sábado, 25 de mayo de 2013

Todos con PHotoEspaña 2013


Como agua de mayo, un año más numerosas exposiciones o propuestas comprenden la nueva convocatoria de PHotoEspaña 2013, el festival internacional de fotografía que se celebra desde 1998 en Madrid durante los meses de junio y julio, si bien algunas muestras ampliarán aún más dicho plazo prolongándose hasta septiembre, mientras que otras adelantan a este mes los prolegómenos de sus proyectos. Las actividades de este certamen, que ya va por su XVI edición y al que este año se han sumado también Alcobendas, Alcalá de Henares, Lanzarote, Zaragoza y Cuenca, en concreto se celebrarán del 5 de junio al 28 de julio y proseguirán en octubre con PHotoEspaña.br, un extenso y variado programa que del mismo modo se desarrollará en Brasil en colaboración con el SESC de São Paulo.

Cada edición es temática y su programación se divide en tres apartados, a saber: la Sección Oficial, que comprende grandes centros de exposiciones, instituciones y museos; la OpenPHoto, con sede en diversos organismos oficiales y centros comerciales como los FNAC, y el Festival Off, en el que participan galerías de arte y otros espacios habilitados a tal efecto. Así, el programa expositivo estará compuesto por 74 exposiciones, de las cuales 26 corresponderán a la Sección Oficial, 15 a la OpenPHoto y 33 al Festival Off. PHotoEspaña ofrece una excelente oportunidad para conocer nuevos proyectos fotográficos, videos e instalaciones de los fotógrafos y artistas visuales nacionales e internacionales más destacados así como el trabajo de creadores nuevos o desconocidos para el gran público.

Uno de los primeros concursos convocados el presente mes de mayo fue el que ha propuesto conjuntamente PHotoEspaña y la Fundación Canal, un interesante encuentro denominado ¡A POSITIVAR!, que ya se está llevando a cabo desde el 22 de este mes hasta el 23 de junio próximo. El festival y la citada fundación quieren unir fuerzas para impulsar el positivismo entre los participantes; la inspiración y la creatividad en la sociedad, utilizando la fotografía como forma de expresión al alcance de todos. Se trata de un concurso cuyo objetivo es descubrir las miradas que fotografíen lo positivo, que muestren una idea optimista del mundo que nos rodea, aunque no siempre sea una tarea fácil. Es decir, los “buenos momentos”, el “éxito”, la “alegría”, o las “oportunidades” como leitmotiv. El reclamo pretende reunir así fotógrafos adalides del pensamiento positivo.

En cuanto a los fotógrafos profesionales ya consagrados, el festival contará este año con exposiciones de 328 artistas de 42 nacionalidades distintas entre los que destacan Harry Callahan, Edward Weston, Shirin Neshat, Laura Torrado y Mark Shaw; asimismo, habrá representaciones colectivas con obras de Robert Doisneau, Ana Mendieta, Cindy Sherman y Marina Abramovic, entre otros.

En este su último año como comisario general del festival, Gerardo Mosquera propone el tema “Cuerpo. Eros y políticas” como eje central de las exposiciones, que abordarán la diversidad con la que la fotografía ha retratado uno de sus grandes temas por excelencia: el cuerpo humano. En esta ocasión el certamen indagará en el erotismo, pero también explorará la visión erótica, la creación fotográfica no erótica y las agresiones contra el cuerpo humano.

Con un presupuesto más reducido este año y una menor inversión pública, PhotoEspaña cuenta con la colaboración de instituciones como la Fundación Banco Santander, la Fundación Telefónica o la Fundación ICO junto con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, la AECID, la Comunidad de Madrid, los ayuntamientos de Alcalá de Henares, Alcobendas, Zaragoza, Cuenca, Lanzarote y la Comunidad Europea, además del Instituto Cervantes, la Fundación MAPFRE o la Fundación Loewe.

De igual manera, en el ámbito de las redes sociales y las nuevas tecnologías se han impulsado diversas propuestas como la llamada “Caminante Digital: el peatón del s.XXI”, que precisamente hoy sábado finaliza su plazo para participar en dicho concurso. Se trata de subir a la Red las instantáneas con Instagram, para lo que hay que usar el hashtag #caminantedigital. Las 23 fotografías elegidas por el jurado de PHotoEspaña compondrán la exposición homónima.

