martes, 22 de octubre de 2013

100 años del nacimiento de Robert Capa


“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente”. Robert Capa.

Hoy se cumple un siglo del nacimiento del corresponsal gráfico Robert Capa (Budapest, Hungría, 22 de octubre de 1913 – Thai Binh, Vietnam, 25 de mayo de 1954), seudónimo de Endre Ernö Friedmann, conocido autor de la mundialmente célebre fotografía titulada ‘Muerte de un Miliciano’, tomada en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936, y que ha sido objeto de polémica en cuanto a su autoría. La icónica instantánea muestra la muerte de Federico Borrell García, un miliciano anarquista. El soldado fue capturado por la cámara de Capa en el mismo momento en que le impacta una bala, y está ataviado con ropas de civil pero con un cinturón de cuero con municiones. Borrel ya había sido retratado en varias ocasiones durante ese día pues Capa realizaba un reportaje sobre su unidad. Realizada durante el periodo de la Guerra Civil Española, para Robert Capa las únicas armas fueron sus viejas Rolleiflex y Contax, que empleó siempre haciendo alarde de un gran talento y efectividad, lo que le ha supuesto ser el reportero gráfico de guerra más famoso del siglo XX.

Sin embargo, detrás de su oficio y los comienzos como fotoperiodista hubo una mujer, a la que conocería en su Budapest natal durante la depresión económica de 1929. Tanto es así que de no ser por ella no habría llegado a ser el gran fotógrafo que ahora celebramos. El nombre de esa mujer era Eva Besnyo, quien desde muy joven demostró un gran interés por la fotografía. Para Eva resultaba más productivo el hacer fotografías que cumplir con sus deberes escolares. Y muy pronto se dedicó a ello empleando su cámara Kodak Brownie. Su pasión y un gusto especial por este arte influyeron a Endre, que de esa forma tuvo el primer contacto con el mundo de la fotografía.

Otro factor determinante en la vida de Endre a los diecisiete años y esperando acabar sus estudios, fue conocer a uno de esos buenos amigos con una gran iniciativa en los proyectos que emprendía, que le da excelentes consejos, le apoya económicamente y le pone en contacto con las personas apropiadas. Ese gran amigo fue Lajos Kassák, quien, con una ideología socialista, decidió ayudarle por su calidad de artista, y dando a conocer la fotografía como medio social para denunciar las injusticias del sistema capitalista y divulgando trabajos en sus seminarios como los de Lewis Hine y Jacob Riis.  

En aquellos días la situación política empeoraba por momentos con la imposición de un gobierno fascista en Hungría, lo que obligó al joven Endre a salir del país junto a un gran número de jóvenes que se sentían oprimidos por la falta de un gobierno democrático y las necesarias garantías económicas.

Tras su paso por Alemania, Endre viaja a París, donde conoce al fotógrafo David Seymour quien le consigue un trabajo como reportero gráfico en la revista ‘Regards’ para cubrir las movilizaciones del Frente Popular.

Entre 1932 y 1936, tratando de escapar del nazismo, Endre, establecido en Francia, conoce a la fotógrafa alemana Gerda Taro, que acabaría siendo su compañera. Y para tratar de potenciar la cotización de los trabajos de la pareja a menudo rechazados, se inventan el nombre de un supuesto fotógrafo norteamericano de nombre Robert Capa, utilizando indistintamente ambos dicho seudónimo. Esta invención propicia la base de la polémica sobre quién de los dos tomó en realidad algunas de sus más relevantes fotografías.

Al estallar la Guerra Civil Española en julio de 1936, Endre, ya conocido como Robert Capa, se traslada a España con su novia para cubrir los principales acontecimientos de la contienda española. Implicado en la lucha antifascista y con la causa de la República por bandera, estuvo presente, desde ese lado, en los principales frentes de combate, desde los inicios en el frente de Madrid hasta la retirada final en Cataluña.

Siempre en primera línea de fuego, de aquellos días data la citada fotografía ‘Muerte de un Miliciano’, al que un historiador de Alcoy identificó como el anarquista Federico Borrell García. No obstante, un documental titulado ‘La sombra del iceberg’ (2007) niega tal atribución con médicos forenses, testigos y documentos del archivo local de Alcoy. Asimismo, muestra la inconsistencia de dicha tesis y aporta nuevas fotos de la secuencia del miliciano que avalan una posible puesta en escena, así como la posibilidad de que la instantánea no la tomara Capa, sino su mujer.

