domingo, 11 de agosto de 2013

El legado perdido de Orson Welles


Aparece casualmente en un almacén en Italia una película perdida de uno de los grandes genios del cine, ‘Too much Johnson’ (1938), rodada tres años antes que ‘Ciudadano Kane’, y que al parecer verá la luz en octubre próximo.

Seguramente porque para muchos el cine tiene un antes y un después de Ciudadano Kane, ópera prima de Orson Welles (1915-1985), el descubrimiento en unos almacenes de Italia de ‘Too much Johnson’, representa un gran acontecimiento para la historia del séptimo arte y la multitud de aficionados que le profesan su devoción. La película que todo el mundo, incluido el propio Welles, daban por perdida, ha sido ahora encontrada de manera insólita en la pequeña localidad italiana de Pordenone y seguidamente restaurada meticulosamente en Holanda y Estados Unidos. ‘Too much Johnson’ será proyectada públicamente el mes de octubre, como así lo anunció en su portada digital el diario The New York Times.

“Todo lo que rodea a esta historia es extraordinario y misterioso, como no podía ser menos tratándose de Welles”, explicó al periódico EL PAÍS Paolo Cherchi Usai, encargado de la recuperación de esta filmación y conservador jefe del departamento de cine del George Eastman House de Nueva York. “Solo puedo decir que cuando el material llegó a mis manos sentí una emoción indescriptible, la más grande de toda mi carrera… ¡Tenía al bebé de Orson Welles en mis brazos!”.

‘Too much Johnson’ es una alocada comedia muda, que el célebre director rodó en 1938 para que fuera proyectada junto a una obra de teatro del mismo título. El proyecto acabó siendo un fracaso y la película quedó sin terminar y relegada al olvido. Tres meses después del fiasco, con tan solo 23 años, Welles se haría enormemente popular gracias a su programa de radio ‘La guerra de los mundos’, y tres años después, en 1941, llegaría su primera obra maestra, la celebérrima ‘Ciudadano Kane’. La historia de un importante financiero estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una cuantiosa colección de obras de arte que fallece inesperadamente, y que antes de hacerlo pronuncia una enigmática palabra: “Rosebud”, movilizando a un grupo de intrigados periodistas que emprende una investigación para desentrañar el misterio. La película es un hito de la historia del cine pues supuso una revolución en la manera de rodar consolidando el lenguaje cinematográfico al uso hasta 1941, proponiendo asimismo nuevas alternativas en aspectos tales como la profundidad de foco, la complejidad en el sonido y la estructura narrativa.   

Las pesquisas en la búsqueda de ‘Too much Johnson’ acabaron en España hace décadas, ya que Orson Welles aseguraría que el filme se había quemado en un incendio en su casa de Madrid. Los diferentes viajes que Welles llevó a cabo por Europa como un nómada suntuoso, le ocuparon sus últimos años de vida. La película hallada llevaba décadas abandonada en Pordenone, una localidad que precisamente es conocida por su exclusivo festival de cine mudo.

En esta curiosa historia, Pordenone, una pequeña ciudad entre Venecia y Trieste, tiene ahora un inesperado e importante protagonismo. La sede de la asociación Cinemazero, un baluarte pertinaz abanderado y defensor del cine independiente y de calidad, organiza cada año el referido festival conocido como Le giornate del cinema muto. Y esto ha sido posible en gran parte a la pasión y perseverancia de sus socios y a la colaboración de la Cinemateca de la Región Friuli Venezia Giulia. La 32ª edición de este singular festival se iniciará en esta ocasión el próximo 5 de octubre con la esperada proyección de la obra rescatada e inédita de Welles, visionada en su día solo por el propio Welles y unos pocos amigos. A buen seguro la película será todo un hallazgo a descubrir y disfrutar para todos aquellos incondicionales del famoso actor, director, guionista y productor de cine estadounidense de fama mundial. Considerado uno de los artistas más versátiles del siglo XX tanto en el ámbito del teatro, la radio como en el del propio cine.


Fotografía de Orson Welles dirigiendo ‘Too much Johnson’ (1938). Cortesía de © A.M.P.A.S.

viernes, 19 de julio de 2013

El fascinante mundo de la macrofotografía


La fotografía de aproximación o macrofotografía es aquella que nos permite obtener imágenes de objetos o seres vivos de muy pequeño tamaño, de modo que si por ejemplo fotografiamos un insecto cuya dimensión sea de 1 cm, este ocupará ese mismo tamaño en el encuadre de la pantalla o el visor. A esto se le llama relación 1:1. Sin embargo, si empleásemos lentes y accesorios apropiados conseguiríamos alcanzar la escala 1:10, es decir, aumentaríamos su tamaño real hasta diez veces, y es más, con todo lujo de detalles. En la mente de todos estarán las imágenes de los ojos de una mosca u otros insectos que gracias a estas fotografías tan definitorias, se nos mostrarán de una manera asombrosamente inhabitual, y que son muy útiles en otros campos como son los estudios científicos de los entomólogos, o los de los botánicos si la fotografía de la que se trate sea una planta o una flor.