Otro llamativo experimento fotográfico es el ideado por la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos TAI, pues lanza una convocatoria pública para participar en ‘Desmontando a Eros’, su exposición para PHotoEspaña. Un proyecto singular que mostrará las representaciones más icónicas del mito de Eros y el erotismo en las artes.

TAI ofrece la oportunidad a los usuarios de las redes sociales de que su representación erótica favorita sea reinterpretada y forme parte de una exposición de PHotoEspaña. Además, sorteará un curso de Fotografía entre todos los que participen a través de la aplicación de facebook.com/escuelatai.edu en ‘Desmontado a Eros’, cuyo plazo de admisiones finaliza el 31 de mayo. Suerte a todos los participantes.


Más información

Página web oficial de PHotoEspaña


Diseño fotográfico/logo PHE © Fernando Torres

domingo, 12 de mayo de 2013

La esperada “rentrée” del Hotel Chelsea


“I remember you well in the Chelsea Hotel”...

Decía Leonard Cohen para explicar su estancia en el Chelsea desde 1966, cuando se traslada por primera vez a una pequeña habitación en el quinto piso: “Una vez llegas al Chelsea, ya no hay vuelta atrás”… Cohen compuso tal vez la canción más célebre sobre este hotel, ‘Chelsea Hotel # 2’, con la que rememoraba su encuentro sexual con Janis Joplin en la habitación 104. Hace años, cuando la interpretaba en directo, a modo de introducción Cohen relataba cómo sucedió aquel affaire: “Había una vez un ascensor en un hotel de Nueva York. Una noche cerca de las 3 de la mañana me encontré con una mujer en ese hotel. Yo no sabía quién era, resultó ser una cantante muy famosa. Era un día muy sombrío en Nueva York. Fui al Bronco Burger por una hamburguesa, nada cambió. Fui al White Horse Tavern buscando a Dylan Thomas, pero el ya había muerto. Regresé al hotel y allí estaba ella en el ascensor, quien tampoco estaba buscándome. Ella andaba detrás de Kris Kristofferson. Yo no la buscaba a ella, sino a Lily Marlene. Después me enteré que ella era Janis Joplin, terminamos abrazados por culpa de ese divino proceso de eliminación que crea compasión donde solo hay indiferencia, luego ella murió. Escribí esta canción como un homenaje, es la llamada Chelsea Hotel”.

A pesar del titulo, Cohen no escribió la canción en el Hotel Chelsea, sino mucho después, entre 1971 y 1974. Tampoco parece haber una canción llamada ‘Chelsea Hotel # 1’, sino que existe una versión que difiere ligeramente de la grabada oficialmente. Leonard Cohen confesaría diez años después que aquella mujer se trataba de Janis Joplin, otra de las asiduas del Chelsea, siempre que estuviera en Manhattan para actuar en el aquel tiempo famoso Fillmore East del promotor Bil Graham. Aquella noche mágica Janis Joplin regresaba a su habitación cuando se cruzó en el ascensor con el cantante canadiense. Janis le preguntó si sabía dónde se hospedaba Kris Kristofferson, que había cedido a Joplin la canción ‘Me and Bobby McGee’. Cohen, rápido de reflejos como el poeta seductor que era contestó: “Señorita, está usted de suerte: yo soy Kris Kristofferson”. La broma causó su gracia y el truco dio resultado. Ambos pasaron la noche juntos, sólo fue una noche, pero dio lugar a una de las mejores canciones de la discografía de Cohen.

Tampoco hay que olvidar que canciones como ‘Chelsea girl’ (Nico), ‘Third week in the Chelsea’ (Jefferson Airplane), ‘We will fall’ (The Stooges) o ‘Like a drug I never did before’ (en la que Joey Ramone cantaba: “Hanging in the lobby of the Chelsea Hotel”) le rindieron su particular tributo musical. Y es que por las habitaciones del Chelsea, un edificio de ladrillo rojo de 12 plantas, reconocible por su característico rótulo de neón que en la década de 1950 se convertiría en uno de los símbolos de la bohemia neoyorquina, han desfilado un numeroso y singular grupo de músicos, actores, escritores, artistas y otras celebridades. Larga es la lista, pero baste mencionar a algunos de sus más memorables huéspedes, como son Arthur Miller, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Jack Kerouac, Charles Bukowski, Dylan Thomas, Tennessee Williams, Arthur C. Clarke, Marilyn Monroe, Andy Warhol, Jimi Hendrix, Larry Rivers, Robert Mapplethorpe, Patti Smith, Bob Dylan, Mark Twain, Bob Marley, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Thomas Wolfe, Frida Kahlo, Derek Walcott, Edith Piaf, Yves Klein, Robert Crumb, Keith Richards, Tom Waits o Madonna.