Gerda Taro moriría en la batalla de Brunete un año después de la realización de la mítica fotografía. “La pequeña rubia” como la llamaban los milicianos españoles, había sido testigo de la victoria republicana en Brunete, donde había realizado muchas fotografías. Pero los nacionales llevaron a cabo un sorpresivo contraataque, y Gerda, que había abandonado ya Brunete, decidió volver demostrando una indiscutible valentía. En aquella batalla de Brunete los republicanos tuvieron que escapar ante la barbarie nacionalista. Gerda lo hizo subida a un coche de un jefe de las brigadas internacionales. Al ir de pie en el coche, en una curva salió despedida y por desgracia un tanque le pasó por encima. Era el mes de julio de 1937. Poco después del fatal atropello, Gerda falleció cuando faltaba poco para que cumpliera los 27 años.

Según la CNN, en enero de 2008 se encontró una valija perdida por Capa donde se hallaron numerosos negativos de fotografías que realizó en la Guerra Civil Española; un tesoro de un valor histórico incalculable. Según un artículo publicado en la prensa, quedaría de manifiesto que dicho grupo de instantáneas fueron tomadas a 10 kilómetros del frente, en la localidad de Espejo, no en el Cerro Muriano como también se dijo que se efectuó la del abatimiento del miliciano Borrell, donde en esas fechas tenían las tropas republicanas su cuartel general.

Durante la II Guerra Mundial, Robert Capa estaría presente en los principales escenarios bélicos de Europa. Desde 1941 a 1945 viaja por Italia, Londres y Norte de África. Del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944, conocido como el día D, son clásicas sus fotografías tomadas junto a los soldados que desembarcaban en la playa llamada Omaha en la operación. Asimismo plasmó con su cámara la liberación de París. Por su gran trabajo documental durante este conflicto, fue galardonado por el general Eisenhower con la Medalla de la Libertad.

En 1947 creó, junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, la agencia Magnum Photos, donde Capa realizó una gran labor profesional, no solamente en lugares en guerra sino también en el mundo artístico, en el que tenía grandes amistades, entre las que se encontraban Pablo Picasso, John Steinbeck y Ernest Hemingway.

En 1954, cuando Capa se encontraba en Japón visitando a unos amigos de antes de la guerra, fue llamado por la revista ‘LIFE’ para reemplazar a otro fotógrafo en Vietnam, durante la Guerra de Indochina. En la madrugada del 25 de mayo, mientras acompañaba a una expedición del ejército francés que se incursionaba en la espesura de una zona boscosa, inesperadamente pisó una mina y murió, siendo el primer corresponsal americano que moría en esa guerra, terminando así su valiente vida profesional. 

jueves, 10 de octubre de 2013

Recordando a Edith Piaf y su himno al amor


Una vez estuve en casa de Edith Piaf. En realidad un minúsculo apartamento en el parisino barrio de Ménilmontant. Me presenté allí sin avisar y llamé a la puerta de ese inmueble del 5, Rue Crespin du Gast con la sana intención de visitar lo que hoy es su museo. Me abrió la puerta un hombre que al principio me recriminó el no haber llamado por teléfono para pedir cita, a lo que yo le expuse mi ignorancia, pues en la oficina de turismo no me habían advertido de nada, dándome solo la dirección en la que se encontraba la casa de esta buena mujer. Finalmente, aquel hombre me dejó pasar sin más reparos y, una vez dentro, me permitió curiosear solo por el domicilio, retirándose tras poner un disco de la Piaf en el tocadiscos de época para una mejor ambientación de la pequeña residencia y acogida al visitante como debía tener por costumbre.

Allí estaban el oso raído de peluche ya deslucido y algo sucio que recibió Piaf en vida como regalo, y que aparece en la película biográfica estrenada hace algunos años; o los viejos guantes de boxeo de su novio, el marroquí Marcel Cerdan, apodado el “Bombardero de Marruecos”, entre una serie de objetos entrañables que recordaban los años de su corta vida. Pues Edith Giovanna Gassion moriría a los 47 años de edad debido a causa de un cáncer hepático. Sus restos mortales descansan en el parisino cementerio de Père Lachaise.