Un pequeño pero apasionante mundo a descubrir y capturar con nuestras cámaras, que hasta ese momento nos pasaba desapercibido, y que en ocasiones no desmerece en belleza a las fotografías de paisajes tomadas con un objetivo gran angular u otros intermedios. Para ello trataremos de elegir el hábitat ideal, lugares con mucha vegetación, húmedos y soleados, a buen seguro en ellos hallaremos diversas especies. Por lo general, y sin llegar a los antes referidos niveles de aumento, en esta época estival y dados sus llamativos colores, una de las especies de insectos preferidas por los aficionados en este campo serán los lepidópteros, es decir, las múltiples variedades de mariposas; o los anisópteros, más conocidos como libélulas, unos fascinantes insectos esencialmente veraniegos, si bien suele aplicarse el nombre también en un sentido más amplio para designar a todos los odonatos. El término “odonato” proviene de la contracción de dos palabras griegas: odontos (diente) y gnathos (mandíbula). El apelativo fue acuñado por primera vez por el naturalista y economista danés Johan Christian Fabricius en 1792, y hace referencia a las potentes mandíbulas que tienen las especies de este primitivo orden de insectos alados integrado por libélulas y caballitos del diablo.

Como decíamos antes, el hábitat natural donde podremos observar y fotografiar a las libélulas o sus parientes cercanos así como a las pequeñas efémeras, lo encontraremos en los alrededores de lagos, ríos, arroyos o tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas. Las libélulas no producen picaduras a los seres humanos, y son excelentes como depredadores controlando las poblaciones de otros insectos como los mosquitos y las moscas que en ocasiones son transmisores de enfermedades como el dengue y la gastroenteritis. Por tanto debemos ser respetuosos y pensar que llevan a cabo una tarea importante para preservar el medio natural en el que vivimos o al que acudimos esporádicamente en nuestras excursiones fotográficas o senderistas.

Volviendo a la técnica fotográfica, ya sea con cámara de película o digital, compacta o réflex, deberemos seleccionar el modo “macro”, habitualmente representado por una flor. De esta manera la cámara nos permitirá acercarnos lo más posible al insecto, siempre y cuando esté posado. En el caso de las libélulas, estas suelen ser menos huidizas que las mariposas. Otro tanto ocurre con los caballitos del diablo, que efectúan vuelos cortos para regresar pronto a su percha, en la que permanecen unos minutos, tiempo suficiente para retratarlos. El truco, pues, está en conseguirlo aproximándonos sin que nuestro insecto se asuste y emprenda el vuelo de nuevo. Algo que deberemos aceptar si sucede y no por ello desmoralizarnos.

En cuanto a la composición de la fotografía cada fotógrafo tendrá su propio estilo, si bien por cuestiones estéticas habría que tener en cuenta ciertas premisas, como son que el insecto se vea íntegro, incluidas antenas y patas si se trata de una mariposa; dejar cuando encuadremos más espacio en la dirección en la que mira el sujeto, lo que en el gremio se llama “dejar aire”; y por último, no ajustarlo demasiado al encuadre, que aparezcan otros elementos del paisaje como serían hojas o ramas en las que se apoye. A no ser que se prefiera lo contrario por otras razones, ver más en detalle, por ejemplo.

La fotografía que ilustra este artículo, un zigóptero (Zygoptera), que son un suborden del orden Odonata, conocidos popularmente como los citados caballitos del diablo, fue tomada a mediados de este mes de julio junto a la Cascada de Rovellanos, en la población de Canencia (Madrid). Un lugar recóndito, apartado, que presenta cierta dificultad al subir por la empinada margen rocosa que remonta el arroyo Matallana por una senda a veces poco clara, que en ocasiones hay que intuir superando un desnivel acumulado de unos 220 metros, y por ello poco frecuentado, afortunadamente. Pero tras un refrescante baño en la poza situada al pie de la chorrera, resulta ser un sitio ideal para hacer unas magníficas fotos con macro de estos invertebrados.