Construido en 1883 en el número 222 de la calle 23, entre la Octava y la Séptima Avenida, el Chelsea fue uno de los primeros edificios de apartamentos constituidos como una cooperativa. En 1905 sería transformado en hotel. Pero la noticia que sorprendió a todos fue la de su cierre el pasado 2011. El día 2 de agosto de aquel año el hotel amaneció sin huéspedes y dejó de admitir reservas para empezar un proceso de renovación que algunos opinaban que supondría el fin de uno de los iconos de la vida bohemia de la Gran Manzana neoyorquina. Estaba claro que el hotel necesitaba una remodelación completa de sus más de ciento veinticinco habitaciones y cien apartamentos de alquiler. Pero desde que en octubre de ese año trascendiera que los propietarios del hotel, miembros de la misma familia que lo compró en 1946, querían poner en venta el edificio por la acuciante necesidad de reforma que precisaba, los inquilinos han temido que los nuevos dueños no quieran continuar el legado de sus predecesores.

Los residentes del hotel, en su mayoría artistas que han querido preservar ese ambiente bohemio que ha reinado entre las paredes del Chelsea desde 1905, creen que los nuevos propietarios acabarán con la historia y los mitos a los que acogió en sus múltiples habitaciones. Finalmente se supo que el nuevo propietario es el inversionista de bienes raíces Joseph Chetrit, quien compró el edificio por algo más de 80 millones de dólares.

Para intentar acabar con esos miedos el arquitecto encargado de las reformas, Gene Kaufman, declaró a la prensa que el encanto original del hotel, incluyendo su escalera de hierro forjado y las obras de arte que cuelgan de sus muros, será preservado: “la gente no debería estar nerviosa por eso”, aseguró Kaufman. Obras de arte que Stanley Bard, su comprensivo director, generosamente aceptaba a la hora de cobrar el alquiler a sus inquilinos más necesitados.

Este mismo mes de mayo de 2013 su emblemática fachada roja lucía cubierta de andamiajes como prueba de las obras que en él se están realizando. Lo que no está muy claro aún es la fecha de su “rentrée”, si bien uno de los empleados de la recepción, un hombre de color, manifestó optimistamente que su reapertura sería en diciembre de este mismo año; mientras que otro trabajador del hotel llamado Doug, consultado telefónicamente, afirmó que sería en mayo del año próximo. Por tanto ha sido imposible verificar ese dato con certeza. También han resultado infructuosos hasta día de hoy los intentos de envío de fax a José Pérez, gerente del restaurante español “El Quijote”, situado en los bajos del edificio y cuyo contrato no expira antes de 2048; o el e-mail enviado al periodista de The Wall Street Journal, Craig Karmin. No obstante, todo parece indicar que el mítico Chelsea Hotel reanudará de nuevo su actividad hotelera en un futuro próximo. Al menos así lo esperamos muchos de nosotros.



Bibliografía

Chelsea Hotel Manhattan. Joe Ambrose (2007)

Más información

Página web del Hotel Chelsea de Nueva York 

viernes, 19 de abril de 2013

Albert Hofmann en el “Día de la bicicleta”


El 19 de abril de 1943, el químico suizo Albert Hofmann decidió tomar la primera dosis de LSD de forma intencionada en la historia de la humanidad. El Dr. Hofmann ya había sintetizado previamente la substancia en 1938 junto al Dr. Stoll en los Laboratorios Sandoz, con sede en Basilea (Suiza), después de sus trabajos de investigación con el ergot, es decir, el cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea), un hongo parasitario de este cereal. Se dice que este enteógeno podría haber sido empleado en los misterios griegos de Eleusis. Pero el buen doctor no intentaba conseguir con ello una substancia psiquedélica, sino producir un estimulante circulatorio y respiratorio para aplicarlo en obstetricia, pues sabía que ya desde el siglo VI era empleado por las comadronas para inducir los partos y limitar la pérdida de sangre.