Di un repaso rápido con la vista a todos los demás recuerdos de la cantante que allí reposaban, pero me quedó persistente en la memoria el que me había despertado la visión del adminículo pugilístico del malogrado Cerdan, que fallece en un trágico accidente aéreo cuando se trasladaba de París a Nueva York para reunirse con su amada Edith, un 27 de octubre de 1949. Dos meses después tenía que pelear en la revancha contra Jake LaMotta. Pero desgraciadamente su avión se fue a estrellar en una montaña de las Azores.

Después de una vida de denodada lucha y lejos de ser color de rosa, Edith Piaf moriría también ese mismo mes del año 1963; un 10 de octubre, tal día como hoy hace 50 años. Aunque se dio como fecha oficial la de su traslado a París, es decir, el día 11 de este otoñal y para ella fatal mes. Por cierto, el mismo día en que muere su gran amigo, el polifacético Jean Cocteau, quien al enterarse de su muerte, y antes de morir él mismo, diría que nunca había conocido un ser más desprendido de su alma: “Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las ventanas”.

viernes, 4 de octubre de 2013

Liber 2013, el libro frente a la crisis


Liber 2013 pretende demostrar la vitalidad del sector del libro a pesar de la actual crisis. La feria profesional del libro más importante del mundo editorial en español abre por primera vez sus puertas al público con el Festival “Literatura” a partir de hoy viernes.

Con Chile como país invitado en esta ocasión, la Feria, que se celebra desde el pasado miércoles hasta el día seis en la casa de Casa de Campo de Madrid, se reinventa iniciándose este año con el propósito de que este evento profesional del libro en español se convierta en el más importante del sector y sea el lugar idóneo para el encuentro y el debate sobre las oportunidades y retos a los que se enfrenta el mundo del libro hoy en día.

Así lo explicaría el presidente de la Federación del Gremio de Editores (FGEE) y de la Federación de Cámaras del Libro (Defedecal), Javier Cortés, quien junto con el presidente de Meetting y Salones, Enrique Lacalle, realizaba la presentación de esta nueva edición. Cortés resaltó que Liber 2013 tiene como principal objetivo trasladar a la sociedad la importancia cultural, social y económica que tiene el sector del libro en España y fuera de sus fronteras.

Liber 2013 contará esta vez con la participación de 450 empresas, un 40 por ciento de ellas internacionales, y más de 350 compradores extranjeros, con dos diferentes apartados que este año son el salón profesional (del 2 al 4 de octubre) y el salón abierto al público en general (del 4 al 6 de octubre) en el que los visitantes podrán realizar sus compras de libros y participar del encuentro con los escritores que acuden a la feria.

El escritor Eduardo Mendoza ha sido el encargado de inaugurar hoy viernes el salón abierto al público. Día en el que además tendrá lugar también una mesa redonda sobre novela negra en la que participan Dolores Redondo, Lorenzo Silva y Juan Madrid.

“Literatura y felicidad” será el tema de otra de las mesas redondas que contará con los escritores Nativel Preciado, Amelia Valcárcel y José Antonio Marina. Y el sábado, día 5, Juan Eslava Galán, Javier Sierra, Ernesto Pérez Zúñiga y Santiago Posteguillo serán los protagonistas del coloquio sobre “Novela romántica”.

El libro digital, como no podría ser de otra forma, también estará presente en la programación, en concreto, en “El Córner digital”, donde las empresas especializadas en la mercadotecnia, comercialización y demás servicios relacionados mostrarán sus productos.

Paralelamente, la feria convocará las habituales jornadas profesionales que constituirán  cinco sesiones y, como novedad esta vez, Jornadas LIBER y Symposium.

El presidente de la Federación del Gremio de Editores, Javier Cortés mencionó que “el sector editorial en español, en 2012, se consolidó como la principal industria cultural española, y la cuarta del mundo, gracias a los 5.461 millones de euros que facturaron sus empresas tanto en el mercado interior como en el exterior, a pesar de la crisis”.

Datos económicos a los que sin duda ha colaborado el importante mercado exterior del libro en Latinoamérica. En 2012 el 30 por ciento de la producción editorial española se distribuyó fuera del país, “lo que le convierte en una de las principales bases de la difusión del español en el mundo”.