Fotografía de zigóptero © Fernando Torres

sábado, 6 de julio de 2013

El universo turbador de Franz Kafka


El pasado 3 de julio se cumplían 130 años del nacimiento del escritor más emblemático de la literatura universal, Franz Kafka, conocido mundialmente por su famosa obra titulada ‘La metamorfosis’, entre otras muchas fruto de su fecunda imaginación y su particular manera de entender y sentir la vida. En este su aniversario, recordamos al inmortal autor checo de lengua alemana, nacido en 1883 en la bonita ciudad de Praga, y que moriría en 1924 en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena.

De familia judía, se adhirió al sionismo y pensó realizar un viaje a Palestina, si bien no lo llegó a llevar a cabo. En la Universidad de su ciudad natal estudió derecho obteniendo, en 1906, el doctorado en dicha especialidad. Hasta 1908 se empleó en la carrera judicial, aunque poco después trabajaría en una compañía de seguros, donde permanecería hasta 1917, año en el que la tuberculosis que padecía le forzó a ausentarse en varias ocasiones, hasta que finalmente tuvo que abandonar ese trabajo de forma definitiva en 1922. Desde el año 1908 hasta 1913 Kafka realizaría diferentes viajes por Italia, Francia, Alemania y Austria. Sus novelas, caracterizadas según algunos críticos por su “realismo mágico”, son claras manifestaciones de sus conflictos interiores, como son las relaciones con su padre, el amor, el odio al trabajo burocrático y lo que representaba para él la culpabilidad y la condena en la vida del ser humano. En vida Kafka publicó muy poco y sus grandes obras maestras se salvaguardaron gracias al también escritor, compositor y periodista checo Max Brod, al cual le unía una gran amistad. Afortunadamente, Brod desobedeció la orden de Kafka para que a su muerte destruyera todos sus escritos. Póstumamente se publicarían también las cartas escritas a su traductora checa, Milena Jasenka, cuyo titulo es ‘Cartas a Milena’. Aunque Kafka exigió a su amigo Brod que quemara todos sus escritos tras su fallecimiento, el que fuera albacea del gran escritor no respetó su última voluntad. Después de la invasión de Alemania a Checoslovaquia en 1939, Brod se trasladó a Palestina llevándose consigo todos los manuscritos de Kafka. A la muerte de Brod en 1968, los documentos pasaron a manos de su secretaria Esther Hoffe. En el testamento, el custodio de los escritos de Kafka pidió a la mujer que los cediera a la Universidad Hebrea de Jerusalén o a la Biblioteca pública de Tel Aviv. Sin embargo, Hoffe prefirió legar los manuscritos a sus hijas, lo que generó un conflicto entre las instituciones académicas y los herederos de la exsecretaria de Brod. En 2009 comenzó un juicio contra los herederos de los manuscritos de Franz Kafka que finalizó el año pasado cuando un tribunal israelí ordenó que los documentos de Max Brod, incluidos los citados manuscritos, fueran transferidos a una biblioteca nacional de Israel.

El oprimente y angustioso mundo en el que el individuo se encuentra impotente y solo frente a poderes hostiles e incomprensibles es tan característico del autor que para referirnos en la vida a circunstancias enrevesadas, absurdas o atormentadas empleamos con naturalidad el adjetivo “kafkiano”, y eso da una inequívoca idea de su gran influencia en la cultura occidental como escritor. La literatura de Kafka representa la impotencia del ser humano frente al agente externo, que puede resultar siendo una grotesca y monstruosa transformación, como en ‘La Metamorfosis’, o la presencia de una homogénea y cerrada comunidad que atormenta al personaje protagonista de su obra conocida como ‘El Castillo’. Sin lugar a dudas Kafka es el mejor escritor que representa el permanente estado de frustración del ser humano.

Un breve ejemplo de su narrativa, que no excede en demasía el espacio de este blog, lo tenemos en el siguiente relato.

‘El puente’

Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.

Fue una vez hacia el atardecer –no sé si el primero y el milésimo–, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.

Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mí. La punta del bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor. Fue entonces –yo soñaba tras él sobre montañas y valles– que saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta! No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.

Franz Kafka

sábado, 22 de junio de 2013

Diez años de ‘París no se acaba nunca’


El pasado jueves día 20 en Madrid, en un importante centro comercial, el escritor catalán Enrique Vila-Matas celebró el 10º aniversario de su célebre novela ‘París no se acaba nunca’, a cuyo evento asistieron un gran número de sus incondicionales lectores.