Tres días antes, o sea el 16 de abril de ese mismo año, Hofmann había resintetizado la molécula de LSD-25, llamada así por ser el compuesto número 25 de la serie de síntesis que fue elaborando a partir de la ergotamina, que como digo había descubierto cinco años antes. Pero esta vez quiso el azar que accidentalmente se expusiera a una pequeña dosis del alucinógeno, la cual había absorbido a través de sus dedos; la ínfima solución fue suficiente para activar su mente, dándose cuenta del potencial que la substancia psicotrópica poseía, y preparar así el primer viaje de dietilamida de ácido lisérgico. “Lo primero que sentí fue una notable relajación combinada con un cierto vértigo. Una nada desagradable sensación de intoxicación que iba acompañada de un estímulo extremo de mi imaginación”. 

El día 19 de abril, día que ya conocemos en el mundo por haber pasado a la historia como el “Día de la bicicleta”, Hofmann decidió tomar 250 microgramos de LSD-25 –ahora se sabe que el umbral de la dosis del derivado número 25 que sintetizaba del ácido lisérgico son 20 microgramos–, y después de ingerir la potente dosis, el Dr. Hofmann alucinado experimentó bruscos e intensos cambios en la percepción en una suerte de desdoblamiento temporal inducido. En un primer momento fue presa del pánico. Por otra parte lógico debido a la gran cantidad de ácido que había consumido sin tener referencias concretas de sus efectos. Se trataba de una substancia psicoactiva con una potencia extraordinaria, capaz de provocar estados alterados de conciencia (EAC) con solo dosis muy bajas.

Después de un breve autoexamen médico superficial, Hofmann comprobó que estaba bien a pesar de todo. No obstante, solicitó a su asistente en el laboratorio, que estaba al tanto del experimento, que lo acompañara a casa en bicicleta, pues el uso de vehículos a motor estaba prohibido debido a las estrictas restricciones en tiempo de guerra. En el viaje en bicicleta, al entrar en contacto con la luz del sol y la exuberante naturaleza de su suiza natal, le sobrevino la sorprendente epifanía psiquedélica. En el trayecto el estado de Hofmann se deterioró rápidamente mientras se debatía entre sentimientos de ansiedad, alternando en sus pensamientos la creencia de que su acompañante era una bruja malvada; que se estaba volviendo loco, y que la LSD le había envenenado. Cuando el doctor llegó por fin a su domicilio, sin embargo, no pudo detectar ninguna anomalía física, salvo la de tener las pupilas muy dilatadas. Hofmann se fue tranquilizando, y poco después sus miedos empezaron a dar paso a una sensación de bienestar y deleite, como escribiría más tarde.

“Poco a poco empecé a disfrutar una serie sin precedente de colores y formas jugando persistentemente detrás de mis ojos cerrados. Imágenes caleidoscópicas surgían, alternándose, variando, abriendo y cerrándose en círculos, explotando en fuentes, reacomodándose e hibridizándose en un flujo constante. Tuve la sensación de que veía la tierra y la belleza de la naturaleza como era cuando fue creada. Fue una experiencia maravillosa. Un renacimiento, ver la naturaleza bajo una luz nueva”.

Posteriormente, el químico intuyó la droga como una herramienta de gran alcance en el campo de la psiquiatría, debido a su carácter intenso e introspectivo. En la misma tradición alquimista de su compatriota el gran Paracelso, Hofmann imaginó que podría ser usada con fines terapéuticos. Algo que en un principio fue probado con éxito por diversos psicoterapeutas.

Desde entonces, mucha gente celebra este día para conmemorar el descubrimiento de la LSD, pero también, extrapolado al ámbito puramente deportivo, cada vez más asociaciones y grupos de ciclistas, completamente desvinculados del consumo de estas substancias y sin ningún tipo de relación con el consumo de drogas, aprovechan el “Día Mundial de la Bicicleta” para conmemorar ese primer “viaje” en bicicleta y reivindicar el uso de la misma y el transporte sostenible y respetuoso con el medioambiente.

Por tanto, evocando al doctor en la efeméride de su viaje lisérgico, aquella experiencia tan trascendental para la humanidad, hoy tal vez sea un buen día para dar un placentero paseo en bicicleta y disfrutar así de la luz que propicia la primavera y el variado colorido que la estación nos ofrece, dejándonos llevar por la misma naturaleza que por doquier entraña todos los secretos del universo.