Según se desprende del Informe de Comercio Exterior que publica la Federación de Cámaras del Libro (FEDECAL) las exportaciones alcanzaron los 527,34 millones de euros, lo que representa un incremento del 4,1 por ciento. Según refirió Enrique Lacalle, “las ventas en el exterior de la industria editorial se muestran como una de las palancas que puede aprovechar el país para su desarrollo”.

Por su parte, la Federación del Gremio de Editores de España (FGEE) afirmó que en 2012 el sector de libro facturó en el mercado interior 2.471,49 millones de euros por la venta de libros. Lo que representa un 10,9 por ciento menos que en el anterior ejercicio.


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martes, 24 de septiembre de 2013

El futuro del periodismo en el Hay Festival


En la sesión prólogo de la octava edición del Hay Festival Segovia, anticipo del programa general, previsto del 26 al 29 de septiembre, del célebre certamen de ámbito internacional que aúna las letras y las artes dando cabida a un centenar de autores y artistas de una veintena de países, el presidente de la IE University, Santiago Íñiguez, lanzaba al aire la inevitable pregunta respecto al consabido debate sobre el futuro del periodismo: ¿hasta cuándo van a seguir saliendo periódicos en papel?

Desde los tiempos de la Revolución francesa, y según lo expresara el influyente político y escritor irlandés Edmund Burke (1729-1797), la prensa había sido considerada el “cuarto poder” hasta la llegada de los medios de comunicación de masas como fueron radio, televisión y, actualmente, Internet. Dialogando acerca de los desafíos a los que se enfrenta la prensa tradicional, el periodista holandés Joris Luyendijk, responsable de un acreditado blog perteneciente al diario británico The Guardian, y el director adjunto de El PAÍS, Vicente Jiménez, ambos coincidieron en que en estos nuevos tiempos revolucionarios el periódico en papel dejará de ser el soporte de la noticia para permitir una información actualizada al minuto, donde coexistan el texto y lo audiovisual. Según explicó Luyendijk, el futuro periodismo de investigación necesitará medios fuertes capaces de hacer frente al poder gracias a una gran audiencia. Y que sufragar un equipo de periodistas de investigación podría conseguirse a través de donaciones anónimas o de ONG.

Por su parte, Jiménez, uno de los directores de un diario que pertenece al mayor grupo mediático de España, con casi dos millones de lectores en su edición impresa y también diario líder en Internet, lamentó que el Gobierno no tome partido a favor de gestionar medidas que posibiliten la viabilidad de las empresas periodísticas. Ya que en su opinión el poder político prefiere que las empresas editoras subsistan a duras penas y haya “medios adocenados, débiles y vulnerables”. Jiménez afirmó que hay que enfrentar el futuro de la prensa sin dramatismo pero con valentía, y aclaró que el soporte no es el problema. Solo las grandes organizaciones están capacitadas para resistir los ataques del poder y son garantes de que el periodismo logre sobrevivir. En su opinión, “la independencia, que no es otra cosa que tener capacidad de decidir libremente, cuesta dinero. Los débiles son más vulnerables, necesitamos encontrar un modelo industrial”.

El Hay Festival reunirá toda su actividad entre el jueves y el domingo próximos, con más de un centenar de autores, entre ellos Mario Vargas Llosa, Lorenzo Silva, José Caballero Bonald o Antonio Muñoz Molina. Además de las conversaciones con escritores, poetas y artistas, entre otros actos, se celebrarán los 40 años de relación entre España y China, bajo el patrocinio de la Embajada de la República Popular de China en España y la Universidad IE, con la exposición “100 proyectos contemporáneos de arquitectura china”.


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Fotografía cartel (detalle) © Aurelio Martín

sábado, 7 de septiembre de 2013

La fotografía de José Ortiz Echagüe


José Ortiz Echagüe (1886-1980) fue un ingeniero militar, piloto y fotógrafo español. Como ingeniero su trabajo en el campo de la aviación y el automovilismo fue muy relevante. En 1903 ingresaría en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, ciudad en la que nació, y después de sus estudios serviría en la unidad de globos aerostáticos en la Guerra del Norte de África. En 1911 obtiene los títulos de piloto de globos y piloto de aviación. En 1923, tras su vuelta definitiva del Norte de África, funda Construcciones Aeronáuticas S.A. (C.A.S.A.) y más tarde, en 1950, crea la primera fabrica española de automóviles en cadena llamada SEAT, de la que sería Presidente ejecutivo hasta 1976, año en que es nombrado a título vitalicio Presidente de honor de la compañía.

