Una novela en mi vida. Los novelistas como lectores.
Este fue el epígrafe que englobó el ciclo de conversaciones convocado por la Fundación MAPFRE para dilucidar cuáles
han sido en el tiempo las novelas elegidas por varios autores de renombre, en
esta ocasión en su rol de lectores, desgranando así lo destacable de cada una
de ellas a la vez que dialogaban con el escritor, editor y crítico, Manuel
Rodríguez Rivero.
“Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los
muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el
día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que
nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos
cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero
¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas
interiores?”.
Así comienza ‘Jakob von Gunten’, la
novela más querida para Robert Walser, pero también la más discutida e
innovadora que el autor suizo, nacido en Biel en 1878, escribió en Berlín en
1909 después de abandonar el Instituto donde fue educado, y que dirigía Herr
Benjamenta y su hermana Lisa. Y asimismo la novela elegida por el escritor
catalán Enrique Vila-Matas para el referido ciclo, pues como ya es sabido por
todos sus lectores, Vila-Matas siente una gran devoción por Walser; probablemente
sea su autor favorito después de Franz Kafka. Precisamente, Kafka leía a
carcajadas ‘Jakob von Gunten’. Puede que ‘El Castillo’, del escritor checo, y el
Instituto Benjamenta, de Walser sean los dos lugares cerrados más importantes
de la literatura del siglo XX. Aunque en Alemania, por ejemplo, no se dio a
conocer a Walser hasta 1970. Un autor que sin embargo fue muy considerado por escritores como Walter Benjamin, Robert Musil o W.G. Sebald. Este último, curiosamente, decía
de él que tenía una escritura lineal, y tras leerlo la tendencia a disolverse
en el aire lo leído.
En 1929, Walser ingresa en la
clínica psiquiátrica de Waldau, en Berna, donde continua escribiendo. Walser
tenía antecedentes familiares de esquizofrenia. A partir de 1933, Walser
renuncia definitivamente al mundo, no volvió a escribir más. Vivió apartado de
todo en el manicomio de Herisau, en la Suiza Oriental, donde pasaría un tercio
de su vida. Hasta que la mañana del 25 de diciembre de 1956 cae desplomado
silenciosamente sobre la nieve cuando paseaba a poca distancia de Herisau. Su
amigo Carl Seelig recopiló en un libro sus conversaciones con el escritor en esos
años de silencio.
Vila-Matas, que publicó su
primera novela en 1973, titulada ‘Mujer en el espejo contemplando el paisaje’ (Tusquets),
se ha dedicado y se dedica desde entonces a fabricar historias, nutriéndose a
su vez de las novelas que ha ido leyendo a lo largo de su vida. Historias de
otros colegas, a veces muy distantes en el tiempo y el ámbito cultural, que por
diversas razones le han atraído y fascinado. Historias que muy posiblemente le
estimularon para contar las suyas propias. Lecturas de las que aprendió los fundamentos
de su oficio, dejando en él una impronta que se puede rastrear en muchos de sus
libros. Vila-Matas siempre ha confesado que es un lector que escribe. Tuvo ya
esa sensación de querer escribir leyendo ‘Platero y yo’, a los autores de la
Generación del 27, o poesía, que según dice fue lo primero que escribió. Walser
ha sido para él un autor de referencia. En ‘Impostura’ Vila-Matas relata una
historia real acaecida en Italia. Fue la primera novela en la que sintió la
inspiración de su héroe moral. Y ahora, después de haber publicado más de
treinta libros, manifiesta que es un autor de un solo libro.
Enlace de interés
Enrique Vila-Matas: ‘Jakob von Gunten’ de Robert Walser.
(Conversación entre M. Rodríguez
Rivero y E. Vila-Matas).
Fotografía de Vila-Matas ©
Fernando Torres