Albert Hofmann murió el 29 de abril de 2008 a los 102 años de edad, con una lucidez que demostró que la LSD difícilmente se puede considerar en sí misma como un peligro ni merma para la salud, como es obvio al menos en su caso.

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Bibliografía

‘Mundo interior. Mundo exterior’, Albert Hofmann.


lunes, 8 de abril de 2013

Soderbergh y sus efectos secundarios



Efectos secundarios (Side Effects), el último absorbente e imprevisible film de Steven Soderbergh (Oscar al mejor director por ‘Traffic’ en 2000) estrenado en España, basado en el guión cinematográfico de la historia de Scott Z. Burns (guionista de ‘El ultimátum de Bourne’, y tercera colaboración con Soderbergh), nos sumerge en un thriller psicológico de falsas apariencias, vueltas de tuerca y giros inesperados, con un moderno toque de cine negro clásico sobre un “desconcertante” crimen que, a efectos policiales, se podría decir que es un caso cerrado. Un asesinato perpetrado por una joven esposa sumida en una depresión aguda, que depende de los calmantes para tratar de superar la ansiedad del encarcelamiento y la quiebra de sus sueños, contra su marido, ex convicto recién salido de la prisión.

Hasta entonces, Emily (Rooney Mara) y Martin (Channing Tatum) son una pareja de Nueva York cuya relación goza de un próspero status económico y social. Martin vive en esos días su mejor momento profesional. Sin embargo, se convertiría en víctima de las manipulaciones y confabulaciones de terceros. Debido a ello ha de pasar cuatro años en prisión por abuso de información privilegiada, teniendo que renunciar a esa acomodada vida con Emily, que es la mujer de su vida. Pero su vuelta a la libertad no le depara el bienestar y la tranquilidad que esperaba, sino todo lo contrario. Emily se hunde cada vez más en el angustioso abismo de la depresión, arrastrando a Martin con ella.

La situación se desbarata y cambia radicalmente cuando Emily intenta suicidarse a causa de esa profunda depresión, y el psiquiatra al que acude, el Dr. Jonathan Banks (Jude Law), le receta una medicación para calmar su ansiedad. Recomendado por otra psiquiatra, la doctora Victoria Siebert (Catherine Zeta Jones), Banks le prescribe de nuevo a Emily un novedoso medicamento experimental denominado Ablixa como tratamiento de choque (un psicofármaco ficticio cuyo principio activo es el también inexistente Alipazone. En el film también es fugazmente nombrado el antidepresivo Vandral, cuyo genérico real es la Venlafaxina, para dar aún más credibilidad y verosimilitud a la historia). Incapaz de superar su depresión, Emily acepta someterse a su tratamiento con la nueva medicación. Pero los efectos del psicofármaco son inesperados: una noche, la paciente pierde el control mientras duerme y asesina a su esposo en un aparente estado de sonambulismo, y todos los personajes que están involucrados en su vida desde el trágico suceso empiezan a verse gravemente implicados en el caso con el devenir de los imprevistos acontecimientos. A consecuencia de esto Emily va a la cárcel y Banks, cuya carrera profesional se ve seriamente perjudicada, decide investigar el misterioso crimen para salvar su honor y prestigio médico perdidos, dando la historia un giro en su desenlace al más puro estilo Hitchcock.

La película de Soderbergh utiliza el delicado tema de las depresiones y los efectos de los fármacos en la mente humana, el lado oscuro que podemos encontrar en el mundo de la psicofarmacología, para construir un argumento de acción, tensión e intriga. El resto lo logran las correctas interpretaciones de todos los actores del film (véase la de una excelente y turbadora Rooney Mara como paciente tras su fallido intento de suicidio, o el versátil Jude Law como reputado psiquiatra). En definitiva, un thriller de falsas apariencias, viejo género del que Hollywood parecía haberse olvidado en los últimos tiempos, donde la historia se complica y empieza a descubrirse el interesado mundo que envuelve a la psicofarmacología. Unos intereses creados donde la infelicidad resulta ser un negocio muy lucrativo, y el dinero la auténtica serotonina que mueve a las personas.