Como fotógrafo artístico sería muy popular y reconocido internacionalmente. En 1935 la revista American Photography estimó a Ortiz Echagüe como uno de los tres mejores fotógrafos del mundo. Algunos críticos lo consideran el mejor fotógrafo español hasta el momento, siendo la fotografía una apasionante afición a la que dedicaba solo su tiempo libre, en especial los fines de semana y durante sus viajes. Por sus trabajos artísticos, temática y formación se le podría considerar el representante de la generación del 98 en materia de fotografía. Habitualmente se le incluye dentro de la llamada corriente del pictorialismo fotográfico español, si bien tal denominación no agradara demasiado al maestro.

Su obra la encuadra en la plasmación de las características que definían a un pueblo, como son sus costumbres y atuendos, las tradiciones ancestrales y los pintorescos lugares en los que habitan. Y lo expresaba de una manera muy personal, cercana a la pintura, a menudo mediante los efectos que conseguía durante el proceso del positivado.

Su primera cámara se la regalaron en 1898, desde entonces y durante 75 largos años efectuó miles de instantáneas, las cuales revelaba él mismo usando una técnica al carbón Fresson, habitual en sus años de juventud y que pronto quedaría desfasada. Sin embargo, él la empleó durante toda su carrera artística, lo que daba un matiz especial a los positivos, lo que permite que sus obras sean fácilmente reconocibles. Con está técnica lograba un mayor contraste y tonos más enérgicos que proporcionaban gran dramatismo a las fotografías. El papel se recubría con una capa de gelatina sensibilizada con dicromato y con un pigmento negro que después se lavaba con agua y serrín.

El papel Fresson es un procedimiento de impresión fotográfica que sería empleado a principios del siglo XX. El proceso fue descubierto y perfeccionado por Théodore Henri Fresson a finales del siglo XIX y consistía en un proceso similar a la impresión al carbono a la que también se ha dado el nombre de “papel al carbón”. En 1903 lo patentó la empresa Fresson bajo el nombre de ‘papel fresson’.

José Ortiz Echagüe estuvo empleando este proceso desde 1906 hasta 1966, año en que cesó su comercialización y entonces compró la patente del proceso y le dio el nombre de ‘Carbondir’ pues no podía llamarlo ‘Fresson’. Así pudo continuar utilizándolo en las fotografías que llevó a cabo.

Toda su obra la realizó en blanco y negro, clasificando él mismo ese trabajo de “antropología pictorialista” agrupado en cuatro libros, a saber: Tipos y Trajes (1930), España, Pueblos y Paisajes (1939), España Mística (1943) y España, Castillos y Alcázares (1956). A estas colecciones también se deben añadir otras dos series: Marruecos y fotos familiares. De ellas cabe destacar especialmente la serie de Marruecos, que fue realizada durante su estancia en el país entre 1909 y 1916 como ingeniero militar en el entonces Protectorado Español de Marruecos.


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Fotografía Moro del Rif, 1909 © Ortiz Echagüe 



domingo, 18 de agosto de 2013

Murió Jacques Vergès, ¿el Voltaire del siglo XX?


Ha muerto el abogado del diablo, Jacques Vergès, conocido por su mediación como defensor de grandes villanos del siglo XX. Entre sus clientes más conocidos figuraron el nazi Klaus Barbie, apodado el Carnicero de Lyon, o el terrorista venezolano Carlos, alias El Chacal. Al igual que Voltaire, el abogado Jacques Vergés fue odiado por algunos, admirado por otros y temido y respetado por una gran mayoría.

