuesta a la doctrina freudiana del psicoanálisis. El propio Dick –más tarde visiblemente esquizofrénico a tenor de sus relatos– estuvo en tratamiento con un psicoterapeuta discípulo de Jung durante su adolescencia. Si bien en sus últimos años sufrió de una paranoia aguda que reflejó de forma patente en novelas como ‘Una mirada a la oscuridad’, ‘Ubik’ o ‘Fluyan mis lágrimas, dijo el policía’.
Las especulaciones junguianas que más inquietaban a Dick eran los paradigmas de lo inconsciente colectivo, las alucinaciones o proyecciones colectivas, las sincronías del destino y su teoría de la personalidad. Por ello, de una manera u otra, Jung ha estado siempre muy presente en sus obras; los personajes de sus historias analizan la realidad y sus percepciones en esos términos junguianos que el autor conocía tan bien.
Dick estudió en la Universidad de Berkeley, y allí participó en programas de radio y simpatizó con el mundo de la contracultura al que pertenecían, entre otros, los adeptos al movimiento ‘Beat’, experimentando con drogas psicoactivas. Aunque, muy al contrario que Aldous Huxley, por ejemplo, Dick negaría que éstas hubieran influido en su obra. No obstante, es sabido que el autor de la ucrónica ‘El hombre en el castillo’, ganadora del Premio Hugo en 1963 (el mismo año de la muerte de Huxley), fue un adicto a las anfetaminas y, en menor medida, consumió LSD iniciado por su colega Ray F. Nelson. Si bien, curiosamente, lo hizo después de escri-bir ‘Los tres estigmas de Palmer Eldritch’, novela “lisérgica” por excelencia.
Una vez más, en esta ocasión dirigida por George Nolfi, ha sido llevada al cine otra de las novelas de este escritor perturbado, cuyo titulo original en inglés era ‘The Adjustment Bureau’ (La oficina de ajustes), y que aquí figura con el rótulo de ‘Destino oculto’.
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Trailer de la película ‘Destino oculto’
Fotografía del trailer © G. Nolfi / Universal Pictures