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La fotografía de la película pertenece a sus propietarios. © Distribuidora eOne y productora Endgame Entertainment, Di Bonaventura Pictures.

martes, 2 de abril de 2013

Paul Klee, el maestro de la Bauhaus



La Fundación Juan March de Madrid, que ya organizó en 1981 una de las primeras exposiciones sobre Paul Klee celebradas en España, ha concebido en esta ocasión la muestra en paralelo al estudio, la transcripción y la edición crítica de ese formidable legado, un trabajo llevado a cabo por las comisarias invitadas a la exposición, Marianne Keller y Fabienne Eggelhöffer. El resultado de esa investigación es la inmensa base de datos en la que desde el pasado mes de agosto de 2012 se puede consultar libremente todos los manuscritos originales y transcripciones del pintor suizo, acuarelista y aguafuertista considerado como uno de los representantes más originales del arte moderno.

Hijo de un profesor de música, Paul Klee (Münchenbuchsee, 1879 - Muralto, 1940) realizó estudios clásicos en Berna. Más tarde se inscribiría en la Academia de Munich, donde tuvo como profesor a Franz von Stuck (1898-1900) y se familiarizó con las teorías del Jugendstil, que más tarde pondría en práctica en obras como ‘Cabeza amenazadora’, de 1905. De regreso a Berna, prosiguió su período formativo centrándose en la música, lo gráfico, la lectura de clásicos, y observando y estudiando las obras de Blake, Klimt, Goya y, ya en París, de Leonardo y Rembrandt. Posteriormente, realizó una serie de dibujos inspirados en Van Gogh, Cézanne, Matisse y otros representantes de la escuela francesa.

En 1911 contactaría con el grupo del Blaue Reiter (‘El caballero azul’), lo que le permitió conocer a sus creadores, Kandinsky y Marc, así como a Kubin y a Macke, con quienes expuso al año siguiente en Berlín. En París se relacionó con Delaunay y el ambiente cubista centrando definitivamente su interés en el movimiento y el tiempo, la luz y el color, bajo el notable influjo que le propició su viaje en 1914 a Tunicia con Moilliet y Macke, con predominio sobre los valores psicológicos de las formas. Su vida de espiritual recogimiento dio como resultado una prolífica obra.

En 1920 ingresaría en la Bauhaus de Weimar, donde vigorizó su método de análisis, y en 1924, junto con Kandinsky, Jawlensky y Feininger, formó el grupo llamado de los Blaue Vier (‘Los cuatro azules’). Las obras realizadas durante este período están repletas de imágenes misteriosas y de zonas cromáticas acompañadas de sutiles signos gráficos.

Tras ser profesor de la nueva Bauhaus de Dessau (1921-1930) y de la Academia de Düsseldorf (1931-1933), la condena nazi de su obra le obligó, en 1933, a exiliarse a Berna, donde, en claro paralelismo con la esclerosis sistémica que contrajo, su producción adquirió matices dramáticos y simbólicos con elementos o temas esquemáticos que progresivamente pasan a convertirse en ideogramas.

Además de Diarios, Klee escribió artículos sobre arte, que pueden considerarse como una teoría del arte moderno. En la actualidad, la mayoría de su obra se halla depositada en el Museo de Bellas Artes de Berna.

Para la organización de la exposición actual se ha contado con la colaboración del Zentrum Paul Klee, donde en su día se presentó una primera versión reducida, compuesta por obras de su propia colección, bajo el título ‘Meister Klee! Lehrer am Bauhaus’, entre el 31 de julio de 2012 y el 6 de enero de 2013. La muestra que se puede ver ahora en la Fundación Juan March hasta el 30 de junio de 2013 reúne algunas de las obras expuestas en el Zentrum Paul Klee junto a muchas otras de diversa procedencia.

Las obras de Klee están organizadas en secciones según cinco temas principales, a saber: el color, el ritmo, la naturaleza, la construcción y el movimiento, tanto en su creación artística como en su enseñanza, y que ordenan la mirada en el amplio universo plástico de un artista tan imaginativamente fértil como fue Klee: los fenómenos de la génesis y el crecimiento de la naturaleza le sirvieron de modelo para explicar la configuración y el diseño.