Aquejado de una grave bronquitis crónica que no acabó de curar, Vergès murió en París la noche del pasado jueves de un ataque al corazón a los 88 años. Precisamente cuando se encontraba en la casa de unos amigos junto al Sena y frente al Museo del Louvre. En el mismo domicilio en el que murió el escritor Voltaire en 1778 y donde Vergès solía pasar algunas temporadas desde que hace un par de años sufriera su primer ataque al corazón. “Un lugar ideal para este último golpe de efecto que debía ser la muerte de este actor nato”, resaltó su editorial, Pierre-Guillaume de Roux, en un comunicado en el que confirmaba la muerte de este, y que publicó en febrero sus memorias, ‘De mon propre aveu. Souvenir et rêveries’ (Con mis propias palabras. Recuerdos y reflexiones), “al igual que Voltaire, cultivaba el arte de la revuelta y de los giros permanentes”.

Voltaire fue el primer escritor francés que se implicó públicamente en un asunto judicial. En cierta ocasión el escritor, historiador, filósofo y abogado francés defendió a un criminal convicto llamado Jean Calas al que creía inocente con total convencimiento. En este caso histórico, al parecer, Voltaire estaba en lo cierto y de esa forma consiguió limpiar el nombre de Calas a la vez que demostraba al mundo que París era una ciudad donde la justicia siempre debería prevalecer frente a los prejuicios de la intolerancia religiosa y las flagrantes injusticias. No obstante, Jean Calas, un modesto comerciante que residía en Toulouse y que desde entonces es conocido por haber sido víctima de un juicio parcial debido a su condición de protestante, finalmente fue ejecutado. En Francia se le considera todo un símbolo de esa intransigencia religiosa que imperaba en su tiempo, algo contra lo que de manera vehemente abogaba Voltaire, que se caracterizó por su tolerancia y defendió la convivencia pacífica entre hombres de distintas creencias y religiones; al contrario que, por ejemplo, Montesquieu con el que discrepaba de una forma manifiesta.  

El 9 de marzo de 1762, el parlamento de Toulouse sentenció a muerte a Jean. Al día siguiente se ejecutó la sentencia y murió clamando su inocencia. Tras ser torturado se le ejecutó y el cadáver fue quemado en la hoguera. Francia era un país mayoritariamente católico y el catolicismo era la religión estatal. En su época, la dura represión del protestantismo iniciada por el rey Luis XIV con la revocación del edicto de Nantes había comenzado a ablandarse, sin embargo los protestantes apenas si eran solamente tolerados.

Tanto Calas como su esposa eran protestantes. Louis, uno de los hijos de Calas, se convirtió al catolicismo en 1756. Entre el 13 y 14 de octubre de 1761, el primogénito de Calas, Marc-Antoine, fue hallado muerto en la planta baja de la residencia familiar. Al interrogar a la familia, al principio declararon que había sido asesinado por obra de un ladrón. Más tarde asegurarían que encontraron a Marc-Antoine ahorcado. Y dado que la Iglesia consideraba el suicidio como el más aborrecible crimen perpetrado contra uno mismo, dispusieron todo lo necesario para que la muerte de su hijo Marc-Antoine pareciese un estrangulamiento a consecuencia de un robo. Según comenzó a rumorearse entonces, Jean Calas habría asesinado a su hijo al enterarse de que, también él, pretendía convertirse al catolicismo. Sin indagar realmente si esta había sido la intención de Marc-Antoine, se le declaró mártir y se le sepultó de acuerdo con el rito católico, y se acusó a su padre de asesinato.

Voltaire, que sostenía que el cristianismo era la raíz de todo fanatismo dogmático,  tendría noticia del caso Calas mientras se encontraba refugiado en Ginebra –donde también chocó con la mentalidad calvinista de los ginebrinos– debido a algunas desavenencias con Federico II –que también motivaron su expulsión de Alemania– y a la negativa de Francia de aceptar su regreso.

El hijo de Jean, Pierre Calas, que había sido desterrado, estaba seguro de la inocencia de su padre y logró convencer al filósofo, que en un principio sospechaba que Calas hubiese actuado por fanatismo anticatólico. Para lograr la revisión del proceso, Voltaire publicó, en 1763, el Tratado sobre la tolerancia con motivo de la muerte de Jean Calas. Finalmente, el 9 de marzo de 1765, se reconoció la inocencia de Calas, cuya memoria y la de su familia fue rehabilitada.