En dicho acto el autor estuvo acompañado por su colega de letras Marcos Giralt Torrente, con quien mantuvo una amena charla con motivo de la reciente reedición conmemorativa. Para este nuevo lanzamiento de una de sus novelas más divertidas, editada ahora por Seix Barral, Vila-Matas ha incorporado al texto un bonito prefacio con el que nos abre las puertas e invita a leer el relato de sus primeros pasos en la literatura como escritor, y que nos adentra en los vericuetos y vicisitudes parisinas como quien entra, con ese elegante savoir-faire y la naturalidad de su irónica escritura, en la vida de un escritor que tampoco parece acabarse nunca.

Se trata del autoretrato de un aprendiz de escritor en un estado permanente de impostada desesperación por imitar a sus mitos literarios en los cafés de París, lo que convierte a esta novela iniciática en un homenaje al desencanto y la esperanza de los años de juventud. El Vila-Matas de entonces pasea por lo que él llama el barrio, Saint-Germain-des-Prés, aparentando ser un escritor maldito, espiando la vida bohemia de sus amigos artistas y sus más sorprendentes anécdotas, mientras se despide de la poesía y de la felicidad de la escritura imaginaria.

El libro se inicia cuando el autor decide viajar a Key West (Florida) a inscribirse en la edición anual del tradicional concurso de dobles del escritor Ernest Hemingway. El singular encuentro tiene lugar en el Sloppy Joe's, el bar favorito del escritor cuando vivía en Cayo Hueso, en el extremo sur de Florida. Una competición que, según Vila-Matas, supone enfrentarse a un gran grupo de individuos robustos, de mediana edad y una poblada barba cana; todos ellos idénticos a Hemingway, iguales incluso en su faceta más majadera, una impar experiencia sin parangón.

Como lleva años bebiendo y engordando, Vila-Matas piensa en no desaprovechar la oportunidad, pues cree que cada vez más se parece físicamente a su ídolo de juventud, al contrario de lo que opinan su mujer y sus amigos. Y para darles una lección a todos, provisto de una barba postiza, se presenta ese mismo verano al referido concurso.

Divertido, el escritor relata que hace el ridículo más espantoso, pues no es que quede el último, ya que el jurado no descubre que la barba es falsa, sino que es descalificado por su absoluta falta de semejanza física con Hemingway.

Con esa ironía tan vilamatiana a la que ya nos tiene felizmente acostumbrados el autor catalán, en esta obra quiso hacer una revisión de los dos años de juventud que pasó en París tratando de emular la experiencia vital, bohemia y literaria, del Hemingway de ‘París era una fiesta’, que allí fue “muy pobre y muy feliz”, al contrario que Vila-Matas, que fue muy pobre y muy infeliz. Además, descubrió que, como decía John Ashbery, después de vivir en París, uno queda incapacitado para vivir en cualquier sitio, incluido París. En realidad pretende narrar, en un intento de ofrecer a sus lectores datos realmente biográficos, una novela disfrazada en una suerte de malabarismo literario con el cual de lo escrito todo es verdad porque todo está inventado. Pues a fin de cuentas un relato autobiográfico es una invención entre otras muchas. Un experimento intelectual que vino a llamarse “autoficción”, y que Vila-Matas desarrolla siempre con una original técnica muy personal y culta.

Como trata de explicarnos en el prólogo escrito para esta nueva edición de la novela que presenta la editorial Seix Barral, Vila-Matas recuerda bien que, mientras escribía el libro, pasaba de lo real a lo ficticio sin sentir que cruzaba ese límite, así como su bilingüismo le llevaba, en su vida cotidiana en Barcelona, a trasponer catalán y castellano sin pausa y con naturalidad; a traspasar esa frontera de una manera tan feliz que no se apercibía de qué lengua usaba en tal momento u otro, como si realmente utilizara siempre un solo idioma.

Además de lo que en ella se cuenta de lo sucedido o no en París durante ese periodo de tiempo de los años setenta en el que el escritor vivió en una pequeña buhardilla del número cinco de la Rue Saint-Benoît, alquilada a Marguerite Duras, en aquellos días Vila-Matas redactaría una novela breve titulada ‘La asesina ilustrada’. Un librito que pretendía asesinar a todo aquel que lo leyera, si bien los consejos de Marguerite Duras, que le hablaba en un francés superior, son para calificar la idea de disparate. Y el desconcertado Enrique se ve obligado a mantener el asesinato dentro de los estrictos márgenes del libro. Cómo la desarrolló la novela viene explicado también en ‘París no se acaba nunca’. En ese pequeño texto de principiante ya se podía vislumbrar lo que después serían las constantes de su obra, es decir, los juegos intertextuales, la urdimbre de la ficción… En ‘París no se acaba nunca’ Vila-Matas fusiona de manera magistral lo autobiográfico con la ficción y el ensayo. Después del éxito conseguido con ‘El mal de Montano’, el autor demostró con esta obra una lograda y armoniosa síntesis de las variadas facetas de su singular narrativa, que han hecho de él un autor de éxito a nivel internacional, traducido a varios idiomas, y que ha sido elogiado y premiado numerosas veces.