Las obras cedidas para la exposición proceden sobre todo de la colección del Zentrum Paul Klee de Berna, pero también de muchos otros museos y colecciones, públicas y privadas, de Suiza, Alemania, Francia, Estados Unidos y España. La exposición se acompaña de un catálogo, en edición española e inglesa, con ensayos y textos de Fabienne Eggelhöfer, Marianne Keller y Wolfgang Thoner. Como publicación complementaria, la Fundación Juan March edita también las traducciones al español y al inglés, en ediciones semifacsímiles, de las Beiträge zur Bildnerischen Formlehre (‘Aportaciones para una teoría de la forma pictórica’), apuntes de Paul Klee para sus clases elaborados en el periodo de 1921 a 1922 hasta ahora inéditos en ambas lenguas.

Asimismo, con motivo de la exposición ‘Paul Klee: maestro de la Bauhaus’ y con el epígrafe ‘El universo musical de Paul Klee’, se celebra los días 3, 10, 17 y 24 de abril un ciclo de conciertos que explora las relaciones entre la pintura y la música del mundo creativo del artista suizo. Es muy posible que ningún otro artista forjara vínculos tan estrechos con la música. La etapa de Klee en la Bauhaus, la perspectiva de la exposición que acompaña este ciclo, viene representada por la música de Bartók, Hindemith y Busoni, a quienes el pintor llegó a conocer personalmente. La actividad del propio pintor como violinista de cámara es la excusa ineludible para los conciertos siguientes, que programan algunas de las composiciones que él mismo interpretó en el estudio de pintura con sus colegas artistas o con su mujer, la pianista Lily. Finalmente, el ciclo culmina con ‘En el espíritu de Klee’, un programa heterogéneo de músicas de cronologías y estéticas muy diversas que de forma imaginada dialogan con la obra del pintor. En resumen, una amplia serie de compositores que aglutinan la diversidad de observancias sonoras posibles evocadas por las obras de Klee.


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domingo, 24 de marzo de 2013

Periodismo online: ¿El futuro o una alegría pasajera?



Este fue el epígrafe de la mesa redonda que se celebró el pasado día 20 en la Casa de América de Madrid, y que contó con la participación de los periodistas Martín Rodríguez Pellicer (Plaza Pública), Cristina Manzano (Esglobal.es), Soledad Gallego-Díaz (El País), Alfonso Armada (ABC.com) y el moderador Ricardo Jonás González (jotdown.es)

Los ponentes de la mesa debatieron diferentes ideas, entre el perplejo optimismo de unos y el pesimismo entusiasta de otros, aduciendo que el periodismo tiene que adaptarse a los nuevos tiempos de la revolución digital, con todo lo que eso conlleva de perjuicio para la prensa tradicional, para la que ya pasaron sus días de gloria periodística. Tanto que para muchos ha representado su cierre, también el fin de las subvenciones públicas ha lastrado a muchos rotativos, si bien algunos diarios gozan todavía de buena salud, aunque a costa de los consabidos EREs, o contratando jóvenes periodistas con un menor sueldo y, claro está, gracias a la publicidad, que dependerá de la difusión que tengan los mismos.

Según Laurent Beccaria y Patrick de Saint-Exupéry, autores de Otro periodismo es posible. Manifiesto ‘XXI’ –texto al que aludió Alfonso Armada y que aparece publicado en su revista digital Fronterad, de la que es fundador–, Internet, además de instrumento técnico y medio de difusión, es también un mundo en expansión y en perpetua mutación. En este universo completamente enfocado hacia mañana se imponen a ritmo sostenido posibilidades técnicas desconocidas y nuevos objetos de uso inédito. “Cinco años en la red son prácticamente un milenio”, resume Bill Nichols, una de las figuras más destacadas del periodismo digital en Estados Unidos.