Por su parte, Jacques Vergès, defensor de individuos como el nazi a cuyo cargo estaba el mando de la Gestapo durante la ocupación alemana de la ciudad de París, Klaus Barbie, y militante anticolonialista, fue defensor también del celebérrimo terrorista venezolano Carlos, alias El Chacal. En la memoria colectiva estará muy presente la magnífica película de Fred Zinnemann basada en la gran novela de Frederick Forsyth en la que el objetivo de El Chacal, contratado por la entonces organización terrorista francesa de extrema derecha llamada OAS (Organisation de l’Armée Secrète), es atentar contra la vida del Presidente de la República Francesa, el general Charles De Gaulle.

La historia que narra Forsyth parte de un hecho real, el intento de asesinato del entonces presidente Charles de Gaulle, cometido por un comando del grupo terrorista OAS, liderado por un oficial veterano de la Guerra de Independencia de Argelia llamado Jean-Marie Bastien-Thiry. Comienza con una detallada descripción del atentado contra la vida de De Gaulle y el fusilamiento de Bastien-Thiry. A partir de ahí, el escritor comienza a desarrollar su personal trama de ficción.

No obstante, el real e histórico Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como Carlos El Chacal, un venezolano que durante muchos años fue uno de los fugitivos internacionales más buscados, fue miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y posteriormente de un grupo propio que en la actualidad cumple condenas de cadena perpetua en Francia por el asesinato de dos agentes de la DST (Direction de la Surveillance du Territoire), es considerado terrorista por los estados de Francia, Israel y los Estados Unidos, mientras que otros estados como Venezuela, Libia, Argelia, Siria y Palestina lo consideran un héroe de la causa árabe.

Un halo de misterio rodea también al brillante penalista de madre vietnamita, Jacques Vergès, incluso en la fecha de su nacimiento, que oficialmente consta el día 5 de marzo de 1925 en Oban, Tailandia, donde su padre era cónsul de Francia. Si bien algunos biógrafos fechan su nacimiento un año antes. Su infancia la pasaría en la isla francesa de La Reunión y muy joven se dirige a Londres para enrolarse en la Fuerzas Francesas Libres del general De Gaulle. En 1945 ingresa en el Partido Comunista francés, donde demuestra una militancia anticolonialista. Durante su periodo como estudiante en París, cuenta entre sus amigos con el mismísimo Pol Pot, el joven que con el tiempo se convertiría en el sanguinario dirigente militar camboyano.

Entre los años 1951 a 1954 vivió en Praga afiliado a la Unión Comunista de estudiantes, una temporada en la que fueron frecuentes sus viajes, codeándose con el futuro presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, o con Alexandre Chelepine, el que fuera jefe de los servicios secretos soviéticos del KGB. De vuelta a Francia, presta juramento como abogado en 1955.

Durante la guerra de independencia de Argelia continúa su actividad profesional y en 1957 se encarga de la defensa de la que años más tarde fuera su mujer, es decir, la militante del FNL (Frente de Liberación Nacional) Djamila Bouhired, condenada a muerte por terrorismo. Vergès consigue que fuera indultada y liberada.

Con la independencia de Argelia en 1962, se instala en Argel, donde es nacionalizado y convertido al Islam. Realiza varios viajes entre los que destaca el que hace a Pekín, allí es recibido por Mao, o sus traslados a Beirut junto a importantes miembros de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina).

Tras un lapso de tiempo en el que su biografía no está muy clara –si bien se cree que permaneció en Camboya–, en 1982 reaparece para el juicio a la terrorista de extrema izquierda alemana, Magdalena Kopp; y seguidamente, en 1987, en el del citado Klaus Barbie, condenado por crímenes de lesa humanidad. En los años noventa defendió, entre otros, al ya citado Carlos El Chacal y a un tal Omar Raddad, acusado de matar a la mujer que le había dado empleo como jardinero. Uno de los sucesos con el consiguiente juicio más mediatizados de Francia por aquellas fechas. Y ya en 2011 corre a su cargo el juicio celebrado en Camboya en defensa del jemer rojo Khieu Samphan.

Unos años antes, en 2004, entrevistado para el periódico francés desaparecido en 2011 France Soir cómo sería capaz de defender a Sadam Husein contestó: “Defender a Sadam no es una causa perdida. Defender a Bush es la causa perdida”, obviamente se refería a George W. Bush. En otra entrevista realizada por EL PAÍS hace algunos años con motivo de la aparición de un documental sobre su vida titulado ‘El Abogado del Terror’, Vergès declaraba: “En todos los criminales hay una parte de humanidad. En Klaus Barbie había también un hombre que sufría”.