Fotografía de E. Vila-Matas © Fernando Torres

martes, 11 de junio de 2013

Zabala y el nuevo Parque Nacional


En estas fechas son muchos los montañeros, senderistas o excursionistas que esta primavera, que comenzó un tanto atípica y destemplada, con la mejoría del tiempo y la proximidad del verano se han lanzado a recorrer los senderos, escalar las desafiantes paredes graníticas o a realizar ascensiones por nuestro ya flamante Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, 34.000 hectáreas repartidas entre la Comunidad de Madrid y Castilla y León (Sistema Central), recientemente aprobado por el Senado.

Los intentos de reivindicar ideales tan evidentes como el valor paisajístico y ambiental de la Sierra de Guadarrama se remontan más de un siglo. Ya en 1920, la Sociedad de Alpinismo Peñalara propondría que la sierra de Guadarrama fuera declarada Parque Nacional por el valioso interés de su ecosistema de abedules, robles, avellanos, acebos, sauces, enebros, jara, narcisos, rosales silvestres e importantes pinares; así como por su fauna, entre la que cuenta con la presencia de emblemáticas especies como el águila imperial ibérica, el águila real, el buitre negro y el leonado, la cigüeña, el halcón, el milano, la cabra hispánica, el corzo, el jabalí, la liebre y el conejo, la ardilla, la nutria, la gineta, el tejón, el gato montés o el zorro, por citar solo algunas de las más representativas. Sin olvidarnos de nuestros ríos, cuyas aguas cristalinas, fruto del deshielo y las abundantes precipitaciones que se han dado este año, brincan con brío entre las rocas de sus cabeceras, y en los que se desarrolla la vida de especies ictícolas como la trucha arco iris, la trucha común, la boga, o la carpa, entre otras.

De entre las montañas englobadas en el nuevo Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, muchas de ellas de suaves relieves, destacan cumbres sobresalientes como son Peñalara (2.428 m), el pico más alto de todo el Parque Nacional; Risco de los Claveles (2.387 m), Cabezas de Hierro (2.383 m), el más alto de la Cuerda Larga; Risco de los Pájaros (2.334 m), Dos Hermanas (2.285 m), Cerro de Valdemartín (2.280 m), Bola del Mundo o Alto de las Guarramillas (2.265 m), La Maliciosa (2.227 m), El Nevero (2.209 m), el más septentrional del Parque Nacional; Siete Picos (2.138 m), La Najarra (2.108 m), La Peñota (1.945 m), Perdiguera (1.862 m), perteneciente a la Sierra de la Morcuera; el Monte Abantos (1.753 m), el más meridional del Parque regional periférico; El Yelmo (1.717 m), el más importante de la Pedriza, y Cabeza Reina (1.470 m). Montañas que siempre tuvo muy presentes José Fernández Zabala, uno de los primeros montañeros españoles, pionero en la pasión por descubrir la belleza de nuestras cimas y la naturaleza que las rodea. Escaladas que realizaba con alpargatas y cuerdas de cáñamo, pero también con una gran intuición, habilidad y valor allá en los albores del siglo XX. Entre ellas, destacó como aperturista de la vía al Pájaro, en la Pedriza, por lo que se fue convirtiendo en una figura legendaria del montañismo castellano y, por ende, del español.

Este madrileño, tipógrafo de profesión pero también escritor, poeta, editor, periodista autodidacta y conferenciante, sería el fundador de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara y activo socio del Club Alpino Español. Sus facetas culturales y trayectoria deportiva hicieron de él una persona querida y admirada por todos los que le conocieron. Tras su fallecimiento en 1923 se creó la ‘Peña Zabala’, que a través de diversas donaciones consiguió la construcción del refugio que en su honor lleva su apellido, elevado en un promontorio junto a la Laguna Grande de Peñalara, encargado al arquitecto Delgado Úbeda, el mismo arquitecto que construiría sobre el Balneario de Panticosa, en el Ibón de Respomuso, otro refugio igual al Zabala. En la actualidad, el modesto refugio conserva su función de resguardo y pernocta de montañeros; no para más de cuatro personas, pues la otra mitad del habitáculo está destinada a una pequeña estación meteorológica.