¿Y si estuvieran equivocados? ¿Y si la “conversión digital” fuera una trampa mortal para los periódicos? ¿Y si los directivos de la prensa mundial se equivocaron al invertir a diestra y siniestra en las aplicaciones, sitios web y redacciones multimedia? ¿Y si las fantasiosas cifras de páginas vistas y la extraordinaria concurrencia de los títulos de prensa transformados en “marcas mediáticas” fueran una estafa?... Estos son algunos interrogantes con los que se inicia el citado manifiesto francés, pero lo que es claro es que el periodismo debe seguir siendo libre, ético, riguroso, veraz y comprometido independientemente del medio en el que se divulgue. No obstante, es necesario saber hallar las fórmulas para reinventarse si se quiere alcanzar un buen número de fieles lectores entre tanta oferta mediática, y deberá seguir estando basado en dos principios básicos: la responsabilidad social y la veracidad informativa. Además, exigirán del profesional un continuo reciclaje y perfeccionamiento en su trabajo informativo. A los nuevos periodistas que emprendan ahora, tras su licenciatura, la tarea de informar creando nuevos proyectos periodísticos online, recordarles aquella frase atribuida a Jean Cocteau que rezaba así: “Lo consiguieron porque no sabían que era imposible”. El éxito nunca está garantizado, sin embargo la frase podemos aplicarla a muchos casos de profesionales que creyendo por encima de todo en su labor y estando firmemente convencidos de que es posible, consiguieron aquello que hasta el momento escapaba a las previsiones para el futuro o al menos a la capacidad del periodista: sueños imposibles que finalmente se vuelven posibles.


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domingo, 17 de marzo de 2013

La literatura de Plácido W. Díez Gansert



Me gustaría dedicar estas líneas a mi amigo el escritor Plácido W. Díez Gansert, autor aún poco conocido en las altas esferas del mundo literario o editoriales al uso, ya que él mismo dirige y gestiona su propia plataforma de edición, tanto en el caso del libro impreso en papel como los actuales e-books. Plácido nace en Pamplona en 1971 y se traslada a vivir a Madrid en 1976. Estudia el bachillerato en el Colegio Alemán de Madrid. Se licencia en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, y parte de su carrera la estudia en la Johann Wolfgang Göthe Universität de Frankfurt, Alemania.

Como he podido comprobar en nuestra relación de amistad, Plácido es, además, un apasionado jugador de ajedrez, juego que, en su modalidad de competición, está considerado como deporte, si bien sobre todo es un magnífico ejercicio intelectual, muy instructivo, que favorece la concentración y dotes de estratega que el autor practica siempre que se tercie prefiriéndolo a otras actividades lúdicas –aunque también es un gran aficionado al tenis, el montañismo o el esquí–, antes que ver la a veces infumable televisión, dedicando su tiempo mayormente a la escritura.

Antes de su andadura literaria, el escritor emprendió una carrera profesional en el área del desarrollo de negocio, residiendo en Alemania, Brasil, España y México. Viaja por 52 países en labores de apertura de mercados para diversas corporaciones multinacionales. Y es en la primavera de 2009 cuando publica su primera novela, El Profesor. Ya como autor consagrado cuenta en su haber con tres novelas disponibles en su web, si bien en estos últimos meses ha estado trabajando en la cuarta: ‘Hijos de la Crisis’, que espera tener concluida para esta próxima primavera.

Plácido concibe la literatura como un medio de expresión para humanizar a las personas, sensibilizarlas y tornarlas más permeables a los valores universales. Sus tres obras conectan con temas actuales, tales como el contrapunto entre cultura y lujo en ‘El Profesor’, la solidaridad con los necesitados en ‘Crónica de un Rebelde’, o la alienación mental provocada por el abuso de Internet en ‘El Libro de las Caras’. Entretenida novela utópica sobre las Redes Sociales que he tenido la oportunidad de leer, que en sus últimas páginas la lectura de la trama nos evoca al mundo de Aldous Huxley o, incluso, a Philip K. Dick. El relato progresa en el tiempo desde la actualidad y concluye en el año 2052 donde se proyecta una visión apocalíptica de nuestro mundo. ¿Hacia dónde conduce el movimiento de las redes sociales y cómo afecta a nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con la sociedad?... La novela alerta a los internautas de la deshumanización y banalización que comporta el abuso de estas tecnologías.

Plácido opina que la belleza radica en la sencillez, por lo que intenta mantener un lenguaje vivo, transparente y directo, tanto en sus narraciones como en los diálogos. Su modo narrativo, de interesante lectura, es ameno, placentero, sin aspavientos, ni sensiblerías impostadas. Seguro, relajado y sin ínfulas, con un consolidado dominio del lenguaje, el autor nos regala una historia común para muchos de nosotros, ingeniosa, fresca y divertida pero a la vez inquietante y desesperanzadora.

El valor literario de su obra, como la de cualquier otro autor que se precie es siempre discutible, pero lo que ha quedado patente tras los muchos libros vendidos es que su prosa es cautivadora y engancha desde la primera línea hasta la última, tal como sostienen sus lectores en estos últimos años.