Fotografía de Jacques Vergés © Alain Aubert / Le Figaro

domingo, 11 de agosto de 2013

El legado perdido de Orson Welles


Aparece casualmente en un almacén en Italia una película perdida de uno de los grandes genios del cine, ‘Too much Johnson’ (1938), rodada tres años antes que ‘Ciudadano Kane’, y que al parecer verá la luz en octubre próximo.

Seguramente porque para muchos el cine tiene un antes y un después de Ciudadano Kane, ópera prima de Orson Welles (1915-1985), el descubrimiento en unos almacenes de Italia de ‘Too much Johnson’, representa un gran acontecimiento para la historia del séptimo arte y la multitud de aficionados que le profesan su devoción. La película que todo el mundo, incluido el propio Welles, daban por perdida, ha sido ahora encontrada de manera insólita en la pequeña localidad italiana de Pordenone y seguidamente restaurada meticulosamente en Holanda y Estados Unidos. ‘Too much Johnson’ será proyectada públicamente el mes de octubre, como así lo anunció en su portada digital el diario The New York Times.

“Todo lo que rodea a esta historia es extraordinario y misterioso, como no podía ser menos tratándose de Welles”, explicó al periódico EL PAÍS Paolo Cherchi Usai, encargado de la recuperación de esta filmación y conservador jefe del departamento de cine del George Eastman House de Nueva York. “Solo puedo decir que cuando el material llegó a mis manos sentí una emoción indescriptible, la más grande de toda mi carrera… ¡Tenía al bebé de Orson Welles en mis brazos!”.

‘Too much Johnson’ es una alocada comedia muda, que el célebre director rodó en 1938 para que fuera proyectada junto a una obra de teatro del mismo título. El proyecto acabó siendo un fracaso y la película quedó sin terminar y relegada al olvido. Tres meses después del fiasco, con tan solo 23 años, Welles se haría enormemente popular gracias a su programa de radio ‘La guerra de los mundos’, y tres años después, en 1941, llegaría su primera obra maestra, la celebérrima ‘Ciudadano Kane’. La historia de un importante financiero estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una cuantiosa colección de obras de arte que fallece inesperadamente, y que antes de hacerlo pronuncia una enigmática palabra: “Rosebud”, movilizando a un grupo de intrigados periodistas que emprende una investigación para desentrañar el misterio. La película es un hito de la historia del cine pues supuso una revolución en la manera de rodar consolidando el lenguaje cinematográfico al uso hasta 1941, proponiendo asimismo nuevas alternativas en aspectos tales como la profundidad de foco, la complejidad en el sonido y la estructura narrativa.   

Las pesquisas en la búsqueda de ‘Too much Johnson’ acabaron en España hace décadas, ya que Orson Welles aseguraría que el filme se había quemado en un incendio en su casa de Madrid. Los diferentes viajes que Welles llevó a cabo por Europa como un nómada suntuoso, le ocuparon sus últimos años de vida. La película hallada llevaba décadas abandonada en Pordenone, una localidad que precisamente es conocida por su exclusivo festival de cine mudo.

En esta curiosa historia, Pordenone, una pequeña ciudad entre Venecia y Trieste, tiene ahora un inesperado e importante protagonismo. La sede de la asociación Cinemazero, un baluarte pertinaz abanderado y defensor del cine independiente y de calidad, organiza cada año el referido festival conocido como Le giornate del cinema muto. Y esto ha sido posible en gran parte a la pasión y perseverancia de sus socios y a la colaboración de la Cinemateca de la Región Friuli Venezia Giulia. La 32ª edición de este singular festival se iniciará en esta ocasión el próximo 5 de octubre con la esperada proyección de la obra rescatada e inédita de Welles, visionada en su día solo por el propio Welles y unos pocos amigos. A buen seguro la película será todo un hallazgo a descubrir y disfrutar para todos aquellos incondicionales del famoso actor, director, guionista y productor de cine estadounidense de fama mundial. Considerado uno de los artistas más versátiles del siglo XX tanto en el ámbito del teatro, la radio como en el del propio cine.


Fotografía de Orson Welles dirigiendo ‘Too much Johnson’ (1938). Cortesía de © A.M.P.A.S.