Zabala estudiaría el bachillerato en Madrid, para seguidamente matricularse en la Facultad de Ciencias Naturales (1910). Posteriormente aprendería el oficio de impresor en la imprenta de la que era gerente su padre. Casado con Clotilde Maurín, licenciada por la Universidad de París y profesora de Literatura Francesa en Madrid, se trasladan a París donde permanecerían dos años pensionados por el Patronato de Ingenieros y Obreros. Zabala se gradúa en la Escuela de las Artes del Libro. Como escritor, su ‘Manual de alpinismo’ (1910) sería el primero escrito en español para iniciarse en los deportes de montaña con consejos útiles como la técnica alpina, alimentación, indumentaria, accesorios, manejo de la cuerda y el piolet, así como itinerarios para excursiones. Le siguieron otras obras sobre la sierra de Guadarrama haciendo referencia a sus montañas más importantes. Asimismo, escribiría decenas de artículos periodísticos como colaborador en revistas especializadas.

En agosto de 1919, Zabala llega a Nueva York con la intención de dar a conocer en los Estados Unidos el libro escrito en castellano. Para ello abre una librería entre la Sexta y la Séptima avenida donde venden libros en español y en francés. Edita su primer catálogo de libros en español ‘Letras de España y de América’ en 1921, que tuvo bastante éxito entre la población hispanohablante. Sin embargo, Zabala fallece en Nueva York a la edad de 39 años, debido a un fallo del corazón en agosto de 1923. Sus restos reposan en el madrileño cementerio de la Almudena.


“En rededor de la chasca crujiente de retamas, / las manos ateridas hundidas en las llamas, / escuchando la parla humilde y sentenciosa / del guía, que nos cuenta una historia medrosa / de bandidos, recuerdo de los tiempos de mozo, / cuando, pastor entonces, levantaba su chozo / junto a una corraliza / al cobijo del cancho Centeno, en la Pedriza”. J. F. Zabala.

Fotografía del refugio Zabala (1992) © Fernando Torres

sábado, 25 de mayo de 2013

Todos con PHotoEspaña 2013


Como agua de mayo, un año más numerosas exposiciones o propuestas comprenden la nueva convocatoria de PHotoEspaña 2013, el festival internacional de fotografía que se celebra desde 1998 en Madrid durante los meses de junio y julio, si bien algunas muestras ampliarán aún más dicho plazo prolongándose hasta septiembre, mientras que otras adelantan a este mes los prolegómenos de sus proyectos. Las actividades de este certamen, que ya va por su XVI edición y al que este año se han sumado también Alcobendas, Alcalá de Henares, Lanzarote, Zaragoza y Cuenca, en concreto se celebrarán del 5 de junio al 28 de julio y proseguirán en octubre con PHotoEspaña.br, un extenso y variado programa que del mismo modo se desarrollará en Brasil en colaboración con el SESC de São Paulo.

Cada edición es temática y su programación se divide en tres apartados, a saber: la Sección Oficial, que comprende grandes centros de exposiciones, instituciones y museos; la OpenPHoto, con sede en diversos organismos oficiales y centros comerciales como los FNAC, y el Festival Off, en el que participan galerías de arte y otros espacios habilitados a tal efecto. Así, el programa expositivo estará compuesto por 74 exposiciones, de las cuales 26 corresponderán a la Sección Oficial, 15 a la OpenPHoto y 33 al Festival Off. PHotoEspaña ofrece una excelente oportunidad para conocer nuevos proyectos fotográficos, videos e instalaciones de los fotógrafos y artistas visuales nacionales e internacionales más destacados así como el trabajo de creadores nuevos o desconocidos para el gran público.

Uno de los primeros concursos convocados el presente mes de mayo fue el que ha propuesto conjuntamente PHotoEspaña y la Fundación Canal, un interesante encuentro denominado ¡A POSITIVAR!, que ya se está llevando a cabo desde el 22 de este mes hasta el 23 de junio próximo. El festival y la citada fundación quieren unir fuerzas para impulsar el positivismo entre los participantes; la inspiración y la creatividad en la sociedad, utilizando la fotografía como forma de expresión al alcance de todos. Se trata de un concurso cuyo objetivo es descubrir las miradas que fotografíen lo positivo, que muestren una idea optimista del mundo que nos rodea, aunque no siempre sea una tarea fácil. Es decir, los “buenos momentos”, el “éxito”, la “alegría”, o las “oportunidades” como leitmotiv. El reclamo pretende reunir así fotógrafos adalides del pensamiento positivo.

En cuanto a los fotógrafos profesionales ya consagrados, el festival contará este año con exposiciones de 328 artistas de 42 nacionalidades distintas entre los que destacan Harry Callahan, Edward Weston, Shirin Neshat, Laura Torrado y Mark Shaw; asimismo, habrá representaciones colectivas con obras de Robert Doisneau, Ana Mendieta, Cindy Sherman y Marina Abramovic, entre otros.

En este su último año como comisario general del festival, Gerardo Mosquera propone el tema “Cuerpo. Eros y políticas” como eje central de las exposiciones, que abordarán la diversidad con la que la fotografía ha retratado uno de sus grandes temas por excelencia: el cuerpo humano. En esta ocasión el certamen indagará en el erotismo, pero también explorará la visión erótica, la creación fotográfica no erótica y las agresiones contra el cuerpo humano.

Con un presupuesto más reducido este año y una menor inversión pública, PhotoEspaña cuenta con la colaboración de instituciones como la Fundación Banco Santander, la Fundación Telefónica o la Fundación ICO junto con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, la AECID, la Comunidad de Madrid, los ayuntamientos de Alcalá de Henares, Alcobendas, Zaragoza, Cuenca, Lanzarote y la Comunidad Europea, además del Instituto Cervantes, la Fundación MAPFRE o la Fundación Loewe.

De igual manera, en el ámbito de las redes sociales y las nuevas tecnologías se han impulsado diversas propuestas como la llamada “Caminante Digital: el peatón del s.XXI”, que precisamente hoy sábado finaliza su plazo para participar en dicho concurso. Se trata de subir a la Red las instantáneas con Instagram, para lo que hay que usar el hashtag #caminantedigital. Las 23 fotografías elegidas por el jurado de PHotoEspaña compondrán la exposición homónima.

Otro llamativo experimento fotográfico es el ideado por la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos TAI, pues lanza una convocatoria pública para participar en ‘Desmontando a Eros’, su exposición para PHotoEspaña. Un proyecto singular que mostrará las representaciones más icónicas del mito de Eros y el erotismo en las artes.

TAI ofrece la oportunidad a los usuarios de las redes sociales de que su representación erótica favorita sea reinterpretada y forme parte de una exposición de PHotoEspaña. Además, sorteará un curso de Fotografía entre todos los que participen a través de la aplicación de facebook.com/escuelatai.edu en ‘Desmontado a Eros’, cuyo plazo de admisiones finaliza el 31 de mayo. Suerte a todos los participantes.


Más información

Página web oficial de PHotoEspaña


Diseño fotográfico/logo PHE © Fernando Torres

domingo, 12 de mayo de 2013

La esperada “rentrée” del Hotel Chelsea


“I remember you well in the Chelsea Hotel”...

Decía Leonard Cohen para explicar su estancia en el Chelsea desde 1966, cuando se traslada por primera vez a una pequeña habitación en el quinto piso: “Una vez llegas al Chelsea, ya no hay vuelta atrás”… Cohen compuso tal vez la canción más célebre sobre este hotel, ‘Chelsea Hotel # 2’, con la que rememoraba su encuentro sexual con Janis Joplin en la habitación 104. Hace años, cuando la interpretaba en directo, a modo de introducción Cohen relataba cómo sucedió aquel affaire: “Había una vez un ascensor en un hotel de Nueva York. Una noche cerca de las 3 de la mañana me encontré con una mujer en ese hotel. Yo no sabía quién era, resultó ser una cantante muy famosa. Era un día muy sombrío en Nueva York. Fui al Bronco Burger por una hamburguesa, nada cambió. Fui al White Horse Tavern buscando a Dylan Thomas, pero el ya había muerto. Regresé al hotel y allí estaba ella en el ascensor, quien tampoco estaba buscándome. Ella andaba detrás de Kris Kristofferson. Yo no la buscaba a ella, sino a Lily Marlene. Después me enteré que ella era Janis Joplin, terminamos abrazados por culpa de ese divino proceso de eliminación que crea compasión donde solo hay indiferencia, luego ella murió. Escribí esta canción como un homenaje, es la llamada Chelsea Hotel”.

A pesar del titulo, Cohen no escribió la canción en el Hotel Chelsea, sino mucho después, entre 1971 y 1974. Tampoco parece haber una canción llamada ‘Chelsea Hotel # 1’, sino que existe una versión que difiere ligeramente de la grabada oficialmente. Leonard Cohen confesaría diez años después que aquella mujer se trataba de Janis Joplin, otra de las asiduas del Chelsea, siempre que estuviera en Manhattan para actuar en el aquel tiempo famoso Fillmore East del promotor Bil Graham. Aquella noche mágica Janis Joplin regresaba a su habitación cuando se cruzó en el ascensor con el cantante canadiense. Janis le preguntó si sabía dónde se hospedaba Kris Kristofferson, que había cedido a Joplin la canción ‘Me and Bobby McGee’. Cohen, rápido de reflejos como el poeta seductor que era contestó: “Señorita, está usted de suerte: yo soy Kris Kristofferson”. La broma causó su gracia y el truco dio resultado. Ambos pasaron la noche juntos, sólo fue una noche, pero dio lugar a una de las mejores canciones de la discografía de Cohen.

Tampoco hay que olvidar que canciones como ‘Chelsea girl’ (Nico), ‘Third week in the Chelsea’ (Jefferson Airplane), ‘We will fall’ (The Stooges) o ‘Like a drug I never did before’ (en la que Joey Ramone cantaba: “Hanging in the lobby of the Chelsea Hotel”) le rindieron su particular tributo musical. Y es que por las habitaciones del Chelsea, un edificio de ladrillo rojo de 12 plantas, reconocible por su característico rótulo de neón que en la década de 1950 se convertiría en uno de los símbolos de la bohemia neoyorquina, han desfilado un numeroso y singular grupo de músicos, actores, escritores, artistas y otras celebridades. Larga es la lista, pero baste mencionar a algunos de sus más memorables huéspedes, como son Arthur Miller, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Jack Kerouac, Charles Bukowski, Dylan Thomas, Tennessee Williams, Arthur C. Clarke, Marilyn Monroe, Andy Warhol, Jimi Hendrix, Larry Rivers, Robert Mapplethorpe, Patti Smith, Bob Dylan, Mark Twain, Bob Marley, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Thomas Wolfe, Frida Kahlo, Derek Walcott, Edith Piaf, Yves Klein, Robert Crumb, Keith Richards, Tom Waits o Madonna.

Construido en 1883 en el número 222 de la calle 23, entre la Octava y la Séptima Avenida, el Chelsea fue uno de los primeros edificios de apartamentos constituidos como una cooperativa. En 1905 sería transformado en hotel. Pero la noticia que sorprendió a todos fue la de su cierre el pasado 2011. El día 2 de agosto de aquel año el hotel amaneció sin huéspedes y dejó de admitir reservas para empezar un proceso de renovación que algunos opinaban que supondría el fin de uno de los iconos de la vida bohemia de la Gran Manzana neoyorquina. Estaba claro que el hotel necesitaba una remodelación completa de sus más de ciento veinticinco habitaciones y cien apartamentos de alquiler. Pero desde que en octubre de ese año trascendiera que los propietarios del hotel, miembros de la misma familia que lo compró en 1946, querían poner en venta el edificio por la acuciante necesidad de reforma que precisaba, los inquilinos han temido que los nuevos dueños no quieran continuar el legado de sus predecesores.

Los residentes del hotel, en su mayoría artistas que han querido preservar ese ambiente bohemio que ha reinado entre las paredes del Chelsea desde 1905, creen que los nuevos propietarios acabarán con la historia y los mitos a los que acogió en sus múltiples habitaciones. Finalmente se supo que el nuevo propietario es el inversionista de bienes raíces Joseph Chetrit, quien compró el edificio por algo más de 80 millones de dólares.

Para intentar acabar con esos miedos el arquitecto encargado de las reformas, Gene Kaufman, declaró a la prensa que el encanto original del hotel, incluyendo su escalera de hierro forjado y las obras de arte que cuelgan de sus muros, será preservado: “la gente no debería estar nerviosa por eso”, aseguró Kaufman. Obras de arte que Stanley Bard, su comprensivo director, generosamente aceptaba a la hora de cobrar el alquiler a sus inquilinos más necesitados.

Este mismo mes de mayo de 2013 su emblemática fachada roja lucía cubierta de andamiajes como prueba de las obras que en él se están realizando. Lo que no está muy claro aún es la fecha de su “rentrée”, si bien uno de los empleados de la recepción, un hombre de color, manifestó optimistamente que su reapertura sería en diciembre de este mismo año; mientras que otro trabajador del hotel llamado Doug, consultado telefónicamente, afirmó que sería en mayo del año próximo. Por tanto ha sido imposible verificar ese dato con certeza. También han resultado infructuosos hasta día de hoy los intentos de envío de fax a José Pérez, gerente del restaurante español “El Quijote”, situado en los bajos del edificio y cuyo contrato no expira antes de 2048; o el e-mail enviado al periodista de The Wall Street Journal, Craig Karmin. No obstante, todo parece indicar que el mítico Chelsea Hotel reanudará de nuevo su actividad hotelera en un futuro próximo. Al menos así lo esperamos muchos de nosotros.



Bibliografía

Chelsea Hotel Manhattan. Joe Ambrose (2007)

Más información

Página web del Hotel Chelsea de Nueva York